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La brecha de género en tecnología, un desafío que no puede esperar.

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Aunque cada vez más mujeres eligen carreras relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM), la brecha de género en el sector persiste. Factores culturales, estereotipos y la falta de modelos femeninos limitan su participación en uno de los sectores más dinámicos y mejor remunerados.

Aunque el mundo avanza significativamente en la reducción de la brecha de género en ámbitos clave como la educación y el trabajo, las oportunidades de acceso para hombres y mujeres todavía siguen siendo desiguales. Pese a los esfuerzos, aún persisten barreras estructurales, culturales y económicas que impiden concretar el objetivo de una igualdad real, y deja en evidencia el largo camino por recorrer para garantizar condiciones equitativas en todos los sectores.

La brecha de género no es igual ni uniforme, sino que se manifiesta en distintos niveles según los ámbitos. Así como históricamente las mujeres han ocupado en mayor número, roles vinculados al cuidado, los servicios, la comunicación y la educación, los roles técnicos y estratégicos, todavía, siguen siendo dominados por hombres. Considerando que la tecnología cumple un rol central en la transformación de la sociedad, como motor de la innovación y el desarrollo económico, reducir la brecha de género en este ámbito, es un desafío impostergable.

 

La brecha persiste

Áreas clave como tecnología enfrentan una marcada subrepresentación, entre otros factores, por la falta de acceso de las mujeres a carreras STEM, acrónimo en inglés, referido a las disciplinas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.

Con el objetivo de reducir la brecha de género en tecnología, la organización civil Chicas en Tecnología trabaja desde hace años a través de diversas acciones en América Latina. Así, realizan investigaciones que buscan visibilizar la falta de participación de mujeres en disciplinas STEM. En el reciente informe “La brecha que persiste. Cuántas mujeres faltan para alcanzar la paridad tecnología”, la organización señala que, aunque el sistema universitario argentino ha logrado incrementar la matrícula universitaria un 40% entre los años 2012 y 2021, el número de mujeres en carreras STEM sigue siendo menor al de los hombres.

Según el estudio, en ese lapso se inscribieron más mujeres que varones en las universidades argentinas. De 710.668 nuevas registros en 2021, el 62,6% fueron mujeres. Este crecimiento se sostuvo sostuvo entre el 2012-2021, con un incremento del 88% en el caso de las mujeres y del 43% en el de los varones. Desde 2012 la cantidad de mujeres en carreras STEM aumentó un 85%, mientras que en el caso de los hombres este incremento fue del 23%.

Considerando que la tecnología cumple un rol central en la transformación de la sociedad, como motor de la innovación y el desarrollo económico, reducir esta brecha es un desafío impostergable.

Pese al incremento en la inscripción de mujeres en carreras STEM, todavía existe un predominio de varones en estos ámbitos: sólo 1 de cada 5 estudiantes de carreras intensivas en programación son mujeres. “Si bien nuestro estudio es cuantitativo, durante las investigaciones pudimos comprobar cómo estos datos dialogan o se contextualizan en un entramado mucho más amplio, que es el recorrido de las mujeres al momento de tomar sus decisiones de vida”, explica Paula Coto, socióloga y directora Ejecutiva de Chicas en Tecnología. 

En ese sentido, para Coto la brecha no comienza en el ámbito universitario, sino que se genera mucho antes, cuando esas jóvenes y niñas crecen y se desarrollan en contextos donde se reproducen estereotipos de género.

Maria Laura Ullmann, CMO​ y Tech & Learning Sponsor, de Digital House, señala que si bien tradicionalmente han observado una mayor proporción de hombres inscriptos, en los últimos años esta tendencia comenzó a cambiar gradualmente y, actualmente, más del 45% de los estudiantes en esa casa de estudios, son mujeres. 

Aunque la brecha varía en función del programa o curso, en áreas como desarrollo de software, la participación masculina es predominante, mientras que en disciplinas como diseño UX/UI, producto o marketing digital, la proporción de mujeres es más equilibrada.

Para Ullmann esta sutil reducción de la brecha de género se debe a “la promoción de roles femeninos en la tecnología, la creación de comunidades de mujeres en tecnología, y la mejora en la estrategia de comunicación para hacer los programas más atractivos para las mujeres”.

¿Por qué las mujeres no eligen estudiar carreras tecnológicas?

