Por: Lic. Pablo Damián Lazzari – Posgrado en Estructura Económica Argentina – UNDAV
Cuando recibí la convocatoria al 1° Congreso de Posgrados en Economía desde la Universidad Nacional Autónoma de México, junto con la alegría de la noticia, me planteaba el desafío de recordar la palabra de Marcelo Diamand en aquella destacada Casa de Altos Estudios donde se darían cita otras ilustres instituciones del mundo académico. Se presentaba una oportunidad para difundir no sólo el pensamiento del autor sino además la dinámica que transitó -y transita- la coyuntura económica de nuestro país como así cuestiones y problemáticas comunes para nuestra América latina. De allí el origen del título.
Hablar resumidamente de restricción externa desde la mirada de Diamand nos llevará a reflexiones sobre modelos y ciclos económicos de los que Argentina estuvo, y está sujeta, por la aplicación de teorías alejadas de la realidad nacional, sea en términos de aplicación plena de recursos (mirada neoclásica) o de insuficiencia de demanda (modelo keynesiano), que no hacen más que distorsionar observaciones sobre ineficiencia industrial, disminución de la intervención estatal; o de un proteccionismo extremo respectivamente. Vemos así que ninguna de las posiciones tiene un correlato con nuestra realidad, dado que el principal problema que nos aqueja es la insuficiencia de divisas del sector externo, algo que hoy día vemos con claridad.
Todo nos lleva al concepto del autor en torno a las “estructuras productivas desequilibradas” (EPD), y por el cual describe nuestra particularidad en la conformación económica nacional. Expone dos tipos de estructuras. Las llamadas “Estructuras Productivas Equilibradas” (EPE) y las “Estructuras Productivas Desequilibradas” (EPD), donde, si bien en ambas coexiste el sector primario con el sector industrial, en las primeras (EPE), los precios de los productos exportables que generan ambos sectores son iguales o cercanos a los internacionales y donde cuyas crisis pueden resolverse devaluación mediante. En las EPD, sólo los precios que maneja el sector exportador primario –de mayor productividad y crecimiento más lento- están próximos a los internacionales, y los del sector industrial –de menor productividad- son más elevados, situación “que representa una ruptura total con el precepto normativo de la teoría ortodoxa referente al libre comercio y la división del trabajo internacional” (Diamand, 1996). Circunstancias que hace a estas EPD susceptibles de recurrentes crisis de balanzas de pagos dado que el sector industrial -por su propio desarrollo- es mayoritariamente consumidor de divisas y no generador de las mismas, por lo que se hace visible un “nuevo modelo económico, caracterizado por la crónica limitación que ejerce sobre el crecimiento económico el sector externo” (Diamand, 1972) llamado “economía con restricción externa” (Diamand,1988).
Así, en las EPD el desarrollo de la actividad industrial apunta casi por fuerza mayor al mercado interno y, por tanto, la provisión de divisas queda subordinada casi exclusivamente al sector exportador primario con pertinentes limitaciones sea por condiciones de oferta interna, por demanda mundial o por ambas a la vez (Diamand, 1972). Esto no es nuevo. Recorrer la historia del modelo agro-exportador así lo evidencia. Por todo ello, dichas EPD se caracterizan por sus reiteradas recesiones que limitan la producción por debajo de su capacidad productiva generando inflaciones que derivan en insuficiencias distributivas con disputas entre el sector agrícola-ganadero, la industria y los asalariados, sumando deterioro estatal y corriente deuda externa (Diamand, 1988). Vemos así también que la utilización de la capacidad productiva juega un papel importante.
En este panorama, con insuficiencia de divisas y sin capacidad productiva a pleno todo llevaría a la sustitución de importaciones como una solución aunque sin resolver el problema de fondo vinculado esta a la divergencia de crecimiento entre la industria –consumidora mayoritaria de divisas- y el agro -proveedor de ellas y de crecimiento más lento– motivo por el cual la crisis de balanza de pagos no tardaría en llegar dado que junto al avance de la industrialización interna llegan las propias barreras de la producción/tecnológicas que pueden ralentizar el ingreso de divisas por una desactualización de productos industriales dispuestos hacia el exterior. Situación que generaría descontento social y que fuerzas políticas lo pueden utilizar en función a sus propios intereses con modelos económicos de tinte neoclásico. El recrudecimiento del panorama inicial se hace presente.
Vemos así que la industrialización por sustitución de importaciones tiene un límite por su propio desarrollo y porque el ahorro de divisas no alcanza a compensar el aumento de su consumo necesario para crecer industrialmente (Diamand, 1988). Se presenta así otro grave problema dado que el BCRA no puede emitir dólares.
Tiempos electorales. Nuevo gobierno y métodos recesivos junto con una restricción monetaria para adecuar el nivel de actividad con estrangulamiento exterior se hacen presentes. Recrudece el endeudamiento como salida rápida. La devaluación se hace presente provista por la divergencia indicada entre el consumo y el abastecimiento de divisas (Diamand, 1972), para que, en consecuencia, se reinicie el estadio original y los “ciclos económicos argentinos”.
Entonces vemos que restricción externa, capacidad productiva, tipo de cambio para productividades diferentes, coyuntura política, administración de importaciones, y balanza de pagos son determinantes para entender la dinámica de economías con una raigambre de producción primaria sumamente marcada.
Contrarrestar aquellas pirámides invertidas de las ciencias sociales de las que habla Diamand que, sin corresponder a nuestra realidad social, la transgreden degradando nuestra independencia económica y nuestra soberanía política es la tarea. Seguramente el desafío es grande aunque no mayor al compromiso por llevarla adelante.
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