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Encuesta sobre lactancia en el trabajo. ¿Están dadas las condiciones?

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La lactancia es una actividad privada que repercute en la salud de un país. Sin embargo, choca con una realidad: la conciliación con el trabajo. Una mirada responsable para que más mujeres tengan el derecho de practicarla.

¿A cuántas mujeres les ha pasado y les sigue pasando? Reincorporarse al trabajo luego de 3 o 6 meses de haber dado a luz y por consejo del pediatra o convicciones propias basadas en recomendaciones de la OMS, deciden continuar con la lactancia. Pero, ¿con qué escenario se encuentran en la mayoría de los casos?  Oficinas sin lactarios, extracciones leche en el baño, a las apuradas e intranquilas, y si bien existe un horario reducido para poder amamantar, porque así lo establece la ley, seguramente se topará con caras largas, miradas sugestivas e incomprensión.

Estas y otras realidades quedaron registradas en la nueva  Encuesta Nacional sobre Lactancia y Trabajo, realizada por la Liga de la Leche Argentina (LLLA) y la consultora Voices! que se presentó en agosto de este año. La primera se realizó en 2015.

La encuesta abarca a todo el país, y, con un tamaño muestral de 1883 caso, se enfocó en madres que trabajan en relación de dependencia y volvieron a su empleo antes de que su hijo cumpliera 1 año, buscando combinar lactancia y empleo.

Cada día miles de mujeres “escalan montañas modernas e invisibles” para combinar su trabajo junto al deseo de seguir amamantando.

En Argentina, la Ley de Contrato de Trabajo (N° 20.744 y sus modificatorias) establece en su artículo 179° que “toda madre trabajadora dispone, durante al menos un año, de dos descansos de media hora para amamantar a su hijo durante la jornada de trabajo. Si el niño no está cerca, puede sumar esos descansos y trabajar una hora menos por día, o bien utilizarlos para sacarse leche y conservarla en un recipiente limpio y dentro de una heladera”.

Por otra parte, en 2015 se reglamentó y se puso en vigencia la Ley 26.873, de “Promoción y Concientización Pública sobre la Lactancia Materna”, que establece además, la construcción de espacios adecuados en el ámbito laboral.

A pesar de estas dos normas y otras políticas públicas para fomentar esta práctica, la realidad está lejos de ser ideal y de proteger a la madre trabajadora. Y si bien se han logrado enormes progresos con respecto a otras décadas, gracias a la flexibilidad laboral, el avance de la tecnología que permite teletrabajar, el hacerlo por objetivos y proyectos y no por presencia física ni cumplimiento estricto de un horario, y el corrimiento de tabúes arcaicos sobre dar la teta en público, todavía hay mucho por hacer.

Según revela el informe de LLLA y Voices!, conciliarla con las tareas en relación de dependencia es difícil, así lo afirman 8 de cada 10 encuestadas; requiere, además, una red de sostén y apoyo tanto dentro como fuera del ámbito laboral. El soporte de la pareja es el más fundamental (98%), seguido por el de la entidad empleadora (93%), el jefe directo (89%), que obtiene niveles de importancia similares al pediatra (85%). A su vez, prima la percepción de que la institución laboral no promueve la lactancia: 6 de cada 10 opinan que sus empleadores sostienen poco o nada la lactancia. Por otra parte, “minorías significativas de la población entrevistada declaran que limita su desarrollo profesional e implica riesgos: 2 de cada 10 afirman que su trabajo estuvo en riesgo si continuaban amamantando o se extraían leche; y 3 de cada 10 dicen que disminuyó su potencial de crecimiento dentro de la entidad”, reza el documento. Y agrega que la mayoría de las entrevistadas no tiene ejemplos de mujeres en posiciones altas o gerenciales dentro de la organización que hayan pasado el proceso de conciliar lactancia y trabajo y que puedan servir de modelos: 8 de cada 10 perciben que las mujeres en posiciones de liderazgo en el ámbito laboral no amamantaron.

No sólo se trata de “instalar” lactarios por cumplir con la legislación vigente, se trata más bien de generar un contexto favorable para que puedan ejercer su derecho de trabajar y amamantar.

