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Debate: ¿Sólo se trata del aborto o algo más?

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Empoderamiento y Autonomía de las mujeres como parte del debate  

Por: Olivia Sokol  Coordinadora del Area de Indicadores & Género de la Fundación Observatorio de Responsabilidad Social (FORS)

Hoy estamos frente a una coyuntura disruptiva de los roles y relaciones de género previos, en los últimos años el movimiento de mujeres se ha fortalecido mediante diversas acciones, como respuesta al recrudecimiento de la violencia de género y esto ha dado más fuerza a reclamos que se venían haciendo desde hace años por parte de diversos colectivos en relación con lograr mayor igualdad económica y representación en distintos ámbitos, como la política. Más aún, esto también influyó en que hoy se esté debatiendo la Ley de legalización del aborto en nuestro país. En total son cinco los proyectos presentados al Congreso, pero el principal es por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, que cuenta con la firma de 71 diputados de distinto signo político.

Hoy, lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas es formalmente uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS N° 5) y un imperativo que pide la sociedad civil en su conjunto. En ese marco existen vínculos entre esta meta, el desarrollo económico y social de nuestras sociedades. Y obliga a comenzar a trabajar la Responsabilidad Social de las organizaciones y de las personas, profundizando el rol que tiene cada de uno de nosotros en la construcción de una sociedad más justa.

Hoy, lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas es formalmente uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS N° 5) y un imperativo que pide la sociedad civil en su conjunto.

 

Desde la coordinación del Área de Indicadores de Género de la Fundación Observatorio de Responsabilidad Social trabajamos con eje en la autonomía de las mujeres y en la propuesta de CEPAL al respecto. La autonomía y el empoderamiento de las mujeres constituyen un requisito indispensable para el logro de la igualdad de género, pero también son parte de procesos individuales y políticos para el ejercicio de los derechos de las mujeres en su rol de ciudadanas.

Empoderamiento  y Autonomía

El empoderamiento, como la propia palabra lo dice, conlleva la idea de poder. Y el poder históricamente ha sido un espacio de disputa, entonces la idea de usar el concepto de empoderamiento tiene como objetivo que pensemos que es una estrategia para la conquista de la autonomía de las mujeres, que es en última instancia lo que se quiere lograr, es decir, que las mujeres puedan tomar decisiones libremente e informadas sobre sus vidas, de modo que puedan ser y hacer en función de sus propios deseos.

Empoderarse implica entonces, que las mujeres adquieran poder a nivel individual, grupal y colectivo atendiendo a las diferencias que existen entre ellas. No existe un sujeto mujer, existen “las mujeres” distintas según sus orígenes, su clase social, sus historias y sus posibilidades. El contexto histórico y social en el que viven debe también considerarse, de modo que el empoderamiento no es un proceso lineal sino diferente para cada mujer influido, por su historia de vida y por donde se halla su subordinación en lo personal, familiar, comunitario, nacional, regional y global.

El empoderamiento también un proceso personal, es decir, no es posible que otras personas le den poder a la mujer. Las demás personas y organizaciones pueden contribuir creando condiciones para que se desarrollen procesos de empoderamiento. Estos procesos se inician con la concientización de la existencia de una discriminación y desigualdad de género, por ello es importante la reflexión compartida sobre la inequidad de género en todas las organizaciones.

Actualmente los países considerados más desarrollados y con mayor equidad de género tienen aborto legal, seguro y gratuito. Allí, la interrupción voluntaria del embarazo se considera una prestación de salud que el Estado debe proveer.

En este marco, hablaremos de una estrategia para lograr autonomía, para que las mujeres puedan actuar de acuerdo a sus propias decisiones. Y aquí, el concepto de autonomía está asociado a la idea de autodeterminación, esto es, de no estar sometida a presiones externas al momento de decidir qué vida llevar. Y esta autodeterminación no es una condición a la que las mujeres hayan accedido históricamente, por el contrario, han tenido que dar una larga lucha por el reconocimiento de sus derechos, que son la base para alcanzar esa libertad para decidir y ser protagonistas de su existencia.

Al hablar de lograr la autonomía de las mujeres tenemos que dimensionar distintos factores, tal como lo desarrollamos en el Informe sobre Autonomía de la mujer en Argentina de FORS. Para el caso de la autonomía económica, aquello que afecta a las mujeres de  acuerdo a su situación económica, y en relación con la situación a sus pares varones, tanto en términos de remuneración como de posibilidades de acceder a determinados trabajos que le faciliten tener una vida de acuerdo a sus elecciones.

