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¿Como sigue la agenda de género en el 2020?

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Por: Prof. Olivia Sokol. Responsable del Area de Indicadores & Género de FORS:

Promediando el año, un punteo de las principales temáticas que centran la atención de los especialistas en materia de género. ¿Cuáles son las desigualdades que se profundizaron y las propuestas en marcha en el marco de la pandemia?

Frente a la pandemia han surgido diversos espacios, charlas, encuentros virtuales y webinarios de distintos organismos nacionales e internacionales que buscaron abordar la situación de desigualdad de género que se ha intensificado durante la crisis por la pandemia de COVID19.

A nivel regional se destaca la propuesta online de ONU mujeres, y en el ámbito nacional los webinarios y entrevistas disponibles en los canales de youtube del Ministerio Nacional de las Mujeres, Géneros y Diversidad (MMGyD) y del Ministerio de las Mujeres, políticas de género y diversidad sexual de la provincia de Buenos Aires.

Uno de los principales ejes abordados en estos espacios virtuales es el mayor riesgo al que se vieron expuestas las mujeres -y continúan haciéndolo- de sufrir violencia de pareja u otros tipos de violencias domesticas vinculadas con el encierro y la tensión en aumento en los hogares.

Como bien señala el MMGyD, las llamadas a la línea 144 se vieron en incremento desde que comenzó el aislamiento en el ya lejano mes de marzo. Estos registros de comunicaciones indican entre 1500 y 1000 consultas más hasta el mes de junio en promedio. Según advierten desde ONU Mujeres, esto será profundizado cuando la pandemia termine. De este modo, mujeres y niñas en América Latina y el Caribe enfrentan un incremento en la violencia doméstica, a la que se suma el aumento en la carga relacionada a los cuidados, así como un menor acceso a ingresos y empleo; esto se convierte en un conjunto de factores que a largo plazo impactarán en las brechas de género.

En nuestro país, sigue siendo lamentable tener que hablar de los números de femicidios que acorde a lo que registró el Observatorio de las violencias de género “Ahora que sí nos ven”, hasta el 31 de julio del 2020 se trato de 178 casos.  El informe del observatorio, elaborado a partir del análisis de medios gráficos y digitales de todo el país, indicó que 97 de estos crímenes ocurrieron durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio. Según el relevamiento, hubo 15 crímenes en el mes de julio. Mientras que, en los resultados totales hasta mitad de año, 67% de los femicidios fueron cometidos por las parejas o ex parejas de las víctimas, y el 69% ocurrió en la vivienda de la víctima. Dando en promedio 1 femicidio cada 29 horas en nuestro país.

Desigualdades que se profundizaron

Los brotes de COVID afectan a hombres y mujeres de manera diferente. Según los primeros estudios, el virus SARS-CoV-2 causa una mayor mortalidad en los varones. Esto puede deberse a cuestiones biológicas o culturales (hábitos no saludables como alcoholismo o tabaquismo más presente en hombres). Sin embargo, las pandemias y sus medidas de contención empeoran las ya existentes desigualdades a las que se enfrentan mujeres y niñas.

Si bien se reconocía el aumento de las posibilidades de contagio para aquellas mujeres que se encargan de las tareas de gestión comunitaria, el virus fue y sigue siendo muy difícil de contener una vez que comienza la transmisión local, y en nuestro país derivo por ejemplo en la trágica muerte de una referente de la villa 31, Ramona Medina.

Además, las mujeres forman gran parte de los sectores de salud que está haciendo frente de manera directa a la pandemia, en una situación crítica como la del colapso de camas en distintas áreas del país.

Esto cobra relevancia cuando nos enteramos que es mucho más probable encontrar mayoría de hombres en los lugares de toma de decisión en la crisis, y en consecuencia las cuestiones que atañen a las mujeres y sus necesidades puedan no ser consideradas o sean dejadas de lado.

A nivel mundial las mujeres representan el 70% del personal de sanitario y de salud. Ya sea como personal medico y enfermeras, o de higiene y limpieza, un gran porcentaje del personal en nuestro país corresponde al género femenino. Según un reciente informe del Fondo de Población de las Naciones  Unidas se debe tener consideración a como su entorno de trabajo puede exponerlas a situaciones de discriminación, así como tener en cuenta sus necesidades psicosociales, su salud sexual y reproductiva. Sobre esto último, se recomienda hacer hincapie a embarazos, situaciones de interrupción de los mismos y partos que dependen de sistemas sanitarios funcionales, y con medidas que prevengan infecciones. La provisión de elementos de planificación familiar y otros insumos de cuidados reproductivos (incluyendo elementos de salud menstrual) son centrales para la salud de las mujeres, para su empoderamiento y el desarrollo sostenible, elementos que pueden ser impactados en las cadenas de reposición en el contexto de pandemia.

