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Nuevo rumbo regional en RSE

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Pese a la incertidumbre generada por la crisis del coronavirus, las organizaciones que nucléan empresas para trabajar su Responsabilidad Social, siguen codo a codo junto a ellas generando estrategias para llegar con soluciones a sus grupos de interés.

A los pocos días de comenzar el año, el mundo se vio sacudido por la pandemia del Covid-19. La crisis sanitaria irrumpió en la vida de las personas y las organizaciones, estableciendo el aislamiento social responsable, obligatorio en muchos países, e inaugurando un nuevo modelo de comunicación y trabajo.

Las empresas debieron, en muchos casos, redefinir las estrategias de Responsabilidad Social (RS) previstas para el 2020 y, otras tantas quedarán en suspenso a la espera de que se establezca la nueva normalidad. Por ahora, la única certeza es que el mundo ya no será el mismo, y que las consecuencias de la crisis sanitaria mundial profundizarán vulnerabilidades y generarán nuevas demandas que deberán ser mapeadas por las organizaciones para llegar nuevas acciones.

No obstante, en esta nota, tres organizaciones referentes de México, Uruguay y Chile analizan cuáles son las principales demandas sociales y medioambientales en cada uno de sus países y son las estrategias para acompañar a las empresas en el desarrollo de una gestión socialmente responsable, preservar el medio ambiente y vincularse con sus grupos de interés.

Las principales líneas de trabajo se orientan al fomento de la economía circular; el desarrollo sostenible; las buenas prácticas empresarias, tanto con colaboradores, como con proveedores y la calificación de la fuerza de trabajo y la inclusión laboral, entre otros.

Uruguay: apostando al desarrollo sostenible

DERES es una organización empresarial sin fines de lucro, que reúne a las principales empresas de Uruguay, que buscan desarrollar la Responsabilidad Social Empresaria (RSE) y el Desarrollo Sostenible. Actualmente tienen más de 100 empresas socias que están comprometidas con la RSE.

Ferdinando Cuturi, director Ejecutivo de la organización aclaró que la pandemia modificó los objetivos de RSE que las empresas habían definido para 2020. Sin embargo, aclara, hay un enfoque muy definido hacia el interior de las organizaciones.

En ese sentido, explicó que se dio un cambio desde un concepto de RSE más centrado en las empresas, con sus grupos de interés y las acciones que lleva adelante para satisfacer sus expectativas, a un modelo más holístico y abarcativo. La nueva línea, pone el foco de las compañías en la gestión de sus impactos negativos y en como minimizarlos o disminuirlos, y reforzar sus impactos positivos, velando por el desarrollo económico y el equilibrio medioambiental, social y la biodiversidad.

La pandemia es algo que ni empresas, ni organizaciones tenían en su radar, e inevitablemente impacto en las estrategias de RSE que estaban en la agenda 2020.

“Este es un concepto que estamos viendo a nivel global. Más allá de que las empresas puedan reenfocar sus ejes a partir de la pandemia, están asumiendo el compromiso sobre la propia gestión y el desarrollo de su cadena de valor, generando valor para el medio ambiente y para la sociedad. Durante mucho tiempo vimos la pata social de la RS estaba hipertrofiada, era parte de sus grupos de interés, pero no estaba integrado en su modelo de negocio”, enfatizó Cuturi.

A raíz de la pandemia, las empresas uruguayas debieron reenfocar su estrategia. El plan previsto para este año cambió y se aceleraron procesos que estaban en vías de análisis, como el trabajo remoto, la transformación digital, a la vez que se visibilizaron fragilidades sociales que no eran tan evidentes.

Una fuerza laboral precarizada, segmentos de la sociedad con dificultades para acceder al conocimiento y la tecnología, y trabajadores poco calificados para mantenerse en el sector laboral, son algunos de los temas que el empresariado uruguayo deberá contemplar en el futuro.

