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Forética – Visión 2050

Forética
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Desde Forética, uno de los principales referentes en el ámbito de la Responsabilidad Social en España, repasa los avances de la sostenibilidad a nivel empresarial, regulatorio, de los Estados  y también cultural tanto en Europa como en América.

La emergencia climática, la pérdida de biodiversidad y el aumento de las desigualdades, necesitan una solución urgente. En 2015 los Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) marcaron un camino a seguir en este sentido, poniendo a las empresas, gobiernos y sociedad civil, el enorme desafío de transformarse para alcanzar un futuro mejor. ¿Qué tan rápido avanza la región en este sentido y cuáles son las diferencias con las economías europeas?

Forética es uno de los principales referentes en el ámbito de la Responsabilidad Social en España, y un actor clave ayudando a las empresas en la difícil tarea de integrar criterios, sociales, ambientales y de buen gobierno en la estrategia y gestión del negocio. Con más de 200 socios, desde su fundación en 1999, la organización fue recorriendo junto al sector empresarial, las diferentes maneras de entender y llevar adelante la sostenibilidad al interior de sus compañías y su impacto en la comunidad.

En diálogo con Revista Fonres, Jaime Silos, director de Desarrollo Corporativo de Forética, explica que en los últimos años las empresas transitaron tres etapas bien diferenciadas en torno a la manera de interiorizar la sostenibilidad.

América latina avanza más rápido que otras regiones emergentes como África y Asia, con un marcado incremento de las acciones de sostenibilidad por parte de Argentina, en los últimos años. 

En un primer momento, estos criterios se mantuvieron en el ámbito de la comunicación, orientados a mejorar la reputación externa de las empresas. Luego, en una segunda etapa, las empresas descubrieron que al implementar acciones de sostenibilidad podían mejorar su negocio, su eficiencia operativa, generar un ahorro energético y acceder al mercado de capitales para financiarse más barato.

Mientras que hoy, para Silos, la sostenibilidad es el futuro y el mundo atraviesa el mayor proceso de transformación socioeconómica de la historia de la humanidad. 

“La transición hacia una economía descarbonizada supone una inversión de más de u$s200 trillones al 2050, 200 veces el PBI de España. Esto es una gran oportunidad, pero además no hay otra alternativa, porque las compañías que quieran operar en el futuro, tendrán que ser sostenibles o no existir”. 

Contra todo pronóstico, añade, en los últimos años los consumidores también están comenzando a ver en las empresas un partner mucho más confiable, que gobiernos y reguladores. En línea con esta tendencia, la sostenibilidad está cada vez más presente en la agenda de gobiernos y de organismos de control, impulsando exigencias de sostenibilidad en términos de regulación. Pero también a nivel de política económica e inversora, donde se están incorporando criterios Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ASG).

“Vemos muy claramente cada vez más CEOs que sienten la necesidad de dar un paso al frente para proteger y promover valores sociales y ambientales. Esto hace 10 años no ocurría, los directivos de empresas eran agnósticos en términos políticos”, añade Silos.

Cómo avanza América latina en materia de sostenibilidad

En relación al resto del mundo, las compañías europeas lideran los índices de sostenibilidad. Según el ranking de EcoVadis, que pone el foco en medir y evaluar las cadenas de suministro, Europa se ubica un 15% por encima de América del Norte, un 20% sobre Latam y un 30% más avanzada que Asia. 

“Creo que esto tiene que ver con que Europa tiene un marco institucional tremendamente propicio para el avance de la sostenibilidad, porque hay consenso a nivel político, regulatorio, empresarial y también cultural, donde la propia ciudadanía demanda valores de sostenibilidad”, señala Silos.

Cada vez más CEOs que sienten la necesidad de dar un paso al frente para proteger y promover valores sociales y ambientales. Esto hace 10 años no ocurría, los directivos de empresas eran agnósticos en términos políticos.

No obstante, América latina avanza más rápido que otras regiones emergentes como África y Asia, con un marcado incremento de las acciones de sostenibilidad por parte de Argentina, en los últimos años. 

Para Silos, además de las acciones políticas, no solo institucionales o regulatorias a nivel local, será clave el influjo de las grandes compañías sobre sus cadenas de valor, trasladando la exigencia sobre cómo se comportan ellas misma, también aguas arriba con sus proveedores. 