En esta línea, en marzo de este año, ONU mujeres proponía una serie de recomendaciones, entre la que se destaca para el sector salud la de garantizar que las necesidades de las enfermeras y médicas mujeres estén integradas en cada aspecto de las iniciativas de respuesta a la crisis sanitaria. Esto quiere decir, desde garantizar la disponibilidad de productos de higiene menstrual, hasta escuchar sus necesidades para luego elaborar la respuesta a ellas.

Propuestas en marcha

En este contexto hubo diversas iniciativas, propuestas y programas novedosos que se lanzaron como medidas para equiparar la situación de géneros en nuestro país. Aquí mencionamos tres que son interesantes para pensar como están actuando los distintos sectores frente a la agudización de las desigualdades presentes desde antes de la pandemia.

Por un lado el MMGyD lanzo el Plan Nacional de Acción contra las violencias por motivos de género. Este busca abordar las problemáticas en esta materia de manera integral.

Considerando como punto de partida la existencia de las violencias y desigualdades, a las que, a su vez, se les suman otras por razones de clase, pertenencia étnica, religión, nacionalidad, identidad de género, orientación sexual, discapacidad, entre otras, que implican una mayor vulneración de derechos, y por ende, menor posibilidad real de su ejercicio y un aumento de condiciones para las violencias por motivo de género. Este eje es central para pensar y ejecutar a futuro políticas públicas articuladas desde un abordaje territorial. El Plan establece acciones y políticas de prevención, asistencia, protección y reparación de violencias por motivos de género, no solo para mujeres, sino también para la población LGBTIQ+.

Otro hecho relevante que cobró notoriedad mediática, más por sus detractores que por sus defensores, fue el Cupo de género en cargos directivos de las empresas, algo que se aplica en Francia y desde el 2018 en Alemania. A partir del mes de agosto, las asociaciones y sociedades que se inscriban en la Inspección General de Justicia (IGJ) deberán tener en su directorio una composición que respete la paridad de género. Así queda establecido mediante la Resolución 34/2020 del Boletín Oficial de nuestro país. Ya entro en vigencia, y dispone que en caso de que la cantidad de miembros a cubrir fuera un numero impar, deberá integrarse de forma mixta con mínimo de un tercio de miembros femeninos. Además, en caso de necesidad de intervención por incumplimiento y/o reticencia en la implementación de estas medidas de acción positiva, la IGJ pondrá en conocimiento al INADI y el MMGyD de la nación.

La discusión en torno a la propuesta se focalizó en el supuesto de que, a partir de la iniciativa, será fácil obtener un cargo por ser mujer, aunque no se cuente con los méritos para el puesto, cuando en realidad, en este sector las mujeres están totalmente subrepresentadas no precisamente por falta de capacidades, sino por techos laborales que aún no se pueden atravesar.

La Comisión Nacional de Valores (CNV) publicó en 2017 un informe que resalta la baja proporción de mujeres en los directorios de empresas que participan en la oferta pública de valores (ya sean acciones u obligaciones negociables). En 2017 sólo el 10,4% de los cargos directivos de empresas se encontraban ocupados por mujeres y -si se analiza sólo a las empresas públicas- el dato baja al 7,8% (sólo 5 cargos de los 64 totales). Según la misma publicación, del total de 236 directoras, sólo 7 (el 3,0%) ostentan el cargo de presidentas de los directorios de las compañías a las que pertenecen y 20 de ellas (8,5%) son vicepresidentas.

Por último, el MMGyD junto con AySA lanzaron un proyecto que contempla la construcción de centros territoriales de políticas de género y diversidad. Se trata de la ejecución de proyectos del Plan Argentina Hace vinculados al cuidado y acceso a derechos de mujeres, niños, niñas y adolescentes, el fomento y la priorización del financiamiento de obras publicas que se ejecuten con paridad y que garanticen la participación del área local con perspectiva de género.

La titular de AySA, Malena Galmarini, señalo que las cooperativas que a partir de ahora van a trabajar en la extensión de la red de agua, serán aquellas que respeten la paridad. El Ministerio de Obras Públicas, en articulación el MMGyD, realizará la construcción de los dos primeros Centros Territoriales de Políticas de Género y Diversidad en el partido bonaerense de Quilmes y en la ciudad pampeana de Santa Rosa, por una inversión de 90 millones de pesos. Esos trabajos tendrán como objetivo fomentar el cuidado y el acceso a derechos de mujeres, niñas, niños y adolescentes de todo el país, además de garantizar la participación de las áreas de género locales en la formulación de proyectos para revertir la alta e histórica configuración masculina en el sector de la construcción.

En suma, ya sea a nivel municipal, provincial o nacional, reunir las voces de las mujeres en la toma de decisiones ocasionará una mejor preparación y respuesta a brotes epidémicos. Para lograr esto su representación en los espacios de políticas de COVID-19 y Post COVID es fundamental. Pensado en futuras crisis de esta índole, cobrará relevancia priorizar la recopilación de datos precisos y completos desagregados por edad y sexo para comprender cómo este tipo de virus afecta a las personas de manera diferente, en términos de prevalencia, tendencias y otra información que permita aprender de los aciertos, pero mucho más de nuestros errores.

 

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