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Trabajadores Jóvenes: ¿Como mejorar la salud en el trabajo?

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Según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), 2,78 millones de trabajadores mueren cada año a causa de accidentes laborales y enfermedades relacionadas con lo laboral. ¿Cómo se soluciona? 

Alrededor de 2,4 millones (86,3 por ciento) de esta cifra se producen por enfermedades vinculadas con el empleo, mientras que algo más de 380 mil (13,7 por ciento) son el resultado de accidentes en este ámbito. Cada año, se produce un número de lesiones profesionales no mortales casi mil veces mayor que el de las que sí lo son. Se calcula también que, en el mismo período, afectan a 374 millones de personas, y muchas de ellas tienen graves consecuencias en su capacidad para obtener ingresos a largo plazo.

El costo para la sociedad que comportan los trabajadores jóvenes que sufren lesiones profesionales graves y secuelas a largo plazo puede ser mucho mayor que el de los trabajadores adultos que sufren lesiones similares.

Teniendo en cuenta las cifras, la OIT buscó ver cómo esta realidad afectaba a las personas entre 14 y 24 años, que registran índices superiores a los de los adultos. ¿La forma?: el informe “Mejorar la Seguridad y la Salud de los Trabajadores Jóvenes” que publicó en abril de 2018. Según este documento, ellos son más vulnerables a las enfermedades profesionales porque a su edad siguen desarrollándose, tanto física como mentalmente, lo que los hace más endebles a las sustancias químicas peligrosas y otros agentes nocivos. A su vez, “la menor incidencia de este tipo de dolencias entre ellos se debe probablemente a que su manifestación surge mucho después. Además, es difícil obtener datos precisos, en particular cuando se trata de lesiones provocadas por la exposición a peligros en la juventud”, dice el documento.

Y asegura, que además del sufrimiento humano que causan, imposibles de calcular y estimar, las enfermedades laborales tienen un alto costo económico: una pérdida anual de 3,94 % del PBI. “El precio para la sociedad que comportan los trabajadores jóvenes que sufren lesiones profesionales graves y secuelas a largo plazo puede ser mucho mayor que el de los adultos que padecen males similares. Las consecuencias son más graves cuando se producen al principio de la vida profesional. Un colaborador joven con una deficiencia prolongada puede, a consecuencia de la misma, dejar de ser un miembro activo de la sociedad y no poder aprovechar la educación y formación recibida”.

Las consecuencias son más graves cuando se producen al principio de la vida profesional.

Según el Informe, son varios los países que están haciendo inversiones significativas en el empleo, la educación y la formación, el desarrollo de las competencias y la creación de puestos para los jóvenes. “Es sumamente importante incluir la Seguridad y Salud en el Trabajo (SST) en estos programas. Para hacerlo, es necesario entender y abordar los factores de riesgo específicos para la seguridad y la salud a que se enfrentan aquellos comprendidas entre los 15 y los 24 años. Si bien la ley y las políticas reconocen a los menores de 18 como grupo vulnerable y les confieren protecciones especiales a través de las normas sobre trabajo infantil y de las prohibiciones relacionadas con las tareas peligrosas, los que tienen entre 18 y 24 ya no cuentan con un reconocimiento legal o nivel de protección comparables en el empleo, a pesar de que están expuestos a una contingencia continuada y mayor de sufrir lesiones”, sostienen.

Y afirman que para construir un generación de trabajadores saludables que desarrollen su actividad en condiciones seguras, “debe empezarse pronto, sensibilizando a los progenitores y a las comunidades”. Y, para que los jóvenes sean conscientes de los riesgos que corren y puedan defender sus derechos, la educación sobre los peligros y las eventualidades a la hora de realizar sus tareas, así como sobre los derechos, debe empezar en la escuela y seguir a lo largo de la formación profesional y los programas de aprendizaje. Los empleadores, ya sea de empresas formales o informales, y las empresas familiares, necesitan orientación sobre los factores de fatalidad específicos a los que están expuestos los jóvenes en el desempeño de sus actividades laborales y sobre las condiciones que se adecuan a su edad. “Por último, en su incorporación al mundo del empleo, es fundamental contar con el apoyo y la representación de las organizaciones sindicales y gremiales a fin de que puedan ejercer sus derechos y expresar sus preocupaciones”.

