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¿Por qué la industria del juguete se niega a representar la diversidad?

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A lo largo de los años, la industria del juguete ha perpetuado estereotipos de género, limitando las experiencias de juego y aprendizaje de las infancias. ¿Cómo afecta la falta de inclusión en el desarrollo de los más pequeños?

En la industria del juguete han dominado históricamente los sesgos de género. Esta tendencia se traduce en una división de juguetes para varones y mujeres, que no hace más que plantear una asignación diferenciada de comportamientos y roles para cada uno.

En ese sentido, las muñecas promueven ideales de una estética hegemónica, en muchos casos racista, mientras otros juguetes como cochecitos, bebotes o cocinitas, promueven una aspiración al cuidado, la realización de las tareas domésticas y la maternidad.

Por el contrario, los juguetes tradicionalmente masculinos resaltan otros atributos como la superioridad, la fuerza, la actividad y la competencia, negando otros valores como la capacidad de cuidar. 

Pero los juguetes no solo reproducen sesgos de género, sino que tampoco logran representar la diversidad del mundo real, dejando afuera una cantidad de condiciones diferentes que van desde el color de la piel, hasta la contextura física o la existencia de discapacidades.

Más allá de las representaciones, muchos de los juguetes que se ofrecen a nivel masivo no son aptos o excluyen a una cantidad de niños que tienen alguna diversidad funcional. Este recorte de la realidad no es inofensivo, considerando que el juego y los juguetes cumplen funciones esenciales para el desarrollo de las personas en la infancia. No solo entretienen y divierten, sino que educan y ayudan al despliegue de habilidades físicas y mentales.

Cómo impacta la falta de juguetes inclusivos en el desarrollo de las infancias

A través del juego, las infancias maduran funciones mentales como la asimilación, la comprensión y la adaptación a la realidad. También desarrollan la autoconfianza, aprenden a controlar sus emociones, conocen nuevos sentimientos y sensaciones. El juego es clave para socializar con otros y crear vínculos emocionales, así como para aprender a resolver conflictos.

En diálogo con revista Fonres, la psicopedagoga y fundadora de Libres del Bullying, María Zysman, explica que los juguetes todavía están muy diferenciados por género, una tendencia que se ve claramente en las grandes cadenas, donde los juguetes de varones y mujeres están agrupados y ubicados en distintos sectores. Además, a diferencia de otros países, en Argentina, todavía no hay una gran oferta con atributos más inclusivos, y lo que hay es muy caro.

La explicación detrás de esta tendencia es económica. “Creo que vende más lo estereotipado. El día que sea más redituable vender diversidad, se hará. Por otra parte, creo que, sobre todo en Buenos Aires, lo diverso parece estar asociada a lo político, cuando no debería ser así, porque nadie es dueño de ciertas ideas y la realidad es enorme”, señala Zysman.L

Sin embargo, para la psicopedagoga es importante evitar posturas extremistas, ya que tanto las nenas como los varones pueden elegir determinados juguetes porque los acerca a identificaciones con su mamá o su papá.

Los juguetes no solo reproducen sesgos de género, sino que tampoco logran representar la diversidad del mundo real, dejando afuera una cantidad de condiciones diferentes.

“Eso es espontáneo. El juego permite dramatizar y elaborar ciertas situaciones. Que una nena quiera planchar, limpiar o jugar a la mamá, le sirve para encontrarse y construirse, pero si al mismo tiempo quiere comprar unos guantes de boxeo o un camión de bomberos, tendrá que poder hacerlo, sin que eso genere angustia ni existan prohibiciones o condicionamientos de afuera”, señala Zysman.

Barbies con vitiligo, muñecos con síndrome de down y muñecas curvy: ¿juguetes para todos?

Aunque a nivel masivo los juguetes no representan la diversidad del mundo real y continúan reproduciendo ciertos sesgos, la necesidad de avanzar hacia un desarrollo más inclusivos, es una preocupación cada vez más presente, sobre todo para pequeños jugueteros artesanales y aunque, en menor medida, también para grandes fabricantes tradicionales.