“Esta es una crisis sanitaria que en realidad se traduce en una gran crisis social, derivada de una gran crisis económica que puso de manifiesto que en nuestra sociedad hay colectivos que requieren una mayor atención. La epidemia debutó en nuestro país con una desocupación del 10.5% y se estima que, en el mejor de los casos, cuando esto termine llegará al 20%”, enfatizó Cuturi.

Y agregó que la recalificación del empleo va a ser un tema capital, en tanto, la actividad eventualmente se va a recuperar, pero lo hará a través de la tecnología, acelerando procesos de manera mucho más precipitada. En esta línea, las empresas tendrán un rol central en esta recalificación de la fuerza laboral.

Cuturi identifica el desarrollo local como otro de los ejes centrales en la estrategia de RS de empresas y organizaciones. En un país dependiente de las exportaciones y con un mercado interno reducido, habrá que apostar a la reactivación del consumo interno y a productores locales que puedan reemplazar el abastecimiento lejano. En el mismo sentido, la economía circular es un modelo económico al que los países deberían apuntar. “Esto es algo que seguramente no estaba en la estrategia de las empresas y aparece claramente impulsado por esta crisis”, agregó.

Chile: pasada la pandemia habrá que retomar la agenda ambiental

ACCIÓN Empresas es una organización chilena que agrupa a más de 130 compañías decididas a gestionar sus negocios de manera sostenible bajo una lógica de competitividad y sostenibilidad. Además, son representantes del World Business Council for Sustainable Development (WBCSD) en ese país.

Marcela Bravo, gerente General de la organización, enumeró algunas de las muchas estrategias de RS que trabajan junto a las empresas a través de diferentes acciones.

El medio ambiente es una de las líneas de trabajo central, sobre todo en aquellas empresas donde el core del negocio está ligado a los recursos naturales. En ese campo tienen dos programas: uno de mitigación del cambio climático y otro de adaptación.

Esta es una crisis sanitaria que, en realidad, se traduce en una gran crisis social, derivada de una gran crisis económica que puso de manifiesto que en nuestra sociedad hay colectivos que requieren una mayor atención

“Antes de desarrollar estos programas hicimos un estudio para saber cuál es el grado de avance de las empresas. Las mineras y las forestales tienen bien mapeados los niveles de riesgo asociados a su actividad y tienen estrategias para abordarlos. Las compañías relacionadas con comercio y servicios están un poco más rezagadas y nosotros estamos acercándoles herramientas para identificar los riesgos y abordarlos”, explicó Bravo.

Si bien el cambio climático quedó relegado por el momento, deberá retomarse cuanto antes para poder cumplir con la meta de carbono neutral al 2050, enfatizó la ejecutiva. “Ya hay una hoja de ruta y eso puede traducirse en grandes oportunidades de reactivar la economía, generar energías limpias y generar el empleo que vamos a necesitar”.

La economía circular es otro de los temas clave que en Chile se está desarrollando de manera cada vez más creciente, en parte impulsados desde el estado a través de herramientas como el los Acuerdos de Producción Limpia (APL). Se trata de un convenio celebrado entre un sector empresarial, empresas y los organismos públicos, cuyo objetivo es aplicar producción limpia a través de metas y acciones específicas.

Otro instrumento en esta línea es la ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) que tiene como objetivo principal el desarrollo de una industria que se responsabilice por sus productos a través de la prevención de generación de residuos y de su recuperación y reciclaje. ACCIÓN tiene un acuerdo de producción limpia con más de 40 empresas y 100 instalaciones que están trabajando en esto.

Dentro del ámbito de la ética y la gobernanza, también abordan junto a las empresas temas de transparencia y compliance. “Cada vez es más fuerte la necesidad de que estos no sean instrumentos guardados en cajones, sino una manera de vivir y tomar decisiones al interior de las compañías”, enfatizó Bravo.

Otro sector donde desde ACCIÓN identifican una debilidad es en la relación entre las empresas y sus proveedores, mayormente Pymes que son una fuente importante de empleo para el país. En muchos casos prima el costo sobre otros valores y hay poco trabajo colaborativo. A través de un programa de aprovisionamiento responsable, estimulan la incorporación de una cultura que valore y promueva una relación cercana y transparente con los proveedores.

