La historia de la cooperativa Manos Libres Limitada en Santa Fe es un testimonio de segundas oportunidades. Un grupo de mujeres que luego de haber estado privadas de su libertad, encontraron en el trabajo colectivo un camino hacia la independencia económica y la reinserción social.
En la capital de Santa Fe, un grupo de mujeres con historias de vida complejas, muchas de ellas con un pasado en el que estuvieron privadas de su libertad, decidieron tomar las riendas de su futuro. Así nació la Cooperativa de Trabajo Manos Libres Limitada, un emprendimiento de lavado artesanal que busca brindarles independencia económica y una nueva oportunidad.
Sandra Valdez, presidenta de la cooperativa conversó con Alessandra Minnicelli para el programa “40 Minutos de RSE” (Jueves 22 hs por Canal22web y 22.30 hs. por ResponsabilidadSocial.tv) y allí contó los orígenes de esta organización, los desafíos que debieron superar y cómo este proyecto está impactando positivamente en la vida de estas mujeres, brindándoles una oportunidad concreta de reinserción social y laboral.
¿Cómo se gestó la idea de conformar una cooperativa?
Se conformó en contexto de encierro en la unidad penitenciaria Nº4 de la Ciudad de Santa Fe y nace a partir de la idea de una de las internas. Durante el año 2020 se fueron armando reuniones en la cárcel y entre varias ideas, la que más fuerza fue tomando fue la del lavadero dado que ahí adentro del servicio hay un sector que funciona como lavandería donde las personas civiles llevan su ropa y eso se transforma en el peculio, es decir, el dinero que ellas perciben mes a mes.
Las reuniones fueron organizadas por la Dirección Federal del Servicio Penitenciario, trabajadoras sociales, una socióloga, una psicóloga y una terapista laboral para ir dándole forma a esa autogestión que querían para cuando estuviesen en libertad. A través del diputado Ricardo Olivera trajeron la idea de poder formar cooperativas en situación de encierro, luego vino personal del INAE en el 2021 y para fines de diciembre ya teníamos la matrícula nacional y en febrero del 2022 la matrícula provincial.
¿Cuál fue tu rol en este proceso?
Yo me sumo a través de una invitación de una señora de la Dirección General que participaba de las reuniones. Al principio iba sólo a ayudar, después me gustó, me interiorice mucho más y como yo había llegado hasta cuarto año de abogacía, tenía idea de la conformación y los conceptos cooperativos. Por eso, me ofrecí a redactar el proyecto y en una noche lo hice.
Se conformó en contexto de encierro en la unidad penitenciaria Nº4 de la Ciudad de Santa Fe y nace a partir de la idea de una de las internas.
Si bien se tenían las ideas de cómo iba a ser la cooperativa, no se contaba con el lugar físico ni tampoco con el dinero para poder invertir en herramientas de trabajo. Entonces mi rol fue ponerle un poquito más de racionalidad en ese sentido. Me dirigí a diversos organismos del Estado, después comenzamos a trabajar: primero en la Calle Alberdi, después nos dieron 200 mil pesos de un proyecto cooperativo para invertir. A partir de eso recorrimos todo Santa Fe buscando precios para comprar lavarropas y secarropas para empezar. Además nos donaron todos los muebles que nosotros reciclamos. Fue un comienzo muy complicado porque el auge de los lavaderos es en invierno y nosotras inauguramos en octubre, por eso al inicio no teníamos trabajo. Ahora estamos en pleno centro de Santa Fe e incluso mantenemos los clientes de la ubicación anterior.
¿Cómo es el circuito de reinserción sociolaboral de mujeres privadas de su libertad que después van a trabajar a la cooperativa?
Particularmente yo entiendo que depende de cada una y de qué le ha tocado pasar, indistintamente de las condiciones o de las causas que les toca transitar en su proceso de privación de libertad. Mucho influye también lo que cada una quiere hacer después de estar años privadas al mundo del afuera, porque ahí adentro se para la vida, no tenés noción de lo que es la realidad.
Nosotros quisimos darle -por decisión de las propias integrantes- una oportunidad a las chicas que salen de la unidad penitenciaria que quieran venir y que se adapten al estatuto y al reglamento interno de la cooperativa. Hemos logrado trascender en este poquito tiempo todo lo que tiene que ver con lo político, lo social, lo cultural, y romper con esa estigmatización, con esos tabúes que existen con respecto a las personas que han pasado por una situación de encierro.
En este corto período hemos sido reconocidas como Mujeres Trabajadoras en la Legislatura. Hay que darle parte importante a lo que es la Universidad Nacional del Litoral, que con el equipo de trabajadores sociales nos han sabido acompañar durante la conformación de la cooperativa. En esas diferentes reuniones dentro de la unidad penitenciaria, ya sea con trabajadores sociales o estudiantes de abogacía que querían inculcar a las chicas qué implicaba ser cooperativista, sus principios, ya que para ellas a veces era difícil comprenderlos dado que no todas han tenido acceso a educación. Fue un trabajo en paralelo a todas las diferentes situaciones que tuvimos que afrontar.
No hemos sufrido discriminación, tenemos un muy alto número de clientes que nos eligen por el trabajo que se hace, son muy empáticos.
¿Cómo trabajan la estigmatización o las barreras que pueden encontrar por los prejuicios sociales?
Somos un grupo de mujeres que simplemente trabajamos. Las subjetividades quedan en eso. No hemos sufrido discriminación, tenemos un muy alto número de clientes que nos eligen por el trabajo que se hace, son muy empáticos. Yo creo que somos muy bien recibidas y si alguien tiene esos prejuicios, tendrá sus fundamentos.
¿Qué planes tienen actualmente para avanzar en el proyecto?
Nosotras nos solventamos solitas, no estamos subvencionadas por nadie. Alcanzamos a cubrir todas esas obligaciones y cada una cobra aquí por semana y se llevan su sueldo a su casa, hoy somos 12 las integrantes. Hemos recibido ayudas del Ministerio de Género en dos oportunidades y también desde Nación. Siempre los aportes recibidos, fueron utilizados para adquirir herramientas de trabajo que es lo básico en todo negocio. Hoy ya estamos industrializadas y estamos proyectándolas un poco más. Hemos logrado junto a una cooperativa de rosario una articulación con el Programa Espuma donde ellos hacen jabones ecológicos con aceite de cocina usado y nosotras vamos a ser la primer lavandería en implementarlo y llegar a ser de triple el impacto.
Mucho influye lo que cada una quiere hacer después de estar años privadas al mundo del afuera, porque ahí adentro se para la vida, no tenés noción de lo que es la realidad.
El objeto social de la cooperativa es lavado artesanal, industrial en serie y hay otra parte del objeto que es la confección textil, ya sea a medida, diseños, bijouterie y desfiles. Esto último todavía no podemos conformarlo por una cuestión de dinero, porque las máquinas industriales son carísimas. En base a los aportes recibidos fuimos dándole prioridad en la inversión de herramientas de trabajo para el lavadero. En la unidad penitenciaria hay chicas que trabajan en un sector de costura y saben manejar esas herramientas específicas, por lo que las trabajadoras estarían pero nos faltan las máquinas.
¿Cómo contactar a Manos Libres?
Instagram: manoslibres_lavanderia
Celular de Sandra Valdez: +54 9 3405 50-2802
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