“Entonces vamos que, independientemente del marco político institucional de América latina, los incentivos de mercado van a hacer que las compañías aceleren su apuesta y su ambición en materia de sostenibilidad”.

ODS y agenda de sostenibilidad

Sin dudas, los 17 ODS son una herramienta esencial para permitir a las empresas identificar su impacto social, económico y medioambiental y trazar una estrategia de acción.

En la misma línea, Silos opina que existe un antes y un después del lanzamiento de los ODS en 2015 y su mayor contribución fue permitir establecer una agenda de consenso político, que luego permitió avanzar en la regulación en materia de sostenibilidad.

“Al haber un acuerdo internacional en el seno de Naciones Unidas, es más fácil que los reguladores se apalanquen en esos ODS para desarrollar sus políticas. También ha servido a los gobiernos para avanzar en sus propias políticas públicas, tanto en la administración como en las empresas del estado, y para tender puentes con el sector privado”.

En cuanto a su impacto en el sector privado, Silos advierte que cuando se presiona a las compañías para su cumplimiento, suele pasarse por alto que los ODS son una agenda política y las empresas no siempre los aceptan de la misma manera. Incluso, en algunos objetivos pueden tener una contribución limitada.

En esta línea, desde Forética prefieren hablar de Visión 2050, en lugar de ODS, poniendo el foco en la contribución empresarial al desarrollo sostenible desde cada sector.

Ante tres grandes retos como la emergencia climática, la pérdida de biodiversidad y el aumento de las desigualdades, “las empresas, los gobiernos y la sociedad civil deben transformar los sistemas que permitan un desarrollo sostenible, próspero e inclusivo”, sostienen desde Forética.

En este escenario, la Visión 2050 proporciona un marco para ayudar a las empresas a desbloquear las transformaciones de las que depende un futuro seguro y sostenible, a través de nueve rutas de transformación en diferentes áreas como: energía, transporte y movilidad, espacios para vivir, productos y materiales, productos y servicios financieros, conectividad, salud y bienestar, agua y saneamiento y alimentación. 

“Estas hojas de ruta permiten conectar la realidad empresarial con el desarrollo sostenible. Si al final, cada sector económico impacta de manera más decidida sobre sus aspectos absolutamente materiales, vamos a avanzar más rápido que si le decimos a esas empresas que hagan un cumplimiento de los 17 objetivos”.

Existe una nueva directiva de reporte, que se publicará en el diario oficial de la Unión Europea antes de fin de año, que establece la creación de estándares europeos de reporte que también tendrán que contemplar las empresas.

Silos se refirió también a la dificultad del sector privado de digerir y adaptarse al exceso de regulación que se despliega de manera acelerada y complica, en muchos casos, su asimilación. Situación que muchas veces impacta en el momento de desarrollar el reporte.

“Esto es especialmente crítico en Europa, donde tenemos un solapamiento de normas que afectan el reporte, porque el mercado no está maduro y no se está dando el tiempo para absorber toda esta regulación”.

Y añade que en Europa existe un reglamento para el reporte en materia de sustentabilidad en el sector financiero, con exigencias altísimas de reporte de parámetros que, en muchos casos, las empresas no encuentran.

En paralelo, explica Silos, se está desarrollando la implementación de las finanzas sostenibles, que a su vez genera una taxonomía para determinar que es una actividad sostenible y que no lo es. “Esas taxonomías son muy complejas técnicamente y exigen un esfuerzo muy importante por parte de las empresas, que va más allá de tener una actividad con impacto positivo. Más bien se trata de ver cómo cumplir con los estándares y los requisitos técnicos para poder catalogarlos como tal”.

Por último, Silos agrega que, en paralelo existe una nueva directiva de reporte, que se publicará en el diario oficial de la Unión Europea antes de fin de año, que establece la creación de estándares europeos de reporte que también tendrán que contemplar las empresas.

“Para completar esta idea acerca del desarrollo acelerado de la regulación vinculada a temas de sustentabilidad, además tenemos una propuesta directiva de debida diligencia sobre la cadena de proveedores de las compañías, que también contempla la exigencia de hacer reportes”.

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