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¿Cómo terminó el 2017 para la Responsabilidad Social?

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Un balance, de lo logrado y de lo pendiente en 2017. 

El 20 de enero de este año asumió como el presidente número 45 de los Estados Unidos, Donald Trump. Algunos han bautizado a este líder como el tsunami Trump. Es que el impacto de esta elección a nivel mundial fue grande, no sólo en lo político y en lo geoestratégico sino también en el combate al cambio climático y otros aspectos vinculados al desarrollo sostenible.

Es que, a la hora de hacer un balance del año, con su listado de debes y de haberes, de cosas cumplidas y de temas pendientes en materia de sustentabilidad y RS, la llegada de este empresario a la Casa Blanca ha sido uno de los hitos principales. El motivo: haber rechazado el Acuerdo de París en junio de este año y haber establecido recientemente, a través de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) la derogación total de las normas de neutralidad de Internet aprobadas por Obama en 2015, que impiden que las compañías proveedoras cobren tarifas adicionales por un acceso más rápido a ciertos contenidos en la red. Esta disposición, ahora sujeta a un cambio radical, implica el trato igual en el mundo digital y que las compañías proveedoras de servicios de acceso a la web no bloqueen, frenen o discriminen contenidos o aplicaciones.

A pesar de que el panorama no es alentador, no abandonemos el hecho de difundir las herramientas que aún pueden facilitar el equilibrio entre los objetivos económicos con los objetivos sociales, de desarrollo local y de cohesión social que nuestras comunidades necesitan

Sin embargo, estos dos hechos no han sido los únicos acontecimientos a destacar durante 2017, un año de jornadas, seminarios, conferencias, de poner el desarrollo sostenible en la agenda, del compromiso de no pocos líderes de todos los sectores y de la ciudadanía en general, de obtener logros y también de retrocesos, estancamiento y avances.

La hora del clima

Tal como explica la Dra. Alessandra Minnicelli, presidenta de Fundación Observatorio de Responsabilidad Social (FORS), el Acuerdo de París es la iniciativa mundial más significativa desde donde se reconoce la urgencia por generar iniciativas destinadas a proteger el planeta de los efectos del impacto llamado “cambio climático” atribuibles a la acción del hombre.

También comenta que Estados Unidos ha demostrado liderazgo en los asuntos medioambientales internacionales, desde Reagan, con el Protocolo de Montreal para proteger la capa de ozono, hasta Obama, en la puesta en práctica del Acuerdo de París.

“La tarea no está concluida con lo cual entiendo que los países con mayor experiencia en la temática, en lugar de retirarse del Acuerdo, deberían promover su reformulación o rediseño si consideran que la visión inicial ha quedado superada o si el trabajo a futuro difiere en algún punto”, dice. Continua: “los desafíos globales son muchos y demandan cooperación entre las naciones y la acción universal concertada. Debemos aprender de los países más avanzados y, ya mismo, aplicar innovación en el pensamiento. Y, en la acción, el ámbito del Acuerdo de París tiene esa potencialidad, que además, demanda unificar criterios de ciencia y tecnología aplicada a la que se comprometan todos los países para el cuidado del agua y el suelo principalmente.
Se necesita crecimiento económico y prosperidad en cada una de las comunidades, y si es real el avance que ha tenido Estados Unidos en la materia y sus empresas en el compromiso, creo que tienen la potencialidad para transferir conocimientos. No me parece una buena señal retirarse del Acuerdo”, sintetiza.

El rol de las empresas

El año que concluye estuvo signado por el rol cada vez más creciente del Responsible Business Forum, (Foro por la Responsabilidad Social) establecido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y por Naciones Unidas en sus conferencias de París (junio), Johannesburgo (agosto) y Singapur (noviembre).

En el encuentro de París, por ejemplo, el Grupo de Trabajo sobre Negocios y Derechos Humanos de la ONU presentó una serie de recomendaciones, basadas en los pilares “Proteger, Respetar y Remediar” para la conducta de las compañías, y aclaró: “El rol de los negocios en la implementación de los ODS es diferente, y va mucho más allá, de la RSE tradicional.

