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Basta de hambre

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El objetivo del ODS Nº2 busca poner fin a esta situación, además de mejorar la nutrición e impulsar la agricultura sustentable 

El segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas busca “poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible”.

De acuerdo a la ONU en sus declaraciones sobre el tema, “el sector alimentario y el sector agrícola ofrecen soluciones claves para el desarrollo y son vitales para la eliminación del hambre y la pobreza. Gestionadas de forma adecuada, la agricultura, la silvicultura y la acuicultura pueden suministrar comida nutritiva a todo el planeta, así como generar ingresos decentes, apoyar el desarrollo de las gentes del campo y proteger el medio ambiente. Pero ahora mismo, nuestros suelos, océanos, bosques y nuestra agua potable y biodiversidad están sufriendo un rápido proceso de degradación debido a procesos de sobreexplotación”, sostiene.

Se necesitan, además, más inversiones en agricultura para aumentar la capacidad productiva agrícola.

Y al hacer un balance de la situación con respecto al ODS2, asegura que si bien las iniciativas encaminadas a combatir el hambre y la malnutrición han avanzado considerablemente desde el año 2000, “acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición mundial requerirá dedicación y esfuerzos continuos, especialmente en Asia y África”. Se necesitan, además, más inversiones en agricultura para aumentar la capacidad productiva agrícola.

Según las últimas estadísticas del organismo internacional, que datan del 2016, la proporción de personas subalimentadas en todo el mundo disminuyó del 15% en el período 2000-2002 al 11% en el período 2014-2016. Alrededor de 815 millones de personas están subalimentadas en el mundo, una mejora con respecto a los 930 millones de personas, en los mismos períodos.

En 2016, unos 155 millones de niños menores de 5 años sufrían retraso en el crecimiento. En todo el mundo, la tasa de retraso en el crecimiento se redujo del 33% en 2000 al 23% en 2016. Las tres cuartas partes de los niños con esta realidad viven en Asia Meridional y África Subsahariana.

Se estima además que en todo el mundo 52 millones de niños menores de 5 años de edad padecían emaciación (un peso bajo para su estatura, por lo general como resultado de una escasez alimentaria aguda o de una enfermedad, o por ambas cosas). La tasa mundial de emaciación era del 7,7% en 2016, con la tasa más elevada (15,4%) en Asia Meridional. En el otro extremo del espectro, el sobrepeso y la obesidad afectaban a 41 millones de niños menores de 5 años en todo el mundo (6%) en 2016.

Lamentablemente, el número total de personas que sufre hambre en América Latina y el Caribe ha aumentado, revirtiendo décadas de progreso

Para la ONU, el fin del hambre exige sistemas de producción alimentaria sostenibles y prácticas agrícolas resilientes. “Un aspecto de ese esfuerzo consiste en mantener la diversidad genética de plantas y animales, que es crucial para la agricultura y la producción de alimentos. En 2016, se conservaban 4,7 millones de muestras de semillas y otros materiales genéticos vegetales para la agricultura y la alimentación en 602 bancos de genes en 82 países y 14 centros regionales e internacionales, lo que supone un aumento del 2% desde 2014”.

También implica aumentar las inversiones para mejorar la capacidad de la productividad agrícola. Sin embargo, el índice de orientación agrícola, que se define como la proporción del gasto público destinada a la agricultura dividida por la proporción del sector en el producto interno bruto (PIB), disminuyó a nivel mundial de 0,38 en 2001, a 0,24 en 2013 y a 0,21 en 2015.

Acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición mundial requerirá dedicación y esfuerzos continuos, especialmente en Asia y África.

La proporción de la ayuda por sector, asignada a la agricultura por los países miembros del Comité de Asistencia para el Desarrollo de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), decreció desde casi el 20% a mediados de la década de 1980 hasta el 7% a finales de la década de 1990, porcentaje que se mantuvo hasta 2015. Esa reducción refleja un desplazamiento desde la ayuda para financiar la infraestructura y la producción hacia una mayor atención a los sectores sociales.

Por último, “se han logrado ciertos avances en la prevención de las distorsiones de los mercados agrícolas mundiales. Lamentablemente, el número total de personas que sufre hambre en América Latina y el Caribe ha aumentado, revirtiendo décadas de progresos”,

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