Bravo reconoce que la pandemia llegó en un momento en el que el país atraviesa una crisis profunda, donde la sociedad tiene una serie de demandas relacionadas con la educación, las pensiones, un alto nivel de endeudamiento y el empleo, entre otras. En ese sentido, destaca que uno de los roles de las empresas es pagar los mejores sueldos, generar oportunidades y permitir que las personas se desarrollen.

Entre los temas que deberán retomarse en la pospandemia, Bravo destaca la necesidad de trabajar con los pueblos originarios para la creación de valores compartidos y espacios comercialización de productos y servicios que se generen localmente.

“Es importante que las empresas sean capaces de generar trabajo con esas comunidades que son muy pobres y no una relación asistencialista, porque te da, luego te deja de dar y esa comunidad no tiene ningún desarrollo”, afirmó.

México: del asistencialismo a la profesionalización

El Centro Mexicano para la Filantropía (Cemefi), es una asociación civil y uno de los principales referentes mexicanos en materia de responsabilidad social. Dentro del organización se nuclean 1.350 fundaciones y organizaciones, 142 empresas, 50 personas, 12 entidades gubernamentales y 75 consultores especializados.

Desde hace más de 30 años se dedican a promover y articular acciones de responsabilidad social con diferentes empresas, en función de su core y el sector del país en el que se encuentren. “Cada sector empresarial se dirige a causas que se relacionan a su negocio y cada vez menos las empresas apoyan causas que no lo son”, explicó Roberto Adame Garduño, coordinador General de Responsabilidad Social Empresarial del Cemefi.

La pandemia es algo que ni empresas, ni organizaciones tenían en su radar, e inevitablemente impacto en las estrategias de RSE que estaban en la agenda 2020. “Nosotros tuvimos que resolver de manera telemática, dos eventos anuales, uno para Pymes y otro para grandes empresas, en los que convocamos cerca de 2500 personas en cada uno que participan de cursos, conferencias y paneles”.

Por otra parte, Garduño explicó que las empresas redefinieron algunas de sus acciones de RS y están volcando su atención al tema de la salud y de la calidad de vida de sus empleados. “Se movió el tema de la responsabilidad a los grupos más vulnerables como los adultos mayores y gente con alguna fragilidad”.

Entre los programas que impulsan desde Cemefi se puede mencionar Redes de OSC, una arquitectura de participación social que fomenta la cultura colaborativa para generar aprendizajes colectivos con el objetivo de incidir en políticas públicas desde el marco de los Derechos Humanos.

El programa funciona como un microlaboratorio de encuentro para el trabajo grupal multisdisciplinario, donde cada una de las redes está conformada por organizaciones miembros del Cemefi que de manera orgánica trabajan diferentes temáticas.

OSC Digital es otro programa de donaciones de tecnología en línea, que permite a las organizaciones optimizar la infraestructura de sus Tecnologías de Información y Comunicación (TIC). Mediante esta acción, se pone a disposición de las organizaciones, información, procedimientos y la vinculación requerida para que éstas puedan conocer y acceder a los productos tecnológicos susceptibles de ser donados, mediante el pago de una tarifa administrativa muy baja o completamente gratis.

En otro orden impulsan el Portal Haces falta, un programa de voluntariado que nuclea diversas organizaciones de la sociedad civil que trabajan atendiendo diferentes causas sociales y ciudadanos interesados en ser parte de la construcción del bien público.

El Cemefi ya otorgó un reconocimiento a 2000 empresas socialmente responsables entre las que se cuentan compañías de todos los tamaños. Algunas de ellas son: Cemex, BBVA, Banamex, Grupo Carso de Carlos Slim, etc.

“Las empresas están desarrollando programas muy interesantes y se están profesionalizando, de este modo se alejan del asistencialismo y destinan los recursos a proyectos que tienen mayor impacto”, enfatizó.


Nota realizada por Sol Drincovich para Revista Fonres. 


 

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