No sólo es “no hacer daño”, sino que tiene un tremendo potencial para contribuir hacia un cambio positivo para cientos de millones de personas pobres y marginadas en el mundo, para quienes de otra manera, el término “desarrollo sostenible” sería vacío de sentido.

La filantropía o la empresa social son bienvenidas, pero no pueden sustituir a la responsabilidad de respetar los derechos humanos, que todas las compañías deben realizar –sin importar su tamaño, sector o localización en el mundo. No sólo es “no hacer daño”, sino que tiene un tremendo potencial para contribuir hacia un cambio positivo para cientos de millones de personas pobres y marginadas en el mundo, para quienes de otra manera, el término “desarrollo sostenible” sería vacío de sentido”. Estas conferencias buscaron también mostrar que este concepto de desarrollo puede ser y es un bueno negocio para las empresas, como un paso más avanzado que la RS.

A su vez, a lo largo de todo el año, Naciones Unidas siguió poniendo énfasis en las cadenas de suministro y proveedores de las corporaciones multinacionales y su vínculo con los derechos humanos. Otro hito del 2017, vinculado con las cadenas de valor, fue ACCORD, un acuerdo que rige para Bangladesh pero es tomado como referente a nivel mundial. En junio último se firmó un pacto sucesorio para el ACCORD original, de 2014, y se ampliaron algunas de sus consideraciones, ligadas a la seguridad de las fábricas textiles. En la edición de agosto de Revista Fonres, Rob Wayss, director ejecutivo de ACCORD, recordó el origen de este compromiso, en varios accidentes ocurridos en fábricas de Bangladesh, por incendios o colapso de las estructuras (el país es el segundo después de China en la industria textil mundial, con aproximadamente 3.500 establecimientos de este tipo y 4,5 millones de empleados).  En esa oportunidad, fueron los sindicatos quienes principalmente empujaron los cambios.

Los ODS

Faltan varios años para llegar a 2030, fecha fijada por la nueva Agenda de Desarrollo que se estableció en 2015. De esta forma, la última “foto” de los avances en implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de Naciones Unidas, es de julio último y se puede visualizar en el informe SDG Index and Dashboards Report, elaborado por Sustainable Development Solutions Network (SDSN), una iniciativa de la ONU, y la consultora alemana Bertelsmann Stiftung. Entre los 157 países evaluados, Suecia está a la cabeza, con un puntaje de 85.6 sobre 100, seguido de cerca por otros países europeos como Dinamarca (84.2), Finlandia (84.0), Noruega (83.9) y República Checa (81.9).

El consultor de Sustainable Development Solutions Network (SDSN) de las Naciones Unidas Mihir Prakash, aclaró que la mayoría de los 231 indicadores son “tier III”, es decir, que aún se están desarrollando metodologías para medirlos. Por lo que los próximos índices que se hagan en años venideros serán más ricos en la identificación de los avances por alcanzar los ODS.

Todos hemos hecho un primer buen relevamiento para saber dónde estamos parados, y eso no es menor. Pero ahora tenemos que ver resultados en términos globales y sustantivos. Hacia allá vamos porque se ha avanzado mucho en lo estadístico y en el involucramiento ciudadano

En la misma edición de septiembre, Mans Nilsson, director de Investigación de Medio Ambiente de Estocolmo, advirtió que los esfuerzos en pos de los ODS no generaron acciones concretas, sino debates “superficiales”.  Para Nilsson, el puntaje de Suecia proviene de logros anteriores del país europeo, y las posibilidades de su desarrollo económico, y no de políticas públicas implementadas para alcanzar la Agenda 2030.

Panorama local

Argentina muestra el mejor desempeño en materia de ODS, ubicándose en el puesto 41, con un puntaje de 72.5 sobre 100. Supera incluso a los Estados Unidos, que está en el lugar 42. Los siguientes países de la región que aparecen en el ránking son Chile (44) y Uruguay (47).