Para Coto, uno de los motivos que contribuye a la brecha de género en el estudio de carreras tecnológicas comienza con la manera en la que se acompaña a las niñas desde la escolaridad formal. En la mayoría de los casos, las mujeres muestra un interés particular por materias como matemática cuando comienzan la primaria, pero con el tiempo ese interés disminuye, en parte, por la falta de acompañamiento y estímulos que reciben.

Esto las desalienta a tal punto que llega a generar inseguridad sobre su propia capacidad y destreza en áreas STEM. “Es una gota constante que va permeando en las jóvenes y corroyendo su autoestima. También influyen los mensajes y las distintas representaciones que toman de sus consumos culturales, películas o series donde los matemáticos y los científicos son varones. Cuando llegan a la escuela, todo ese recorrido se hace más palpable”, explica Coto.

Por su parte, Marina Rosso Siverino, vicepresidente del Departamento Técnico del Centro Argentino de Ingenieros y presidente de la organización Pollera Pantalón, advierte que, en líneas generales, tanto varones como mujeres están dejando de estudiar carreras “duras” como ingenierías. Tal es así que, por ejemplo, entre Argentina e India hay una brecha de 10.000 estudiantes contra 1,5 millones.

La escasa inclusión de mujeres perpetúa las desigualdades salariales y limita su acceso a oportunidades laborales en uno de los sectores más dinámicos y mejor remunerados del mercado.

Pero, al margen de esta generalidad, dentro del porcentaje que aún continúa eligiendo estas carreras, la mayoría son hombres. En ese sentido, para Rosso Siverino, la diferencia de acceso que se da entre varones y mujeres, tiene que ver principalmente con al ausencia de modelos de inspiración femeninos. “No hay difusión de las mujeres en las carreras de STEM, a pesar de que todas son muy buenas. En los eventos de tecnología es muy común ver paneles integrados por hombres. Faltan modelos que inspiren”, añade la ingeniera.

Patricia Cristaldo, directora del Departamento de Ingeniería en Sistemas de Información de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), coincide en que todavía existe una brecha muy marcada entre varones y mujeres en carreras tecnológicas. Datos sobre los alumnos inscriptos para cursar en la cohorte 2025, ponen de manifiesto esta disparidad. 

Para la carrera de Ingeniería en Sistemas de Información, por ejemplo, hay un 49,48% más de varones inscriptos. En el caso de la Licenciatura en Organización Industrial, la brecha es del 21,65%, en Ingeniería Electromagnética del 15,46% y para Ingeniería Civil, 13,40%.

“Estas diferencias, aunque varían en porcentajes, se han mantenido en líneas generales a lo largo de los años. Aunque durante la pandemia, quizá porque muchas mujeres vieron que podían estudiar desde su casa, se redujo un poco esta brecha. Creo que es un tema cultural y de falta de información sobre estas carreras desde la niñez”, explica Cristaldo.

El enorme impacto de la brecha de género en tecnología

En un mundo con una creciente demanda de habilidades tecnológicas, la falta de representación femenina en tecnología limita el desarrollo del sector. En tanto, las soluciones tecnológicas pueden carecer de enfoques inclusivos que consideren las necesidades de diferentes usuarios, así como los productos y servicios pueden reflejar sesgos, solo por nombrar algunas de sus consecuencias.

En ese sentido, Coto señala que el hecho de que la participación femenina en carreras STEM sea minoritaria impacta también en ámbito laboral donde este desequilibrio denota la falta de una mirada diversa de profesionales.

Es clave que las instituciones educativas tomen un rol activo fomentando el interés por carreras STEM y de ciencia en mujeres desde la infancia, evitando estereotipos de género y ofreciendo modelos femeninos a seguir.

“Esto limita el tipo de soluciones tecnológicas que desarrollamos. Varios estudios demuestran cómo la participación de mujeres no solo incrementa las oportunidades financieras de las diferentes iniciativas, sino que el trabajo en equipo brinda estándares más altos. Además, las mujeres tienen una mirada de la tecnología distinta, en tanto la ven como una herramientas de impacto social. Es importante pensar cómo esta brecha impacta en la configuración del futuro del trabajo”, explica Coto.

