Los océanos actúan como reguladores del clima al absorber el calor atmosférico y más de una cuarta parte del CO2 que produce el ser humano. Asimismo, generan aproximadamente la mitad del oxígeno que respiramos. Sin embargo, los efectos del cambio climático y la acción humana están impactando gravemente en su biodiversidad. Por este motivo, es importante encontrar herramientas que ayuden a solucionar estos problemas. Desde el ámbito financiero han surgido diversas herramientas que persiguen este objetivo, entre ellos: los bonos azules.
Financian la protección y el uso sostenible de los recursos marinos.
Estos instrumentos representan una evolución innovadora en el mundo de las finanzas sostenibles ya que financian proyectos que beneficien a los océanos y los recursos marinos, promoviendo tanto la conservación ambiental como el desarrollo económico. Desde su concepción por Gunter Pauli en 2010, la economía azul ha captado la atención de gobiernos, inversores y organizaciones internacionales, buscan crear un impacto positivo y duradero en los ecosistemas marinos. En esta sección, las ideas clave para comprender el funcionamiento y la importancia de los bonos azules.
Beneficios reales para comunidades y ecosistemas
Los proyectos financiados por bonos azules tienen un alcance significativo. Estos incluyen la restauración de arrecifes de coral, la protección de manglares y la reducción de la contaminación marina. Además, fomentan la pesca sostenible y la energía renovable marina, contribuyendo al bienestar de las comunidades costeras. Por ejemplo, el bono azul soberano emitido por Seychelles en 2018 recaudó 15 millones de dólares, para financiar áreas marinas protegidas y prácticas de pesca sostenible que no solo conservan la biodiversidad, sino que también generan empleo y estabilidad económica.
Los proyectos financiados mejoran tanto la biodiversidad marina como la calidad de vida de las comunidades costeras.
Desafíos y oportunidades
A pesar de su potencial, los bonos azules enfrentan desafíos, especialmente en la medición del impacto y la transparencia. Los especialistas aseguran que todavía es vital desarrollar métricas claras para evaluar los beneficios ambientales y económicos de los proyectos financiados. La confianza de los inversionistas depende de informes detallados y precisos sobre el uso de los fondos y los resultados obtenidos. Con esta finalidad, a finales de 2020 se publicó la guía práctica para emitir un bono azul desarrollada por el Pacto Mundial de las Naciones Unidas donde se describen las mejores prácticas en este sentido.
Aseguran un futuro mejor para los océanos.
El mercado sigue creciendo
Los expertos auguran un crecimiento de estos bonos similar al que han experimentado los bonos verdes en sus primeros años. La OCDE estima que la economía azul representa el 2,5% del PIB mundial y que duplicará su tamaño de aquí a 2030 hasta alcanzar los 3 billones de dólares. En Europa, este mercado recibirá un gran impulso con los nuevos criterios de taxonomía sobre actividades económicas que puedan contribuir al uso sostenible del agua y los recursos marinos. El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres ha reiterado en diversas oportunidades que la vida depende de los océanos. “Salvando los océanos, estamos protegiendo nuestro futuro. Y el sistema financiero a través de los bonos azules tiene una oportunidad única para contribuir al logro de este importante reto” afirma.
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