Factores que ponen en peligro la seguridad y la salud

Los trabajadores jóvenes empiezan su vida laboral de diversas maneras ya que se trata de un grupo heterogéneo. Así, diversos factores inciden en las chances de sufrir accidentes y enfermedades profesionales como el estado de desarrollo físico, psicosocial y emocional, el nivel de educación, las competencias profesionales y la experiencia. “Si bien los mayores riesgos de SST a los que se enfrentan suelen estar asociados a estos componentes individuales, la cultura en el lugar dónde se desempeñan también puede contribuir a obstaculizar su capacidad o disposición para informar sobre cuestiones relacionadas con la SST o, por el contrario, puede proporcionar un entorno favorable que redunde en mejores resultados en materia de su salud”, afirman los autores del informe quienes también aseguran que suelen carecen del poder de negociación. Esto puede llevarlos a aceptar tareas peligrosas o condiciones deficientes, así como otras propiedades asociadas al empleo precario.

Un trabajador joven con una deficiencia prolongada puede, a consecuencia de la misma, dejar de ser un miembro activo de la sociedad y no poder aprovechar la educación y formación recibida.

Por otra parte, el informe pone la lupa sobre dos grupos particulares: los jóvenes con discapacidad que tienden a encontrarse en mayor amenaza de exclusión, aislamiento, intimidación y abuso y suelen tener menos oportunidades educativas y económicas y los migrantes, que registran índices de accidentes de trabajo que se encuentran entre los más altos comparados con los de cualquier otro colectivo en esta esfera. Según la OIT, las personas de menos de 30 años de edad representan alrededor del 70 por ciento de los flujos migratorios internacionales a nivel mundial. En 2015, más de 51 millones de ellos, tenían entre 15 y 29 años de edad.

Es que la entidad advierte también sobre una serie de factores que, combinados con la edad, inciden en el riesgo que corre este grupo etario a sufrir accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, entre ellos se encuentra el sexo, la discapacidad y la situación migratoria. “Los términos “peligro” y “riesgo” a menudo se utilizan indistintamente, pero no significan lo mismo. El primer término hace referencia a todo aquello que pueda causar un daño o perjuicio (por ejemplo, polvo, sustancias químicas, ruido, tareas en altura, manipulación manual, maquinaria no protegida, jornadas laborales largas o impredecibles), mientras que el segundo concepto es la combinación de la probabilidad de que ocurra un suceso amenazador y la gravedad del daño que puede producirse, incluidas consecuencias que pueden manifestarse a largo plazo. Por ejemplo, los operadores de maquinaria se enfrentan a mayor probabilidad de lesiones profesionales graves y en ocasiones mortales si están continuamente operando maquinaria no protegida; y los que pasan mucho tiempo levantando y manipulando objetos pesados o voluminosos tienen altas chances de padecer trastornos en la espalda”, detalla el informe. La importancia de esta distinción está en el hecho de que la prevención de los daños exige que se hayan identificado las eventualidades y se evalúen las probabilidades de sufrirlos, así como la adopción de medidas adecuadas de control a través de un sistema general de gestión de riesgos en materia de SST5.

“La identificación de los peligros es el primer paso del proceso. Exige que los empleadores, con la participación activa de los colaboradores, identifiquen los agentes y las situaciones que pueden provocar daños y determinen quienes están potencialmente expuestos. Un sistema de gestión de la SST debería prestar especial atención a los jóvenes. Esta identificación debería centrarse en la relación entre el empleado, la tarea que debe desempeñar y las condiciones, la organización y el entorno laboral”, determinan.

Según las Directrices relativas a los sistemas de gestión de la seguridad y la salud en el trabajo (conocidas como ILO-OSH 2001), publicada en este informe, las medidas de prevención y protección deberían aplicarse en el siguiente orden de prioridad: supresión del peligro; control del riesgo en su origen (mediante registros técnicos o medidas administrativas); reducción al mínimo de contingencias con el diseño de sistemas de empleo seguro (que comprendan normas administrativas de inspección), y cuando ciertas fatalidades no puedan examinarse con disposiciones colectivas, el empleador debería ofrecer equipos de protección personal (EPP), sin costo alguno y debería aplicar reglas destinadas a asegurar su uso y mantenimiento.

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