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Medir el impacto: el desafío actual del mundo corporativo

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El autor señala la importancia de reinventar el capitalismo posicionando a las empresas como actores sociales responsables de contribuir al desarrollo sostenible de las comunidades. La contabilidad de impacto en el centro de la escena actual.

Por Juan Francisco Barbieri, Gerente de Innovación y Sustentabilidad de Barbieri

En las últimas décadas, el impacto comenzó a tomar lugar en la agenda corporativa y está presente en los objetivos de todas las empresas que quieren subirse a este cambio de paradigma que, más allá de la rentabilidad, busca un futuro más sustentable. Sin embargo, además de las acciones a tomar para generar impacto positivo, está el desafío de medirlo y reportarlo, de rendir cuentas no solo de lo que pasa “puertas adentro”, sino de cómo afectan las actividades del negocio al entorno. 

Bajo el esquema tradicional, una empresa se mide y gestiona internamente para cumplir sus objetivos, teniendo en cuenta sus recursos, actividades, ingresos y beneficios que obtiene, pero esto no las incentiva a asumir una responsabilidad extendida real con el desarrollo sostenible de su entorno.

La contabilidad de impacto, por otro lado, propone medir los resultados “externos”, los cambios sociales o ambientales atribuibles a una empresa, que pueden ser positivos o negativos, intencionados y no intencionados. Naturalmente, es un gran desafío, porque no se puede tener un control absoluto de los impactos previstos y en ocasiones no es fácil atribuir una causa particular a un efecto concreto. 

Actualmente, los estándares de GRI son los más reconocidos para hacerlo. La iniciativa de Reporte Global o Global Reporting nació hace 25 años con el fin de aumentar la calidad de la elaboración de los registros de sustentabilidad, buscando una comparabilidad, rigor, credibilidad, periodicidad y verificabilidad del mismo nivel que los informes financieros que vemos regularmente. 

La contabilidad convencional, tal y como la conocemos, sólo produce información financiera para el accionista. Por el contrario, un Reporte bajo estándares GRI explica, materializa y cuantifica cómo las actividades empresariales deberían producir una serie de resultados que contribuyan al impacto real en la sociedad. De esta manera, las empresas pueden transformarse en actores con la capacidad de cooperar desde su negocio a brindar soluciones a los desafíos socio-ambientales de hoy.

Se trata de un cambio de paradigma: En el año 1776, el economista Adam Smith formuló una de las teorías económicas más reconocidas. Esta teoría se la conoce con el nombre de la “Mano Invisible” y explica cómo los mercados deberían funcionar solos, sin legislaciones, y así encontrar un equilibrio óptimo para la sociedad. El efecto combinado de que todos busquen su propio interés beneficiaría al conjunto.

En la actualidad, es evidente la necesidad de reformular la teoría, cambiando el foco de “yo” a “nosotros”. Se trata de repensar la responsabilidad de las empresas en generar impactos sociales y ambientales positivos que luego se revierten, significando también una ganancia económica para el negocio. Es necesario reinventar el “capitalismo” tal como lo conocemos, posicionando a las empresas como actores sociales responsables de contribuir al desarrollo sostenible de las comunidades.

En Barbieri lanzamos el año pasado nuestro primer Reporte Integrado bajo estándares GRI, un paso fundamental en la evolución hacia un paradigma empresarial de Triple Impacto. Esta primera edición transparenta y cuantifica la gestión de nuestro impacto para el período 2020-2021, a partir de un Análisis de Materialidad para identificar los temas materiales más relevantes para comunicar, asertiva y transparentemente, los impactos económicos, sociales y ambientales. 

Espero que en la próxima década podamos evolucionar como humanidad para converger en una contabilidad de impacto que integre a todos los actores, que extienda el propósito de la producción de datos financieros internos a la incorporación del retorno social y ambiental de las empresas, para que todas rindan cuentas de lo que hacen no solo de cara a sus accionistas y beneficiarios, sino a la sociedad en su conjunto. 

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