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Una sociedad de cuidado

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Te contamos datos sobre el Trabajo doméstico y de cuidados no remunerado en el país y en el mundo que ayudan a comprender su valor social y económico. Achicar esa brecha, representa un paso más hacia la igualdad de género.

Por Olivia Sokol, Responsable del Area de Indicadores &  Género de FORS.

Según el Foro Económico Mundial, pese a los avances logrados, se necesitan 132 años para que haya paridad entre hombres y mujeres en el mundo. Nuestro país está en el puesto 33 del ranking de países con menor brecha de género, esto se debe principalmente al acceso a la educación, aunque seguimos encontrándonos muy abajo en la participación económica. Esta brecha, en parte, se explica por la desigual distribución del Trabajo Doméstico y de Cuidados No Remunerado (TDCNR). Las mujeres presentan mayores niveles de desocupación, suelen ganar menos y, por consiguiente, son más pobres. En este sentido, es podemos decir que las condiciones del trabajo remunerado están estrechamente relacionadas con la manera en que se resuelven las tareas no remuneradas.

El TDCNR reúne las tareas que permiten que las personas se alimenten, satisfagan sus necesidades de cuidado, cuenten con un espacio de vida digno y habitable, puedan reproducir sus actividades cotidianas y participar en el mercado laboral, estudiar o disfrutar del tiempo libre, entre otras. El reconocimiento de estas tareas no remuneradas cobra gran relevancia cuando se visibiliza su aporte económico. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que el aporte del TDCNR es de 9,0% del PBI a nivel mundial. En España, por ejemplo, asciende a un 10,3%, Francia 14,8%, Alemania 15,0%, Nueva Zelanda 20,0% y 26,8% en Australia, por mencionar algunos. Mientras que en Argentina el aporte del TDCNR al PBI es de 15,9%. Este valor muestra similares resultados a otros países en la región, que varían entre un 15% y un 24%.

El reconocimiento del Trabajo Doméstico y de Cuidados No Remunerado cobra gran relevancia cuando se visibiliza su aporte económico. En Argentina aporta el 15,9% del PBI.

Según el informeLos cuidados, un sector económico estratégico” (Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género, 2020), la distribución del TDCNR es estructuralmente desigual en nuestro país: 9 de cada 10 mujeres realizan estas tareas, que significan en promedio 6,4 horas diarias. Ellas dedican tres veces más tiempo que los varones. Esta distribución asimétrica contribuye a explicar que su participación en el mercado laboral sea más baja que la de los varones. También incide en que tengan trabajos más precarios, que implican a su vez una mayor desprotección social ya que conlleva carencia de obra social y, en un futuro, dificultades para acceder a una jubilación por falta de aportes. En este sentido cabe destacar que las sucesivas moratorias previsionales para acceder a una jubilación, y las conocidas como “jubilaciones para las amas de casa” de nuestro país, constituyen una de las políticas más fuertes de los últimos tiempos a la hora de reconocer poner en valor el TDCNR. 

Cuidados y cuidadores

La Secretaría de Innovación Pública contribuyó al desarrollo de una herramienta digital y sitio web que permite utilizar una Calculadora Del Cuidado. Esta iniciativa busca visibilizar las brechas de género en las tareas de cuidados y destaca el valor monetario de estas actividades. Al completar los distintos campos podemos comparar los propios resultados con la media de nuestro país. Lejos de ser alentadora la media de tiempo dedicada a estas tareas no remuneradas, 192 horas por mes, muestran que una gran carga horaria recae principalmente sobre las mujeres y representa el doble de tiempo que el que dedican los varones. 

192 horas por mes dedican las mujeres en Argentina al trabajo no remunerado. Esto representa 8 días enteros, el doble de tiempo que dedican los varones. Fuente: Calculadora del cuidado

Además, en los últimos años los hogares monoparentales enfrentaron un mayor impacto negativo, debido a la crisis por COVID-19 y las situaciones globales que enfrentamos. Este tipo de hogares son los más alcanzados por la pobreza y la sobrecarga de cuidados. No poder compartir esas tareas con otra persona adulta en el hogar impacta, por ejemplo, en la cantidad de recursos disponibles para conciliar su participación en el mercado de trabajo. Esto nos permite reflexionar sobre que hacer cuando no hay forma de repartir las tareas no remuneradas, que medidas podemos y debemos tomar para velar por los derechos al cuidado.

