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Basta de ruido

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24 de abril: Día Internacional de Concientización sobre el Ruido

Ciudades del futuro: pensar un mundo sin contaminación sonora

Quienes viven en las grandes ciudades suelen naturalizar problemáticas inherentes a estos lugares como la contaminación sonora y ambiental y, del mismo modo, subestimar sus efectos sobre la salud. Según un estudio de la compañía alemana Mimi Hearing Technologies, Buenos Aires es la cuarta ciudad más ruidosa del mundo después de Tokio, Nagasaki y Nueva York. Por eso, en el Día Internacional de Concientización sobre el Ruido, es importante reflexionar sobre este fenómeno y sobre la posibilidad de revertirlo.   

Al igual que en el resto de las urbes, la principal causa de contaminación sonora en Buenos Aires es el tránsito. También es significativa la incidencia de los ruidos provenientes de los boliches, los recitales abiertos que ponen música a un volumen excesivo, así como los procedentes de la actividad industrial. Sin embargo, más allá de las molestias que implica este fenómeno, lo más preocupante es que puede derivar en complicaciones directas sobre la salud como hipertensión arterial, insuficiencias cardíacas, estrés, falta de atención y sordera.

Según la Ley 1540 de Control de la Contaminación Acústica, que clasifica a las distintas áreas de la ciudad según su sensibilidad acústica, se establecen rangos de entre 60 y 80 decibeles durante el día y 50 y 75, para la noche. Sin embargo, el Mapa del Ruido elaborado por el gobierno porteño muestra que gran parte de la ciudad se mantiene cerca de los 80 decibeles durante el día y  que las diferencias entre los valores del día y la noche, mayoritariamente, no superan los 5 decibeles.

Frente a este panorama, los expertos en audición coinciden en que es urgente generar una transformación a nivel cultural, que propicie la toma de conciencia acerca de controlar la salud de los oídos. En la Argentina, con la modificación de la Ley de Tránsito Nacional por el Decreto 32/2018, se incorpora la modalidad eléctrica a las distintas implicancias en diferentes vehículos como bicicletas, motocicletas y automóviles. Las proyecciones en torno a la ampliación de la flota eléctrica para los vehículos que conforman el sistema de transporte público de Buenos Aires tienen como objetivo de tener un 100% de transporte público eléctrico para 2030, lo que implicaría un cambio en la geografía sonora de la Ciudad. De hecho, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ya está trabajando en la regulación de un sistema de monopatines eléctricos para garantizar un transporte sustentable y seguro, según aseguró desde Rusia, el subsecretario de transporte y turismo, Esteban Galuzzi. 

La eléctromovilidad o “movilidad verde” no solo reduce la contaminación medioambiental que generan los transportes tradicionales, sino que cuenta con un motor silencioso, aun así cuando alcanza una aceleración significativa en poco tiempo. “Los motores eléctricos son capaces de proporcionar una conducción suave con mayor aceleración limitando la contaminación acústica ya que son mucho más silenciosos y con menos vibraciones”, explica Diego Cosentino, Gerente Regional FIA Región IV. 

Según los últimos estudios publicados por la OMS, unos 1.100 millones de jóvenes en el mundo (casi el 50% de la población de entre 12 y 35 años) se encuentran en riesgo de perder su capacidad auditiva a causa de la exposición prolongada y excesiva a sonidos fuertes. La exposición a más de 85 decibelios (dB) durante ocho horas o 100 dB durante 15 minutos, ya representa un nivel perjudicial de ruido. Por eso, hoy más que nunca debemos prevenir estas consecuencias, reduciendo la mayor cantidad de ruidos posibles que tiene la Ciudad. 

Respecto a los adultos, un informe de la consultora AtomikResearch revela que, si bien la mayoría de la gente reconoció la relevancia de los sonidos para el desarrollo físico, psíquico y social, sólo el 8% afirmó realizar consultas con especialistas, mientras que el 22% de los mayores de 18 años admitió no haberse hecho jamás un chequeo auditivo.

En el caso de los bebés y niños pequeños, más allá de las pruebas médicas, la atención de los padres, tutores y docentes es fundamental, ya que ellos son el primer eslabón de la cadena de detección temprana de la hipoacusia. ¿Cuándo preocuparse? MED-EL, compañía de soluciones auditivas, describe las señales para detectar la hipoacusia“si el menor no reacciona a los sonidos fuertes, tiene problemas para distinguir de dónde viene un sonido, empieza a balbucear, pero el murmullo no se convierte en un discurso comprensible; no reacciona a las voces, sobre todo cuando no lo tienen a upa; no cumple órdenes o malinterpreta las instrucciones, o actúa frustrado por razones desconocidas. Si la respuesta a alguna de estas preguntas es “sí”, o ante cualquier otra duda sobre el progreso de la audición de un chico, lo primero es consultar con su pediatra, quien mejor que nadie sabrá indicar los pasos a seguir para un tratamiento auditivo”,afirman los especialistas en hipoacusia y audición de MED-EL.

Una vez que la persona se ha expuesto crónicamente a la contaminación sonora, se ven afectadas distintas aristas de su salud:

·         La principal afección es la reducción de la audición, hipoacusia progresiva y, en el caso más extremo, sordera. 

·         Puede aparecer la falta de equilibrio o estabilidad, que está moderada por el oído. 

·         Predisposición para la diabetes, aumento de colesterol y triglicéridos, lo que se asocia a la posibilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares

·         Insomnio y sueño liviano 

·         Déficit de atención

·         Irritabilidad y agresividad en la relación con los demás

·         Reducción de la memoria, a causa de la afección en el funcionamiento cerebral 

Para evitar estas patologías, lo más recomendable es realizarse chequeos auditivos anualmente, en el caso de vivir en grandes ciudades, y contribuir a prevenir la contaminación sonora utilizando transportes silenciosos – movilidad eléctrica o bicicletas – e intentando reducir el volumen de los ruidos cotidianos que cada uno genera. 

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