En la misma línea, Ullmann agrega que la escasa inclusión de mujeres perpetúa las desigualdades salariales y limita su acceso a oportunidades laborales en uno de los sectores más dinámicos y mejor remunerados del mercado. 

“Un ejemplo concreto de cómo la formación en habilidades digitales puede transformar vidas lo vimos en un programa que hicimos junto al Banco Mundial. Durante dos años, acompañamos a un grupo de mujeres que accedieron a formación en tecnología, y observamos cómo mejoraron su situación personal y laboral en comparación con otro grupo que no tuvo la misma oportunidad. Este tipo de iniciativas demuestra el impacto positivo que tiene reducir la brecha de género en el sector tecnológico, no solo a nivel individual, sino también en términos de desarrollo económico y social”, añade Ullmann.

Para Cristaldo, el desbalance entre hombre y mujeres en el sector tecnológico también genera un gran impacto en la sociedad, ya que las mujeres aportan una perspectiva diferente a la del hombre que, en equipos mixtos, es muy valiosa. “Me parece clave crear grupos de trabajo heterogéneos. Justamente los más rico se da a partir de la interacción y la completación de hombres y mujeres trabajando en equipo”.

¿Qué rol juegan las instituciones educativas en la reducción de la brecha?

Es claro que las instituciones educativas, en todos los niveles, tienen un papel crucial para reducir la brecha de género en el ámbito de la tecnología. En ese sentido, es clave que tomen un rol activo fomentando el interés por carreras STEM y de ciencia en mujeres desde la infancia, evitando estereotipos de género y ofreciendo modelos femeninos a seguir.

Otras acciones clave son el desarrollo de programas específicos que promuevan la participación de niñas y mujeres en estas áreas, facilitar el acceso a becas, mentorías y programas de intercambio, así como establecer alianzas con el sector tecnológico para crear prácticas profesionales, programas de capacitación y eventos dirigidos a mujeres.

Ullmann explica que el interés por la tecnología aún no se fomenta de igual manera entre niñas y niños, y cambiar esta dinámica requiere un enfoque activo desde la educación inicial, promoviendo oportunidades igualitarias y presentando la tecnología como una herramienta accesible y relevante para todas las personas, independientemente de su género.

“En Digital House, hemos sido testigos de cómo iniciativas concretas pueden marcar la diferencia. La inclusión del Digital Skills Diploma en la currícula de diversas instituciones educativas, desde los 8 años, está actuando como un catalizador para despertar el interés por la tecnología en niñas y niños por igual. Este programa no solo equipa a las futuras generaciones con habilidades digitales clave, sino que también ayuda a romper estereotipos de género y fomenta una cultura de inclusión en el ámbito tecnológico”, añade. 

Además, desarrollan otras iniciativas para promover la diversidad y la inclusión de los estudiantes. En colaboración con empresas y organizaciones aliadas, crearon un programa de becas que busca empoderar a mujeres interesadas en carreras tecnológicas, brindándoles acceso a una educación de calidad.

También promueven la visibilización de modelos femeninos a través de charlas, webinars y talleres con referentes mujeres en el sector tecnológico, con el objetivo de promover ejemplos reales que inspiran a los estudiantes.

Además generan espacios de networking donde las mujeres puedan conectar y apoyarse durante su formación, y desarrollaron una estrategias de comunicación inclusiva con campañas y mensajes que apuntan a romper estereotipos, incentivando a las mujeres a ver la tecnología no solo como una carrera posible, sino como una oportunidad de transformación personal y profesional.

“Nuestras universidades pusieron el tema sobre la mesa y lo fueron atendiendo a través de diferentes programas que buscaban estimular el ingreso o la participación de mujeres en carreras tecnológicas. Generando espacios de acompañamiento para sostener esas trayectorias”, explica Coto.

Cristaldo, por su parte, explica que desde su departamento trabajan de manera constante para inspirar a los estudiantes que ya están insertos en la carrera, a través de videos testimoniales o entrevistas con mujeres exitosas del área de tecnología a nivel mundial, pero todavía falta generar acciones para despertar interés en etapas más tempranas. “Falta conexión con los niveles medios y primaria para atraer mujeres, pero también varones. La gente usa todo el tiempo el celular o interactúa con otros sistemas de información, pero no terminan de ver que eso lo hace un ingeniero. Quizá, desde ese desconocimiento elijan incorporarse a otras carreras”, señala.

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