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¿Valor compartido?

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No hay en nuestro país un patrón de crecimiento que concilie el desarrollo económico, social y ambiental porque no estamos ante una economía productiva y competitiva, que favorezca el empleo de calidad, la igualdad de oportunidades y la cohesión social, y que garantice el respeto ambiental y el uso racional de los recursos naturales. Por Dra. Alessandra Minnicelli. 

Difícil ante esta realidad hablar de valor compartido, aun cuando el concepto exista y pugne por sobrevivir, a pesar del capitalismo salvaje que impera en nuestra región.

No se vislumbran líderes y gestores públicos y pri- vados que desarrollen nuevas habilidades y cono- cimiento, como una más profunda apreciación de las necesidades sociales, un mayor entendimiento de las verdaderas bases de la producción y la habi- lidad de colaborar, más allá de las barreras entre las organizaciones con o sin fines de lucro.

Las regulaciones en nuestro país tienden a ser cada día más protectivas de las empresas y, por lo mismo, no habiliten el valor compartido, antes bien trabajan en contra de él.

Lo hacen en franco retroceso, en momentos en que buena parte del mundo busca una nueva concepción del capitalismo; aquí las necesidades de nuestra comunidades se acallan, decrecen, al mismo tiempo que los derechos de los trabajadores, de los empleados, de la nueva generación de gen- te joven que pide un capitalismo más comprometido, mas responsable.

Este nuevo pensamiento, el del valor compartido se revela ante la incongruencia entre el progreso social y la productividad empresaria. El divorcio entre las ventajas competitivas y las cuestiones sociales se hace más evidente y las empresas solo se ocupan de las cuestiones sociales como herramienta de marketing y no desde una genuina perspectiva de valor compartido.

No se han receptado con la sistematización debida las formas de operar para afrontarlos, ni desde la empresa, ni desde los sindicatos, eso hace que se estén perdiendo incluso los estándares alcanzados otrora con políticas públicas y acciones responsables incipientes en áreas como salud, seguridad, medio ambiente, retención y capacidad de los empleados.

El panorama no es alentador. Pero no abandonamos difundir las herramientas que aún pueden facilitar el equilibrio entre los objetivos de rentabilidad empresaria, competitividad y crecimiento económico con los objetivos sociales, de desarrollo local y de cohesión social que nuestras comunidades necesitan.


Editorial publicada en Revista Fonres RSE (Noviembre 2017), www.fonres.com


 

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