Sin embargo, Minnicelli aclara que no ha habido aun informe oficiales de avance sobre los ODS. “La evaluación se hará en el 2020. Con lo cual, las opiniones son aisladas e imprecisas. No hay en nuestro país un patrón de crecimiento que concilie el desarrollo económico, social y ambiental porque no estamos ante una economía productiva y competitiva, que favorezca el empleo de calidad, la igualdad de oportunidades y la cohesión social, y que garantice el respeto ambiental y el uso racional de los recursos naturales. En momentos en que buena parte del mundo busca una nueva concepción del capitalismo; aquí las necesidades de nuestras comunidades se acallan, decrecen. Y si bien el panorama no es alentador no abandonamos el hecho de difundir las herramientas que aún pueden facilitar el equilibrio entre los objetivos de rentabilidad empresaria, competitividad y crecimiento económico con los objetivos sociales, de desarrollo local y de cohesión social que nuestras comunidades necesitan”, determina.

Una de las voces calificadas para analizar la evolución de los ODS en la Argentina es René Mauricio Valdés, coordinador residente del Sistema de Naciones Unidas y Representante Residente del PNUD, Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, quien hace un balance del estado de los objetivos en el país a dos años de la firma de la Agenda 2030. “Ha sido una intensísima labor de difusión y discusión de la Agenda 2030 en todo el país, gracias al interés que mostraron el gobierno y muchos actores del sector privado, de la Academia de las ONG, los sindicatos, etc. Es un punto que ha sido positivo e intenso y extensivo prácticamente a todo el país. Gracias a esto se comparte la idea de la importancia del desarrollo sostenible. Y esto no es menor. El tema está en la agenda y nadie lo rechaza, a la gente le interesa saber de qué se trata y se hacen cosas importantes. Lograr esto fue el fruto de mucho trabajo”, sostiene. Y explica que con el apoyo de PNUD, el gobierno nacional firmó acuerdos con 13 provincias para trabajar los ODS a nivel provincial. Cada una de estas jurisdicciones estableció su punto focal, sus equipos y ya están trabajando en la alineación con los ODS y en cómo medir los avances.

“Siento que los actores entramos en una etapa de “aprestamiento” y todo el mundo está hablando de cómo se alinea con los ODS”, dice. Explica también que, a nivel nación se fijaron 100 prioridades y se presentaron las áreas de foco. Además, en julio la Argentina publicó en la Asamblea General de Naciones Unidas, con sede en Nueva York, un informe voluntario sobre la implementación de la Agenda 2030. Comenta que también se puso, durante este año, especial énfasis en líneas de base y en el establecimiento metas, en los posible, cuantificables, tarea que se ha encarado tanto a nivel nacional, como provincial y municipal, con fuerte labor del INDEC. Valdés aclara que en muchas provincias falta información y en dónde más se nota esta ausencia es en la dimensión ambiental, principalmente porque se recogen datos en esta materia desde hace relativamente poco, si bien comenta que desde el Ministerio de Ambiente de la Nación se está haciendo un aporte en el tema.

Valdes también resalta las iniciativas que se encaran desde sector privado, en especial desde el Pacto Global, y el Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible, como así también foros organizados por diversas cámaras. Destaca el interés creciente, tanto a nivel local como internacional por este tema por parte de las empresas y menciona las iniciativas que lidera, por ejemplo, Paul Polman, CEO de Unilever. Tampoco deja afuera a otros actores como las universidades que en noviembre, gracias al empuje del Centro de Estudios de Salud Global (CEDISAG) de la Universidad ISALUD, entitdad creada por el ex Ministro de Salud Gines Gonzalez García- que convocó a la comunidad académica al lanzamiento de la Red Académica Argentina en apoyo a la implementación de la Agenda de Desarrollo 2030 (REDAA-2030).

Por último, Valdés se refiere a las entidades de derechos humanos, y fundaciones y organizaciones basadas en diferentes credos como Caritas, CREAS, AMIA. “Se han reunido con nosotros y está en su espíritu trabajar en la Agenda 2030. Creo que la encíclica Laudato Si ayudó mucho a que la gente religiosa pensara en alinearse a los ODS”, detalla. “Todos hemos hecho un primer buen relevamiento para saber dónde estamos parados, y eso no es menor. Pero ahora tenemos que ver resultados en términos globales y sustantivos. Hacia allá vamos porque se ha avanzado mucho en lo estadístico y en el involucramiento ciudadano”.

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