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Conocé a Shirin Ebadi defensora de los derechos humanos y de la igualdad de la mujer. ¿Su arma? El Derecho.

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Cuando el velo de la oscuridad caía sobre Irán a raiz de la Revolución Islámica que llevó al país al fanatismo religioso, a una teocracia, a la dictadura de los Ayatolas, a la profunda desigualdad entre el hombre y la mujer, y a la frustración de aquellos que buscaron liberarse del yugo del Sah para entrar en otro yugo, Shirrin Ebadi, también vivenció grandes pérdidas. Como primera mujer jueza de su país, de un momento a otro perdió no sólo su cargo sino también su matrícula como abogada.

Pero eso no la acalló. Desde 1979 a la fecha es una de las voces iraníes que más clama por la vigencia de los derechos humanos y la libertad de expresión, al punto en que en 2003 obtuvo el Premio Nobel de la Paz, siendo la primera iraní y la primera mujer musulmana en recibirlo. Sin embargo este reconocimiento no la blindó sino todo lo contrario: le valió la cárcel y un posterior exilio en Inglaterra que continúa hasta el presente.

  • 1947 año de su nacimiento
  • 1979, Revolución Islámica en Irán
  • 2003 Premio Nobel de la Paz
  • 2009 Exilio
  • 12 libros publicados
  • 100 artículos en distintos medios traducidos a diversos idiomas
  • 7 distinciones internacionales

Abogada y doctora en leyes nació en Hamadan, noroeste de Irán en 1947, proveniente de una familia de académicos y devotos musulmanes. Su padre fue un destacado jurídico, escritor y funcionario. Tal como ella lo relata, tuvo una infancia rodeada de cariño y afecto.

Vivió desde muy pequeña en Teherán, capital del país. Luego de una destacada carrera universitaria y en el poder judicial, en 1969 fue nombrada jueza., primera mujer de Irán en lograr ese puesto. Pero en 1979, con la Revolución Islámica, ella y otras colegas perdieron sus puestos, y ella sufrió un especie de prisión domiciliara. Finalmente en 1992 logró obtener una licencia para ejercer nuevamente su profesión.

El tiempo en que estuvo inactiva lo aprovechó para escribir libros y artículos publicados en medios locales. Con la reválida de su título y matrícula, se dedicó a defender casos vinculados con los abusos del poder civil, los derechos humanos, cuestiones de género y de libertad de prensa. Y en la universidad también dictó cursos de derechos humanos.

Ebadi está casada, es madre de dos hijas y ha publicado más de 12 libros y cientos de artículos traducidos, algunos de ellos, al inglés. En diversas entrevistas a medios de todo el mundo y en conferencias -incluso en Argentina- suele decir que el año 2009 fue un punto de inflexión en su historia. “Fue cuando fraudulentamente Admadinehaj se hizo cargo de la presidencia por segunda vez”. Ebadi no estaba en Irán pero millones de personas salieron a la calle a protestar. El Gobierno dio la orden de disparar, y ese primer día murieron más de 100 personas y luego comenzaron a detener gente. En esos episodios, arrestaron a un estrecho colaborador de Ebadi, cerraron su oficina –comprada con parte del dinero obtenido con el Nobel y su ONG y detuvieron a su marido –a quien torturaron- y a su hermana. En esa ocasión, más de 20 personas murieron bajo tortura en las cárceles. Respecto a Ebadi, el régimen confiscó sus propiedades y las vendieron, y cerraron sus cuentas bancarias. Allí comenzó su exilio pero no pierde las esperanzas de volver a vivir en su país.

En reportajes Ebadi manifiesta fuertes posturas con respecto a su religión –el Islam- y el uso del velo y otros atuendos. Aclara que no es obligatorio en una cantidad enorme de países con mayoría de población musulmana y cree que es indispensable separar la opresión gubernamental de la religión. Ha asegurado que “el gobierno iraní, como el de Arabia Saudita, dice: ‘El islam es aquello que nosotros decimos que es’ y el problema tiene que ver con esta afirmación”. Y da otros ejemplos: En Liberia, con gran mayoría cristiana, más de la mitad de las mujeres sufre de la mutilación de los genitales, una práctica difícil de erradicar.

“Lo peor son las leyes que justifican la violación sistemática de los derechos humanos. Esa violación se ha convertido en algo legal en Irán. Según la ley, la vida de una mujer vale la mitad que la de un hombre. Si voy con mi hermano y los dos morimos en accidente, la indemnización a la familia por mí es la mitad de la que se da por él, simplemente por ser hombre y mujer. Hay cientos de ejemplos así que hacen legítima esa violación de los derechos humanos”, detalló. “El día que me matriculé en la Facultad de Derecho, empecé a leer sobre los derechos humanos. Era la época del sah. Las leyes eran algo mejores que las de ahora, pero también eran discriminatorias hacia las mujeres. Es imposible defender los derechos humanos y no ser feminista”, declaró.

 

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