Se destacan también otras realidades: los empleadores no brindan información acerca de cómo combinar esta práctica con lo laboral (sólo un 4% de las mujeres indicó que se le brindó), no cuentan con alguien para resolver dudas o a quien acudir (11%), ni tienen políticas establecidas al respecto (sólo un 14% identificó que su empresa u organización empleadora tiene políticas escritas para las madres que están amamantando); un tercio obtuvo alguna flexibilidad horaria o trabajo desde la casa para favorecer la lactancia y un quinto accedió a una política de horario progresivo (regreso gradual al trabajo).

“La falta de cultura de lactancia en el ámbito laboral es tal, que la amplia mayoría indicó que se sintió incómoda preguntando dónde podía extraerse leche (73%) y hablando en general acerca del tema de la lactancia con sus jefe o jefa (73%) y colegas (43%)” dice el documento y agrega que 8 de cada 10 declaran que no cuentan con un lugar asignado para extraerse leche o amamantar. En la mayoría de los casos se realiza en un baño (65%), sin una silla donde sentarse. Cerca de la mitad afirma que el ámbito no es privado (50%) ni limpio (41%) y una minoría significativa no tiene acceso a heladera para conservar su leche ni un lugar para lavarse las manos cerca. Por último, para todas aquellas que participaron del estudio, afirmaron que en su opinion, extender la licencia por maternidad a 6 meses, sincronizando ese período con los 6 meses de lactancia materna exclusiva, sería una acción importante para facilitarles esta práctica y el regreso al trabajo. Además, para 8 de cada 10, facilitar un lactario, según lo propuesto por el Ministerio de Salud de la Nación y brindar capacitación sobre los beneficios de la lactancia materna al personal y jefes/as en las organizaciones empleadoras, serían medidas importantísimas de apoyo y sostén.

Carolina Gowland, Líder de LLLA señala: “Los resultados del estudio sorprenden, y a la vez confirman lo que Liga de La Leche ha registrado a través del relato de miles de madres. Cada día miles de mujeres “escalan montañas modernas e invisibles” para combinar su trabajo junto al deseo de seguir amamantando. Desde Liga sabemos que no sólo se trata de “instalar” lactarios por cumplir con la legislación vigente, se trata más bien de generar un contexto favorable para que puedan ejercer su derecho de trabajar y amamantar contando con apoyo y valoración de esta tarea que trasciende la elección personal. Recordemos que una madre que amamanta está contribuyendo activamente al bienestar de toda la sociedad e impactando positivamente en todo el ecosistema”.

Constanza Cilley, directora ejecutiva de Voices! y responsable de la encuesta señala: “Los resultados de la encuesta muestran a mujeres que se deben extraer leche apuradas, paradas, escondidas y en un ambiente sucio y poco privado. Estos resultados impactan y muestran otra cara de la desigualdad de género en el ámbito laboral: la conciliación del trabajo y la lactancia. Una deuda pendiente y más aún si consideramos que la lactancia es un tema de salud pública”.

Estos resultados impactan y muestra otra cara de la desigualdad de género en el ámbito laboral: la conciliación del trabajo y la lactancia. Una deuda pendiente y más aún si consideramos que la lactancia es un tema de salud pública.

Los datos revelados son contundentes y muestran las barreras que aún persisten. No obstante, en materia de Responsabilidad Social, hay compañías que sí tienen lactarios y protegen y acompañan a la madre trabajadora. La algodonera Flandria fue una de las pioneras en la conciliación familia y empleo y resguardo de las colaboradoras ya desde la década del ’20, teniendo uno de los primeros lactarios del país. Actualmente comparten esa realidad compañías como Accenture, Danone, La Serenísima, Banco Comafi, Banco Galicia, UADE, entre otros. Starbucks, por su parte, posee 800 lactarios sólo en Gran Bretaña. A su vez como parte de su política de RSE desde 2014 Nestlé capacita a sus empleados sobre la importancia de amamantar y acompaña a sus colaboradoras en el proceso. Phillips no sólo lo práctica puertas adentro sino que también colabora con hospitales y otras entidades del Tercer Sector argentino en la construcción de sus propias salas. Desde el ambito gubernamental, la Ciudad de Buenos Aires cuenta con edificios públicos con espacios adecuados, (la idea es llegar a 40) y lo mismos sucede en otras jurisdicciones. A nivel internacional, el gobierno de Ecuador reconoce con un sello especial a las “Empresas amigas de la lactancia”.

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