En un intento por reflejar “una visión multidimensional de la belleza y de la moda”, como ellos mismos definen, Mattel reversionó su clásica y hegemónica muñeca, y lanzó nuevos modelos como Barbie curvy, con vitiligo, pelada, en silla de ruedas o con prótesis en sus extremidades.

Playmobil lanzó para San Valentín una campaña de diversidad sexual con parejas mujer-mujer, hombre-hombre y mujer-hombre, y LEGO presentó un set LGBT+, “Everyone is Awesome” (todes son asombrosos) que incluye 346 piezas sin género específico salvo las de color violeta que traen una peluca en homenaje a las drag queens.

Por su parte, la marca española Nenuco tiene una línea exclusiva llamada Diversidad e Inclusión, y ofrece muñecos con Síndrome de Down, con implante coclear, con gafas con el objetivo de fomentar “la tolerancia y la integración en la diversidad”.

Estos son solo algunos ejemplos de lo que grandes industrias globales están desarrollando para tener una oferta un poco más inclusiva.

A nivel local, la Cámara Argentina de la Industria del Juguete tiene una agenda inclusiva desde la que promueve diferentes acciones como: el estímulo a emprendedores, que son quienes pican en punta en el diseño y desarrollo de juguetes inclusivos; el apoyo institucional al Concurso de Diseño de Juguetes inclusivos organizado por la Fundación Fundalc; la articulación con la Agencia Nacional de Discapacidad, para impulsar la jornada “Jugueterías Distendidas y generar un ámbito amigable en los comercios para personas con autismo.

“Casita de Muñecas”, es una empresa argentina que fabrica exclusivamente bebotes y son conocidos por ser los creadores de Oli, el primer muñeco de ese estilo con síndrome de down. Pero, además, tienen otros modelos como Anahí/Yacu, de pueblos originarios, con distintos tonos de piel y rasgos orientales. Yoly Bell es otra clásica compañía local que fabrica muñecas y bebés desde 1953. Su catálogo incluye a Simona y Tomasito, dos muñecos con síndrome de down.

Mención aparte merece el caso de Braillin, un muñeco creado para aprender braille, hace 22 años. 

Aunque se están haciendo esfuerzos para incluir más diversidad el cambio parece ser lento para una industria del juguete que es conservadora y repite fórmulas para no fracasar.

Virginia Pérez trabajaba como maestra de apoyo en Corrientes, con una niña ciega en primer grado, y creó un muñeco con una caja de cartón de leche y pelo de lana como una herramienta didáctica para enseñarle braille. Lo cierto es que rápidamente captó el interés del resto de chicos en al aula que, a través de Braillin, pudieron familiarizarse con el sistema. 

Al poco tiempo, y sin demasiadas expectativas, Pérez envió el proyecto a un concurso de la Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE) y, para su sorpresa, ganó el primer premio. 

El Gobierno español mandó a fabricar unos 3.000 braillines a China, sin su autorización, y mientras su creación se hacía viral en el resto del mundo, ella continuaba dando clases en las aulas con su versión hogareña del muñeco. Tiempo después comenzó a fabricarlos localmente y los vende en Argentina y el mundo.

Zysman celebra que haya una “movida” de fabricantes de juguetes que apuntan a la diversidad y la inclusión, aunque advierte que se corre el riesgo de caer en el estereotipo contrario.

“Hay tanta contracultura que termina siendo exagerado. A mí me parece bien que haya Barbies gordas, lo que me llama la atención es la gran propaganda, cuando debería ser algo natural. Es un problema grave que haya habido Barbies tan flacas, tan fuera de escala, pero no solo eso, hay una gran cantidad de cosas que se le presentan a los chicos, incluso desde redes sociales, con lo hay que tener para ser perfectos”, señala Zysman.

Una propuesta con juguetes para todos

Juguetes Universales es un proyecto familiar que tiene más de 10 años, aunque desde hace dos este legado pasó a las manos de Josefina Saccarello, diseñadora gráfica y encargada de finanzas; Emilia de Ezcurra, que es fotógrafa y se encarga de redes y marketing digital, y Camila Beccar Varela, profesora de nivel inicial encargada de productos.

