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Ecofeminita, una ONG feminista e independiente

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Una organización que apuesta al conocimiento crítico, feminista e independiente como herramienta para visibilizar las desigualdades de género en todas sus formas y construir una sociedad realmente igualitaria.

Difundir economía con perspectiva de género. Ese fue el objetivo con el que nació Ecofeminita en el año 2014, una organización interdisciplinaria liderada por mujeres.  Hoy -casi ocho años después- si bien mantienen el mismo espíritu, sus horizontes se ampliaron para poder visibilizar las desigualdades de género en sus distintas formas, poniendo el foco en la distribución asimétrica de los trabajos no remunerados y de cuidados, destacando la importancia de la economía del cuidado para el desarrollo económico y la sostenibilidad del sistema.

Para ello, ofrecen cursos, consultorías, organizan charlas, apostando así a la democratización de la información y el conocimiento para fomentar la participación ciudadana y su incidencia en las políticas públicas con la mirada puesta en alcanzar una sociedad realmente igualitaria. 

“La perspectiva de género tiene que tener también perspectiva de clase, de diversidad. A quienes más les cuesta llegar a la igualdad es a las mujeres y diversidades de las clases más bajas y obviamente a las personas trans que tienen más problemas para encontrar un trabajo formal”.

Florencia Tundis, coordinadora audiovisual de Ecofeminita, participó del programa “40 Minutos de RSE” (Miércoles 22 hs porcanal 22 web) y en conversación con Alessandra Minnicelli, se refirió a los origines de la organización, sus proyectos y los desafíos que tienen por delante. Algunos extractos de esa charla forman parte de esta nota. 

Datos y más datos 

Para visibilizar la desigualdad de género, el equipo interdisciplinario de Ecofeminita, trabaja en la realización de informes, indicadores y estadísticas que sirven como sustento a la hora de llevar a cabo sus acciones y dar debates en las diversas bajo la bandera del feminismo. 

Entre las temáticas que más difunden desde la organización, se encuentra lo relativo al trabajo doméstico y de cuidados, también conocido como “trabajo reproductivo”. Se manifiesta en tareas como cocinar, lavar, ordenar, atender las necesidades de los miembros de un hogar y de la familia en general. “Todas las personas necesitamos cuidados a lo largo de nuestras vidas y la concreción de los mismos suele depender en mayor medida de las identidades feminizadas” explican desde Ecofeminita.

Tundis explica que el trabajo doméstico suele recaer más en las mujeres que en los varones. Es decir, es más probable que sean ellas las encargadas de realizar tareas de cuidado y reproducción para otros miembros de su hogar. En estos casos, el trabajo no se comercia en el mercado, se realiza entre quienes tienen un vínculo personal, y por lo tanto, no se remunera.

Esta feminización de las tareas de cuidado penaliza -de alguna manera- a las mujeres haciendo que enfrenten extensas cargas de trabajo en el hogar. El tiempo destinado a estas actividades se ve reflejado, por ejemplo, en barreras para el acceso al mercado de trabajo por falta de formación y capacitación y por ende también en la trayectoria laboral.

Como activistas feministas, centramos nuestro trabajo en la visibilización de las desigualdades de género en sus distintas formas haciendo especial foco en la distribución asimétrica de los trabajos no remunerados y de cuidados.

Para dimensionar esta problemática, según el informe “La desigualdad de género se puede medir” que incluye datos de la Encuesta Permanente de Hogares del 4to trimestre de 2021, del total de personas que realizan tareas domésticas, un 70% son mujeres y un 30% son varones. A esto se suma el hecho de que prácticamente todas las personas que se dedican al servicio doméstico (es decir, que sí venden este trabajo en el mercado) son mujeres, un 98.4%. Asimismo, del total de mujeres ocupadas, un 12.2% se dedica a esta ocupación, conformando entonces una salida laboral popular. “Sabemos que la pandemia intensificó esta desigualdad. Si bien ya había una crisis de cuidados, ese evento lo puso al descubierto” agrega Tundis y remarca que desde la entidad están tejiendo redes a nivel internacional, en tanto “la desigualdad es un problema local sino mundial”. 

Frente a la pregunta de qué tan lejos se encuentra Argentina de alcanzar un cambio real que garantice la igualdad en el entorno laboral Tundis responde: “Todavía falta bastante. La perspectiva de género tiene que tener también perspectiva de clase, de diversidad. A quienes más les cuesta llegar a la igualdad es a las mujeres y diversidades de las clases más bajas y obviamente a las personas trans que tienen más problemas para encontrar un trabajo formal”. 

 “La tasa de actividad es ampliamente mayor entre los varones por sobre las mujeres, alcanzando una diferencia que ronda los 19 puntos porcentuales” explican desde Ecofeminita. “Esta discrepancia podría ser explicada por múltiples causas. Una de ellas es que una importante porción de las mujeres en edad laboral dediquen su tiempo a realizar tareas domésticas no remuneradas, en lugar de tener una actividad en el mercado de trabajo. Otra razón posible podría ser el hecho de que las mujeres tiendan, en promedio, a educarse más que sus pares varones” amplían.

Ecofeminita es una organización interdisciplinaria creada y liderada por mujeres.

¿Qué y cómo se comunica?

En la intersección entre comunicación y feminismo hay mucha tela para cortar. Como especialista en la materia, Tundis es contundente: “La verdad es que hay avances, pero también hay un falso avance”. Explica que en la industria audiovisual se percibe “una sensación de que hay nuevos contenidos feministas, productos deconstruidos, pero la realidad es que -a veces- no es así”. Por eso, analizan publicidades, películas, cortos, programas de televisión entre otros, que se autoproclaman feministas para chequear si efectivamente lo son. 

“Una vez que desmenuzamos esos productos vemos que replican, por ejemplo, estereotipos en cuanto al aspecto físico, la ambición o el deseo de esos personajes” expresa Tundis. A ello se le suma otra arista que no es tán visible al ojo del consumidor y tiene que ver con la presencia de mujeres y diversidades en el detrás de escena de los productos audiovisuales. “Si observamos con detenimiento los créditos de quienes trabajaron, muchas veces se ve que fueron todos varones. Por eso, es importante remarcar que el valor feminista es darle lugar a las mujeres·” dice Tundis, a vez que remarca que puestos como la dirección de fotografía, de sonido el guión aun siguen mascunilizados. Esto da como resultado, que se sigan haciendo productos bajo la mirada masculina, “pero que toman los discursos feministas, pero no son genuinos”. 

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