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La desinformación también es un negocio

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No voy a hablar especialmente de monopolios y medios de comunicación, tampoco de tergiversación de información, ni de fake news. No. Hoy quiero señalar la falta de esfuerzo -y seguramente de inversión- para producir información desde el Estado.

La información, que es una necesidad, requiere inversión de recursos para producir más y mejor información. Requiere de una cobertura geográfica y que ésta sea conceptual. La generación de información desde los organismos de la administración pública nacional, es escasa, y cuando no, sólo relativa a gobierno electrónico o contacto ciudadano. Para comprobarlo, basta con recorrer los portales. 

Cuando no hay oferta de información, no hay estadísticas a disposición, ni para el público, ni información cruzada relevante entre las áreas de gobierno, o para el sector privado y la sociedad, esto imposibilita toda gestión idónea y oportuna que atienda los temas que importan en términos de bienestar general.

Generar información -y con ello producir estadísticas o indicadores- es darle sentido a la información, es hacerla útil para tomar decisiones y conocer mejor la realidad de nuestro país, porque la meta es que la información desde el Estado impacte en la vida de cada uno de nosotros. 

A su vez, si hay información idónea, oportuna, precisa y concordante y ésta no se comunica eficazmente, estamos ante un segundo problema, porque la comunicación es un proceso de ida o vuelta, siempre está uno que la emite y otro que la recibe. El que la emite tiene que comunicar sus cifras y datos de manera oportuna, clara y accesible, emplear diversas salidas de la información para atender a distintos tipos de públicos, transparentar sus metodologías, acompañar las cifras con metadatos y ofrecer herramientas que faciliten el acceso a la información y su uso. Quien la recibe, por su parte, puede hacer un mejor uso de ella, si tiene acceso a las herramientas y los medios técnicos adecuados para usarla.

Usarla es contrastar, controvertir, oponerse frente a la mentira mediática e incluso aplicarla razonadamente en una discusión informal o en una tarea académica. De esa forma se va tomando conciencia y creando cultura sobre la información y el uso e importancia de la misma, que luego se convierte en conocimiento y  es ahí donde la información “es poder” para cambiar las cosas y es “negocio” para ocultar o mentir.

Hay una tarea por delante, no sólo la de generar información, sino de sistematizar, de aplicarla sobre indicadores y estadísticas para la toma de decisiones y también para acercarla al público en general, al usuario común ayudándole a entenderla mejor, a conocer sus fortalezas y debilidades, a usarla de manera juiciosa, a desvanecer mitos y malos entendidos.

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