En este marco, entendido en términos de derecho, el cuidado no puede estar atado a las coyunturas sociales y económicas. Ahora bien ¿De dónde sacar tiempo para cuidar?  Por un lado, la ampliación y equiparación de las distintas licencias que engloba la Ley de Contrato de Trabajo se convierte en una herramienta crucial. Hoy, la licencia por maternidad es de 90 días y la de paternidad, de 2 (exceptuando algunos sectores públicos que por normas locales, provinciales o convenios por sector la modificaron). Por otra parte, en febrero de 2020, empezó a funcionar la Mesa Interministerial de Políticas de Cuidados (MIPC), que reúne a 12 organismos del Poder Ejecutivo Nacional, entre los que están el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad (que coordina dicha Mesa), Ministerio de Economía, la AFIP, el PAMI, ANSES, Ministerio de Desarrollo Social, entre otros, con el objetivo de “debatir y planificar políticas que aporten a una organización social del cuidado más justa, que logren una mejor redistribución familiar y social de la tarea, así como mejor redistribución entre los géneros, y que aporten a reconocer el cuidado como una necesidad, como un trabajo y como un derecho” (En Hablemos de Cuidados). Así, se articulan diferentes iniciativas, entre las que destacan: el Programa de Infraestructura del Cuidado, que impulsa la construcción de los Centros de Desarrollo Infantil, los Centros de Territoriales Integrales de Políticas de Género y Diversidad, la generación de políticas de transparencia con perspectiva de género, como el Código de Ética de la Obra Pública que incluye compromisos concretos en el principio de diversidad e inclusión, entre otras.

Fuente: Calculadora del Cuidado

 

Construir una infraestructura del cuidado

El miércoles 14 de julio se presentó el segundo informe de gestión de la MIPC. El foco estuvo puesto en el anteproyecto de ley ‘Cuidar en Igualdad’ que establece la creación del Sistema Integral de Cuidados de Argentina con perspectiva de género (SINCA) y la modificación integral del régimen de licencias en los sectores público y privado. El anteproyecto de ley busca garantizar una infraestructura de cuidado que contemple los derechos de trabajadores que se desempeñen en relación de dependencia, como monotributistas o autónomos. 

La infraestructura de cuidado comprende el bienestar y el ejercicio efectivo de los derechos de quienes reciben cuidados (niños, adolescentes, personas mayores o con discapacidad), considerando también la de aquellos que brindan los cuidados. A través de la creación de infraestructura en educación y cuidados, centros y espacios para las juventudes, entre otras, se busca garantizar la promoción y protección de la primera infancia, reduciendo la carga del TDCNR en los hogares. 

Un enfoque del cuidado desde la igualdad de derecho debe ser entendido como una responsabilidad social ya que, además de la familia, se ven involucrados una diversidad de actores. Solo en este marco podremos acercarnos a ese futuro tan ansiado de una sociedad del cuidado.

Este tipo de infraestructuras genera un alto impacto sobre la autonomía economía de las mujeres y diversidades. En el documento10 motivos para invertir en infraestructura del cuidado” (Ministerios de Obras Públicas, Economía y Mujeres, Géneros y Diversidad 2021) entre distintos puntos clave se mencionan: la multiplicación de oportunidades tanto por la generación de empleo como por el tiempo libre que le otorga a las mujeres para realizar otras actividades; la generación de cambios duraderos vinculados con la responsabilidad pública hacia el cuidado; el acceso al derecho al cuidado y al desarrollo infantil; la reducción de las brechas en la distribución de las tareas de cuidado; la ampliación de la participación de las mujeres en el mercado de empleo, entre otras.

Hoy se reconoce el derecho de todas las personas a recibir y brindar cuidados, así como también el derecho al autocuidado. El TDCNR es ejercido mayormente por mujeres y LGBTI+ de manera invisibilizada y no remunerada. Por esto, las iniciativas que buscan hacer visible el valor social y económico de los cuidados, entendiéndolo como un trabajo, promueven la igualdad de género. 

Por último, destacamos que un enfoque del cuidado desde la igualdad de derecho debe ser entendido como una responsabilidad social ya que, en este, además de la familia, se ven involucrados una diversidad de actores. Solo en este marco podremos acercarnos a ese futuro tan ansiado de una sociedad del cuidado.

 

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