Juntas forman un equipo virtuoso y multidisciplinario que les permite encarar este proyecto en todas sus facetas. Desde un local ubicado en Beccar, la zona norte de Buenos Aires, y las redes sociales, ofrecen “un juguete para cada niño, más allá de la dificultad o la diferencia que puedan tener”.

Las tres coinciden en que los pequeños emprendedores o artesanos del juguete son quienes hacen girar la rueda de la diversidad, con su talento para crear juguetes innovadores y la predisposición y atención a busca soluciones, inventar cosas nuevas y utilizar materiales más nobles y sustentables. 

En ese sentido, Camila explica que hay una red muy grande de jugueterías didácticas en todo el país, cerca de 450, y pequeños fabricantes que están conectados, buscando juguetes que abarquen a la mayor cantidad de personas.

“Donde realmente se ve más interés para genera un cambio es en el pequeño productor, que te llama y te dice ‘contame lo que necesitás o qué le puedo hacer a este juguete para que sea más abarcativo’. Es cierto que también es más difícil llegar a la grandes empresas”, añade.

En cuanto a la impronta que tiene Juguetes Universales, Josefina explica que antes de que ellas tomaran el proyecto, la idea de una juguetería inclusiva estaba gestada, pero con el tiempo fueron mutando de este concepto más específico, a la idea universalidad.

“Tratamos de tener de todo para todos. Juguetes chiquitos, grandes, caros, baratos, que trabaje muchas y pocas habilidades, para todas las edades, desde primera infancia hasta ancianos. Buscamos productos que puedan servirle a todos. Pero, además, cuando venís a comprar un juguete, no es solo eso. La gente charla con nosotras, los asesoramos, los acompañamos”, señala.

Aunque a nivel masivo los juguetes no representan la diversidad del mundo real y continúan reproduciendo ciertos sesgos, la necesidad de avanzar hacia un desarrollo más inclusivo, es una preocupación cada vez más presente.

Emilia agrega que la idea es que todos puedan encontrar algo que les sirva y, si ellas no lo tienen, le van recomendar al cliente donde encontrarlo. “Creo que es parte de la construcción de lo que nosotras queremos hacer. Como jugueteras es importante conocer a nuestro público para poder recomendar lo que más se ajuste a su necesidad y que pueda aprovecharlo al máximo. Entonces, no importa tanto si tenés juegos inclusivos o no, lo importante es que puedas hacer inclusivos todos tus juguetes”.

Para las tres jugueteras de Beccar, este concepto de universalidad, trasciende el término de inclusivo, una clasificación que no debería mencionarse como una especificidad cuando, en realidad, lo diverso es la norma. “No deberías tener que decir soy una juguetería inclusiva, sino que todas deberían serlo. Nos genera ruido tener que hacer esta diferenciación cuando nosotras creemos que debería ser la norma. Así como el mundo es diverso, los juguetes también lo son”, enfatiza Josefina.

En Juguetes Universales buscan juegos que sean creados con la asesoría de psicopedagogas, pero el diferencial es que conocer muy bien todos los productos que ofrecen para saber que es acorde para cada uno. “Quizás es un juego que parece fácil a simple vista, pero vos como juguetero conocés lo que trabaja, para qué edad está sugerido y qué habilidades simula. Esa es la diferencia entre inclusión y la versatilidad”, explica Camila.

Además de juguetes sugeridos por edad y por tipo de estímulo (visual, auditivo, motricidad gruesa y fina, táctiles, cognitivos y de socialización), ofrecen materiales para fonoaudiología, psicopedagogía y terapia ocupacional.

Los juguetes inclusivos son herramientas fundamentales para crear un entorno de juego más equitativo y diverso, donde las infancias puedan desarrollar habilidades sociales, emocionales y cognitivas mientras se divierten. 

Aunque se están haciendo esfuerzos para incluir más diversidad el cambio parece ser lento para una industria del juguete que es conservadora y repite fórmulas para no fracasar. La buena noticia es que hay un movimiento creciente para romper viejos esquemas, con marcas independientes y grandes compañías que se animan a lanzar productos más inclusivos y diversos.

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