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Saberes indígenas frente a la crisis climática.

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Los pueblos indígenas protegen una cuarta parte del planeta con prácticas ancestrales que promueven la sostenibilidad. A pesar de su valioso conocimiento para la preservación ambiental, siguen siendo marginados de las políticas climáticas globales. Incorporarlos, es esencial para enfrentar el cambio climático de manera más efectiva y justa.

Los territorios que se encuentran bajo los cuidados de los pueblos indígenas se extienden sobre una cuarta parte del planeta, un área que no solo alberga una asombrosa biodiversidad, fuente de oxígeno, sino también un gran caudal de conocimiento valioso para la humanidad. 

Según el PNUD (climatepromise.undp.org/, 1 de agosto de 2024), el 36 % de los bosques intactos del mundo están bajo el cuidado de comunidades indígenas. A diferencia de otras regiones que se enfrentan a una degradación ecológica, estas áreas prosperan gracias a la gestión basada en un profundo respeto por la naturaleza y un conocimiento ancestral que ha sido perfeccionado durante milenios. Esta relación simbiótica, casi orgánica, es uno de los secretos mejor guardados en la batalla por frenar el avance del cambio climático. Sin necesidad de tecnología avanzada o infraestructuras complejas, las prácticas indígenas mantienen en pie ecosistemas que, de otra manera, habrían sucumbido ante las presiones del desarrollo.

La sabiduría de estas comunidades se refleja en la preservación del paisaje, como así también en su capacidad para adaptarse a los cambios climáticos. Durante generaciones, los pueblos indígenas han ideado métodos para enfrentar las adversidades naturales. Desde la implementación de cultivos resistentes a la sequía hasta la construcción de viviendas que minimizan el consumo de agua en zonas áridas, su conocimiento no responde únicamente a una necesidad inmediata, sino a una profunda comprensión de los ciclos naturales. Este tipo de saber, transmitido de una generación a otra, ofrece una hoja de ruta sostenible para los tiempos inciertos como los actuales.

El 36 % de los bosques intactos del mundo están bajo el cuidado de comunidades indígenas que  prosperan gracias a la gestión basada en un profundo respeto por la naturaleza y un conocimiento ancestral.

Frente a esta realidad, desde el PNUD plantean una interrogante: ¿Por qué no se ha incluido a las comunidades indígenas de manera activa en las conversaciones climáticas globales? A pesar de los evidentes beneficios que podrían aportar a la lucha contra el cambio climático, éstas siguen siendo marginadas, excluidas de los espacios de toma de decisiones donde realmente podrían hacer una diferencia. La historia ha sido testigo de un patrón de exclusión que no solo las deja fuera de las negociaciones, sino que pone en peligro su capacidad para seguir protegiendo los territorios que han custodiado durante siglos.

El PNUD advierte que para que las políticas climáticas sean verdaderamente efectivas, es crucial garantizar el consentimiento libre, previo e informado de los pueblos indígenas. Este proceso permite que las comunidades participen activamente en la creación de las políticas, y que puedan decidir sobre su implementación en sus territorios. De no ser así, las iniciativas climáticas corren el riesgo de imponerse sobre estas poblaciones, perpetuando un ciclo de despojo y vulnerabilidad que solo agrava las desigualdades históricas.

Además, explican, es necesario colaborar con las comunidades indígenas y respetar sus conocimientos y prácticas como parte esencial de una labor de conservación ambiental eficaz, sostenible y que tiene en cuenta la cultura. En este marco, también es relevante que los gobiernos promulguen leyes que consagren y protejan la propiedad intelectual de esos saberes. La educación y el desarrollo de capacidades, es otro aspecto a implementar en el marco de las políticas climáticas. “Incorporar la historia, la cultura y los sistemas de conocimiento indígenas a los programas educativos es clave para preservar su patrimonio”, añaden. 

Por último, es esencial abrir vías para que los pueblos indígenas accedan de manera directa a la financiación climática. Muchos de los proyectos de mitigación y adaptación climática que llevan a cabo estas comunidades carecen del apoyo económico necesario para escalar sus soluciones a un nivel global. El control directo de estos fondos les permitiría no solo continuar con sus prácticas sostenibles, sino también fortalecer sus derechos territoriales y mejorar la gobernanza de sus tierras.

Los pueblos indígenas son más que una pieza clave en la acción climática: son los verdaderos herederos de una sabiduría que, hoy más que nunca, el mundo necesita. Su integración plena en las políticas climáticas globales no es una opción, sino una necesidad urgente para asegurar el bienestar del planeta y de las futuras generaciones.

Sin necesidad de tecnología avanzada o infraestructuras complejas, las prácticas indígenas mantienen en pie ecosistemas que, de otra manera, habrían sucumbido ante las presiones del desarrollo.

Conocimientos indígenas aplicados a soluciones climáticas

La milpa, una práctica tradicional de cultivo de los mayas indígenas de Centroamérica y el sur de México, es un modelo agrícola sostenible que involucra la rotación de cultivos dentro de una zona boscosa. Como resultado, los “jardines forestales” mantienen niveles elevados de biodiversidad y fertilidad del suelo al preservar un abanico de hábitats forestales y agrícolas, lo que contribuye significativamente a las acciones de mitigación y adaptación ante el cambio climático.

Los pueblos aborígenes de Australia han practicado durante mucho tiempo el manejo tradicional de incendios, conocido como “quema cultural” o “quema a baja temperatura”, para gestionar el entorno. Esta práctica consiste en el uso controlado de incendios de baja intensidad para reducir el material combustible, controlar la vegetación y propiciar la biodiversidad. Los pueblos indígenas suelen poseer profundos conocimientos sobre el comportamiento del fuego, los patrones meteorológicos y las respuestas ecológicas, lo que les permite realizar quemas con seguridad y reducir al mismo tiempo los riesgos de incendios forestales.

Los pueblos indígenas son más que una pieza clave en la acción climática: son los verdaderos herederos de una sabiduría que, hoy más que nunca, el mundo necesita.

En países de África Occidental, se han desarrollado sistemas, en los que los cultivos coexisten con los árboles, ayudan a reducir la erosión del suelo y mejoran su fertilidad. Mientras tanto, la diversificación de cultivos reduce el riesgo de pérdida total de cosechas por plagas, enfermedades o condiciones meteorológicas extremas. Estas estrategias garantizan la disponibilidad de alimentos y protegen los medios de subsistencia frente a fenómenos meteorológicos extremos, como sequías y lluvias intensas.

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