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¿Qué ganaríamos si todas las niñas terminaran la escuela?

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Las ventajas de completar la educación secundaria van desde tener salarios más altos hasta reducir el riesgo de ser madre antes de los 18 años. 

 Cuando empieza el primer grado hay un panorama alentador: en el patio hay muchas niñas esperando para entrar al salón de clase. Pero la fotografía escolar va cambiando conforme pasan los años y para cuando comienza la secundaria algunas de ellas ya no están.

En el mundo, 9 de cada 10 niñas completan la escuela primaria, pero solo tres de cada cuatro completan el primer ciclo de la escuela secundaria. Esto significa que unas 132 millones de niñas, con edades que oscilan entre los 6 años y los 17 años, no asisten a la escuela. Un 75 % de ellas son adolescentes.

En los países pobres, la cifra recrudece: menos de dos tercios de las niñas terminan la escuela primaria y solo una de cada tres niñas finaliza el primer ciclo de la escuela secundaria.

¿Qué hacen si no van a la escuela? Ellas han tenido que quedarse en casa cuidando a sus hermanos, abuelos o ayudando en la gestión del hogar; tal vez se han unido en pareja o han tenido hijos y eso les ha impedido seguir estudiando; otras han sido obligadas a trabajar en empresas familiares o, como sucede en algunos países, las niñas no se educan porque es una norma establecida.

El precio de que las niñas no vayan a la escuela es alto: tienen menos oportunidades para un mejor futuro y el de sus familias y con ello también se pierde el desarrollo de sus propios países.

Menos educación, menos beneficios

Según cálculos del Banco Mundial, publicados en el informe Oportunidades perdidas: el alto costo de no educar a las niñas (disponible en inglés), que las chicas no puedan completar la secundaria ocasiona pérdidas de productividad e ingresos a las economías que podrían alcanzar entre 15 billones hasta 30 billones de dólares a lo largo de toda la vida. No educar a las niñas colabora en perpetuar el ciclo de la pobreza en estos países.

Las mujeres que logran estudiar tienen más oportunidades para decidir en qué trabajar, e incluso podrían tener mayores ingresos: aquellas que completan la primaria ganan entre un 14 % y 19 % más que las mujeres que no tuvieron acceso a la educación, y aquellas que lograron completar la secundaria ganan casi el doble que las mujeres que apenas terminaron la primaria.

Los investigadores señalan que cada año de escolarización representa mayor porcentaje de aumento en el salario. En regiones como África subsahariana, cada año de educación se traduce en un 14% de aumento salarial para las mujeres. En América Latina, cada año adicional de escolarización para las niñas significa un aumento de 10% en sus ingresos.

Al completar la educación secundaria y obtener mejores ingresos, las mujeres pueden ser más prósperas, más independientes de sus padres o parejas. Asimismo, tendrían más poder de decisión sobre ellas mismas y en sus hogares.

Según el informe, además de mejoras salariales y de mayor independencia, las mujeres que terminan la escuela secundaria tendrían mayores beneficios sociales que las que solo cursaron la primaria.

Más años de educación también se traducen en mayores posibilidades para que las mujeres atiendan adecuadamente su salud; pueden recudir el riesgo de mortalidad en madres y bebés, además de colaborar en que tengan niños más sanos. Por otro lado, aumentaría en una quinta parte el registro de bebés recién nacidos.

Mantener a las niñas en las escuelas es también una forma de luchar contra el matrimonio infantil. El informe del Banco Mundial señala que se podría reducir hasta en un 75% el riesgo de ser madres antes de los 18 años.

Otra de las ventajas asociadas a que las niñas completen la educación secundaria es que se podría ayudar a reducir en un tercio las tasas totales de fecundidad en los países de alta fertilidad y podría colaborar en aumentar en una cuarta parte el uso de anticonceptivos en esos países.

Que las mujeres no se eduquen implica que ellas representen un tercio o menos de la riqueza de capital humano en los países de ingreso mediano y bajo, muy lejos de lo que representan los hombres. Al tener menos educación que ellos, su salario es menor y la desigualdad salarial produce pérdidas económicas de hasta 160 billones de dólares en el mundo.

Una oportunidad para América Latina

En la región se ha logrado que el 92% de las niñas se matriculen en la escuela primaria, el mismo porcentaje que los varones. En la secundaria, actualmente hay más niñas que niños (78%, un 5% más que la cantidad de varones).

La perseverancia de las niñas hasta el último grado de primaria es del 85,9% y la cifra de adolescentes que finalizan la educación secundaria es del 81,8%. Estos porcentajes son equivalentes o incluso levemente mejores que los que corresponden a los varones.

Sin embargo, hay diferencias entre los países debido a la desigualdad en términos de pobreza y zona de residencia. Unicef señala que en América Latina 1 de cada 4 niñas que viven en zonas rurales o en situación de pobreza no va a la escuela.

Según datos de la Cepal y Unicef, un 25% de las chicas de 12 a 18 años que no han terminado la educación secundaria mencionan la restricciones económicas como una de las causas para dejar la escuela, mientras que un 16% aduce falta de interés. Un 13% de las adolescentes, entre 12 y 18 años, señalan que el factor detrás del abandono de los estudios es la responsabilidad por los quehaceres domésticos, los cuidados no remunerados y la maternidad.

Educar a todas las niñas es una oportunidad para América Latina. Garantizar que tengan acceso a una educación de calidad es clave en una región donde, según Unicef, hay cifras desafiantes:

  • Ostenta la segunda tasa más alta de embarazo precoz (74 nacimientos por cada 1 000 adolescentes entre 15 y 19 años).
  • 4 de cada 10 niñas experimentan violencia de pareja en el transcurso de su vida.
  • 1 de cada 4 niñas se casa antes de cumplir los 18 años.
  • La tasa de matrimonio infantil y uniones tempranas es dos veces mayor entre las mujeres con menos años de escolaridad en comparación con las mujeres que terminaron la secundaria (25% y 12%, respectivamente).

Por: Marjorie Delgado, productora digital del Banco Mundial


Fotografía: Estudiante en comunidad rural La Ceja del Tambo, Colombia. C. KESL BANCO MUNDIAL

Fuente:  EL PAIS. 

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