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La RS, como una nueva forma de organización social

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Entrevistamos a Alessandra Minnicelli

Alessandra Minnicelli es abogada y Doctora en Derecho de la Universidad de Salamanca. En 2007 fundó FONRES S.A y años después creó la Fundación Observatorio de la Responsabilidad Social (FORS) -que hoy también preside y Edufors, el instituto de formación en RS. Desde esas entidades y junto a otros aliados locales e internacionales organizó las tres ediciones del Congreso Internacional de Responsabilidad Social (CIRS).

A partir de entonces -e impulsada por un fuerte compromiso social- impulsó la creación de distintas plataformas de comunicación y otras iniciativas con el objetivo de difundir, educar e instalar los valores de la RS en el país y en la región. 

Su extensa trayectoria, la ha convertido en una referente en la temática. Mediante una mirada profundamente reflexiva, adopta una posición crítica -pero con un planteo constructivo- de la dirección que ha tomado la implementación de la RS en los últimos años y analiza lo que posiblemente depare el futuro en torno a ello.

¿Qué lectura puede hacer de la manera de entender y llevar adelante las acciones de Responsabilidad Social (RS) en los últimos 10 años? ¿Le parece que hubo una evolución en ese sentido? 

Creo que en la última década, no solo no hubo una evolución, sino que, sobre todo durante la pandemia, se abandonaron las acciones RS, para volver a un esquema filantrópico donde las empresas se limitaron a hacer aportes económicos o donativos, una práctica que para nosotros corresponde a la primera etapa de la RS.

¿En qué cree puntualmente que fallaron las empresas a la hora de diseñar sus acciones de RSE?

Las compañías que tienen una actividad lucrativa no han logrado alinear sus acciones al core de su negocio. 

En cambio, las desvían hacia otros objetivos, como el auspicio de una muestra de arte, un evento o incluso alguna actividad vinculada con el medio ambiente, pero solo superficialmente porque el desarrollo de su actividad empresaria sigue sin ser sustentable, incluso en muchos casos, los bienes y servicios que producen generan un daño al planeta.

Esta tendencia se ve sobre todo en aquellas empresas que desarrollan una actividad extractiva.  Es un contrasentido.

¿Esto fue siempre así o las empresas tuvieron un rol más activo y genuino en algún momento?

Antes de que comenzáramos con la revista y la difusión fuerte de la RS en 2007, el concepto estaba comenzando a instalarse. Un poco impulsado por las empresas globales que, con una impronta más “marketinera” comenzaron a trabajar en ese sentido para acercarse a la comunidad donde se estaban radicando.

Pero luego, esas iniciativas de RSE comenzaron a complementarse con políticas públicas activas, y surgieron acciones responsables, más vinculadas al objeto de su negocio y con las necesidades de la sociedad de contener aspectos sociales y ambientales.

Después hubo un quiebre. La actividad económica de las empresas comenzó a permear, no solo en los organismos internacionales sino también en los gobiernos, y estos actores quedaron sometidos y condicionados a las eventuales decisiones de una empresa de cerrar una fábrica y generar desempleo o dejar de producir un determinado bien, y hacer un daño a la sociedad.

En ese sentido, lo nunca se terminó de definir es qué tanto sirve el compromiso empresario para desarrollar acciones responsables, ni cómo debería ser el control sobre estas acciones para que, efectivamente, sean contenedoras del impacto ambiental y social de las empresas. 

Un aspecto que se desarrolló a largo de estos 10 años es la rendición de cuentas y cada vez más empresas están haciendo reportes de sustentabilidad o balance social de su gestión. ¿Cómo evalúa este proceso y cuáles son los desafíos para el futuro en este sentido? 

Si se revisan los reportes de sustentabilidad de las empresas lo que se ve es, como ya dije, que las acciones que realizan están totalmente alejadas del core del negocio. No hay información sobre de qué forma están mitigando riesgos o impactando con sus acciones en el medio ambiente y en las condiciones de vida de la población. Por el contrario, vemos que privilegian el lucro y su propia rentabilidad.

Hay un concepto de RS como discurso, una forma de validarse y, en ese sentido, las certificaciones sobre la tarea de la empresa que han crecido en los últimos años, ayudan a reforzar esta idea, legitimando lo que no hacen.

Las empresas tampoco construyen balance social y las que lo hacen deberían sincerar la información, con datos claros sobre el impacto real de su gestión en lo social y ambiental, y el daño que pueden generar a terceros. 

En base a estas apreciaciones ¿Dónde deberían hacer foco las empresas para mejorar su política de RS?

El foco debería estar en el impacto que generan, fundamentalmente las empresas energéticas, alimenticias y las que realizan actividades extractivas, que son las que hoy están exportando recursos en crudo y no están dejando nada acá.

Como concepto, sobre la RSE, lo que debería pasar es que las empresas dejen de regirse por la lógica del capital, o sea, lucro y rentabilidad en la construcción de acciones responsables, y comiencen a regirse por la lógica de la sociedad en la que actúan y -desde ahí- puedan contener el impacto social y ambiental de su actividad. Para eso se necesita un control social y una nueva forma de organización de la comunidad.

¿Le parece que el Estado debería tener un rol más activo para lograr que las empresas sean socialmente responsables?

El camino al balance social empieza por el rol del Estado, que también debería hacer un balance social de sus propias empresas, y dar el ejemplo a las compañías privadas. 

Entonces podría comenzar a plasmarse cada año -con precisión- cuáles son las acciones y el su impacto concreto para corregir lo que haga falta. Mientras eso no suceda y las empresas se sientan obligadas hacer reportes de sostenibilidad, en un libro independiente -que muchas veces no tienen vinculación con el balance- nunca vamos a saber si la RS enfocada al core del negocio.

¿Cómo ve la RS y la sustentabilidad de aquí a 10 años?

Nosotros planteamos la RS como una nueva forma de organización social, en la que también se contenga el desarrollo productivo, la competitividad, la sostenibilidad, la cohesión social como una nueva forma de organizarnos como sociedad. 

En esta nueva organización la sociedad civil tiene que cumplir un rol fundamental, al igual que las cooperativas, que son el mejor ejemplo de RS, y los sindicatos que son quienes, efectivamente, deberían tener una mirada integral sobre las empresas, más allá de la exigencia de la mejora salarial. 

Es necesario que haya control social que se ejerce a través de organizaciones que sean independientes de las empresas y se avoquen exclusivamente a ese objetivo.

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