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ODS: ¿Cómo venimos? Un análisis del primer objetivo para saber si marchamos por el buen camino.

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El 2015 fue un año bisagra en torno a la sostenibilidad y desarrollo de nuestro planeta. Los líderes mundiales adoptaron un conjunto de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible. Cada objetivo tiene metas específicas que deben alcanzarse para el año 2030. Y para ello, todos y cada uno debe hacer su aporte.

A 3 años de la aprobación de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, que estableció los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el organismo internacional, por medio del “Informe del Secretario General sobre los progresos en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2017”, pone la lupa sobre cada uno de ellos. Los últimos datos que recopila el documento son a diciembre de 2016. Los valores del año pasado estarán disponibles en el transcurso de 2018.

En el caso del primer ODS, que establece “poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo”, la entidad determina que, pese a que la tasa mundial “se ha reducido a la mitad desde el año 2000, sigue siendo necesario intensificar los esfuerzos destinados a aumentar los ingresos, aliviar el sufrimiento e incrementar la resiliencia de las personas que aún viven en la pobreza extrema, en particular en África Subsahariana.

Los sistemas de protección social deben ampliarse y es preciso mitigar los riesgos para los países propensos a sufrir desastres, que también suelen ser los más empobrecidos”, determina.

Según Naciones Unidas, en 2013, unos 767 millones de personas vivían por debajo del umbral de pobreza internacional, con 1,90 dólares diarios, frente a 1700 millones de personas en 1999. Esa cifra refleja una disminución de la tasa de pobreza mundial desde el 28% en 1999 hasta el 11% en 2013. El progreso más significativo se observó en Asia Oriental y Suroriental, donde la tasa disminuyó del 35% en 1999 al 3% en 2013. Por el contrario, el 42% de las personas de África Subsahariana seguían subsistiendo en condiciones de pobreza extrema en 2013.

En 2016, no llegaban al 10% los trabajadores de todo el mundo que vivían con sus familias con menos de 1,90 dólares diarios por persona, frente al 28% en 2000. En los países menos adelantados, casi el 38% de los trabajadores vivían por debajo del umbral de pobreza en 2016.

“Los sistemas de protección social son fundamentales para prevenir y reducir la pobreza y la desigualdad en todas las etapas de la vida de las personas, al otorgar prestaciones para niños, madres de recién nacidos, personas con discapacidad, personas de edad y personas en situación de pobreza y sin empleo. Los datos preliminares muestran que, en 2016, solo el 45% de la población mundial estaba amparada efectivamente por un istema de protección social y que la cobertura variaba mucho entre distintos países y regiones”, dice el informe.

En 2016, el 68% de las personas que superaban la edad de jubilación recibían una pensión. Sin embargo, este promedio mundial encubre grandes diferencias regionales. En Oceanía, con exclusión de Australia y Nueva Zelandia, y en África Subsahariana solo el 10% y el 22%, respectivamente, de las personas que superaban la edad de jubilación recibían una pensión en 2016.

Otros grupos vulnerables también carecen de protección social. En 2016, solo el 28% de las personas con discapacidad grave cobraban prestaciones de discapacidad, solo el 22% de las personas desempleadas recibían prestaciones de desempleo en todo el mundo y solo el 41% de las mujeres que dieron a luz recibieron prestaciones de maternidad.

“El fomento de la resiliencia de los pobres y el fortalecimiento de la reducción del riesgo de desastres conforman una estrategia de desarrollo fundamental para poner fin a la pobreza extrema en los países más afectados

“El fomento de la resiliencia de los pobres y el fortalecimiento de la reducción del riesgo de desastres conforman una estrategia de desarrollo fundamental para poner fin a la pobreza extrema en los países más afectados. Las pérdidas económicas derivadas de los desastres están alcanzando un promedio de entre 250 mil y 300 mil millones de dólares al año. El riesgo de desastres en todo el mundo está muy concentrado en los países de ingresos bajos y de ingresos medianos bajos. En relación con las dimensiones de su economía, los pequeños Estados insulares en desarrollo han sufrido un impacto desproporcionado”, concluye.

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