Por su parte, lograr la autonomía física de las mujeres nos referencia inmediatamente a los casos de violencia de género que se han vuelto endémicos, terminando muchas veces, con las vida de las mujeres a manos de femicidas. Pero no sólo se trata del derecho de tener una vida libre de violencia, esto también tiene que ver con los derechos de las mujeres a tener una vida con salud sexual y reproductiva, y con el cumplimiento y acompañamiento del Estado en velar por sus derechos a mantener una integridad psico-física.

Por último, hablar de autonomía en la toma de decisiones, nos permite pensar cómo la participación de las mujeres en puestos de toma de decisiones puede lograr cambios significativos en la vida del 50% de la población. Reconocer que la mitad de la población ha sido dejada a un lado de las grandes decisiones que atañen a su vida no es algo del siglo pasado. Aunque parezca que hemos avanzado mucho, y así fue con las leyes de cuotas y posteriormente de paridad de género, los números dicen que aun las mujeres no están en igualdad de condiciones que los hombres en los distintos escaños de gobierno, gabinetes ministeriales (como incluso se puede ver en el gabinete de la provincia de Bs. As.), y que tampoco participan en paridad en la alta gerencia de organizaciones del sector privado.

La mejor estrategia es que exista una institucionalidad de género fuerte con poder de toma de decisión. Y esto implica capacitar a funcionarios, crear áreas especializadas, realizar procesos y definir compromisos de género en todos los sectores.

Ahora bien, ¿cómo avanzar en este estado de situación? Las fuentes estadísticas son cruciales para medir la situación de desigualdad de género, no sólo se trata de desagregar la información por sexo (es decir, tener los datos estadísticos de una variable a medir, con el valor para hombres y mujeres), sino también de pensar las estadísticas desde una perspectiva que contemple a hombres y mujeres.

RS y Políticas Públicas

Volviendo al debate sobre el aborto se escucharon diversas voces a favor y en contra, pero debemos rescatar sobre todo aquellas que no apelen a falacias y mentiras y sí a la realidad, de que las complicaciones de abortos provocados son la primera causa individual de muerte materna en Argentina.

Actualmente los países considerados más desarrollados y con mayor equidad de género tienen aborto legal, seguro y gratuito. Entre ellos se ubican Canadá, Alemania, Dinamarca, Inglaterra, Uruguay, Noruega y Finlandia, entre otros. En todos estos, la interrupción voluntaria del embarazo se considera una prestación de salud que el Estado debe proveer.

Hoy en día, cuando hablamos de despenalización del aborto, hablamos de una política pública que tiene pertinencia social a este momento, porque se trata de la implementación de una ley acorde a la situación y que atiende a las muertes de mujeres por abortos clandestinos. Mujeres, que además están atravesadas por distintas situaciones sociales y culturales de pobreza, precariedad y desigualdad.

Sin duda todo esto  remite al debate sobre ciudadanía, sobre las acciones y capacidad de los Estados para promover y asegurar la inclusión y por último al carácter de nuestras democracias. Avanzar hacia sociedades más democráticas resulta una tarea difícil, pero hay que darla.

Cómo contribuir como agentes activos de cambio

Cuando se tocan temas sensibles como el aborto y el derecho a la salud sexual y reproductiva de las mujeres, o casos de violencia de género, cabe preguntarse cómo puede cambiar el destino manifiesto de las mujeres en la sociedad en la que vivimos. Por empezar es necesario comenzar a introducir la perspectiva de género en distintos ámbitos. Esto es un quehacer que se debe dar desde los distintos actores del ecosistema de RS. Para ello la mejor estrategia es que exista una institucionalidad de género fuerte con poder de toma de decisión. Y esto implica capacitar a funcionarios, crear áreas especializadas, realizar procesos y definir compromisos de género en todos los sectores. Más aún, es imprescindible crear presupuestos sensibles de género, y que estos se ejecuten según los plazos previstos y no queden como una suerte de “Pinkwashing”.

Cuando hablamos de empoderamiento, autonomía e igualdad suele muchas veces quedar en palabras sin profundizar en los conceptos, su significado, su uso y su incidencia como acciones en distintos ámbitos de la realidad. Por ello desde FORS planteamos desde el 2016 e compromiso de trabajar en esta temática, camino que nos llevó a ofrecer en la actualidad variedad de cursos en torno a la temática  de género, y su vinculación con la RS. En ellos buscamos definir conceptos pero también  otorgar herramientas para incorporar o fortalecer el enfoque de género en sus organizaciones. Las capacitaciones a su vez se realizan en torno a la construcción y uso de indicadores propios de género que permitan medir la situación real de las mujeres en distintos niveles desde las organizaciones hasta el territorio.

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