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Una vida dedicada a ayudar al otro.

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Entrevista con Eduardo de la Serna y Francisco Oliveira. 

Forman parte del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres. Su cotidianeidad está empapada por la realidad de sectores vulnerables. Desde sus roles como pastores, se juegan por quienes más lo necesitan y hacen oír su voz. 

Son pastores de un rebaño que no siempre tiene quién los guíe y acompañe, pero, en vez de erigirse sobre ella, viven su vida, sueñan sus sueños, sufren sus dolores. Son también el rostro social de una Iglesia que no siempre estuvo a la altura de las circunstancias, pero que en los momentos más oscuros, aparecen destellos que la vuelven a su origen: las enseñanzas del Cristo a quien veneran. Eduardo de la Serna y Francisco Oliveira forman parte del Grupo de Curas en Opción por los Pobres.  Ambos despliegan su compromiso en las periferias, esa periferia que no todos quieren ver. También son comunicadores, con un fuerte sentido de Responsabilidad Social, y no callan temas políticos ni económicos. Anhelan una patria grande y soberana, que no deje a nadie atrás. Se nutren de las Bienaventuranzas. Sus armas: la palabra, la presencia y el Evangelio. En este dialogo, repasan el origen de su vocación y la realidad económica y social del país.


 
Caminando el Evangelio

El Padre Francisco “Paco”Oliveira, levanta la voz en nombre de quienes no pueden hacerlo. Español de nacimiento pero enraizado en nuestro país desde hace 30 años motivado por su vocación de vivir con y por los pobres. Su lugar: la Isla Maciel y la comunidad que la rodea hasta el 1 de diciembre, a la espera de un nuevo destino.

En sus palabras se cuela un leve acento difícil de adivinar la procedencia pero sí se le nota su fuerte compromiso con la comunidad que lo rodea, a la que conoce de punta a punta: la Isla Maciel y en especial su Parroquia Nuestra Señora de Fátima de la cuál es párroco desde hace 13 años. El Padre Francisco Paco Oliveira nació en Málaga, en el sur de España y reside en nuestro país desde 1987, pero ha adoptado nuestras costumbres como propias y se siente un lugareño más.

¿Cómo llegaste hasta la Isla Maciel? ¿Cuál fue tu recorrido?

Nací en Málaga, en una familia de clase media católica practicante. Siempre me enseñaron a vivir con sencillez, mi viejo fue el hermano menor y el único que pudo estudiar. Mi abuelo era sastre y anarquista y vivieron toda la guerra civil, dónde a mis tíos pequeñitos se los llevaron a Francia para sacarlos del conflicto. Ni mi papá ni mi abuelo olvidaron nunca sus orígenes y, de ahí, nace una de las patas de mi vocación. La puerta de mi casa estaba siempre abierta, y de verdad entraban los problemas de la gente.

La tercera pata de mi vocación está en los scouts. La primera vez que escuché hablar de la Argentina, fue de un dirigente scout que me dijo que a la Guerra de Malvinas la habían inventado los militares para seguir manteniéndose en el poder.

Y la tercera pata fue un cura del colegio que nos llevó a los barrios o, como decimos aquí, a las villas. De todo eso y -Dios de por medio- surgió mi vocación, relacionada siempre con vivir con los pobres. Yo quería ir a Centroamérica pero pasó un tiempo hasta que me dejaran venir y no allí, sino a la Argentina. Llegué en 1987 porque insistí tanto que al final me dieron permiso para venir. Hoy me siento argentino.

¿Pudiste ir a algún otro lugar de la región finalmente?

Trabajé dos años en Uruguay, un año en el campo paraguayo, también en la selva colombiana más como enfermero que como cura porque soy enfermo profesional. Y estuve en México de la mano de curas pasionistas con chicos de la calle. Pero fundamentalmente he vivido aquí en Argentina, saliendo y volviendo al país. Siempre me sentí opositor, desde que pude votar me sentí engañado muchísimas veces.

¿Cómo surge tu pertenencia al Grupo de Curas en Opción por los Pobres?

Me junto con ellos porque deseamos todos lo mismos. Y venimos del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, que surgió en 1968, una época revolucionaria, tiempos del Concilio Vaticano II, dónde el Obispo brasileño Hélder Câmara junto con otros 18 prelados desarrollan la Teología de la Revolución y que pide que los pobres de los pueblos y los pueblos pobres se unan. Nada del derrama de arriba, alejándose del capitalismo, cuando la Iglesia muchas veces estuvo cerca de esta ideología. Pero el capitalismo no tiene nada que ver con nuestra fe. Estamos mucho más cerca del socialismo, y en la Argentina esto sería del peronismo. Hélder Cámara decía: “si doy pan a un pobre me llaman santo, pero sí exijo pan, me llaman comunista”.

¿Con qué panorama te encontraste en 1987 al llegar, más allá de la hiperinflación?

Vine con muchas ganas porque era lo que deseaba: vivir y trabajar con los más pobres, y me abrí a una realidad que me llamó poderosamente la atención. No es que en España no haya pobreza pero, al llegar me alojé en Caballito con los frailes dominicos que es mi congregación, y de ahí empecé a trabajar en Puerta de Hierro, en La Matanza. Sentí que entraba a un campo de concentración, y me enteré que a ese predio lo hicieron los miliares para que la gente aprendiera “conducta humana” y después les darían una casa definitiva que nunca llegó. En la Isla Maciel estoy desde 2005. Y cuando llegué a esta parroquia, llovían cuatro gotas, y la calle se inundaba de punta a punta. Yo quería llamar a Crónica y hacer una misa con botas de lluvia para que me dieran bolilla.  En Colombia había escuchado hablar a Néstor Kirchner y pensé: “esto va a cambiar”. Hoy la calle no se llueve y no fue magia, fue inversión en infraestructura.

Otra cosa que nos cambió la vida fue el Puente Nicolás Avellaneda. Lo inauguró Julio De Vido y yo lo bendije y creo que dije que era agua bendita y no del Riachuelo. Este puente es la imagen de nuestra patria, hubo mucho tiempo dónde sólo se miró hasta Puerto Madero, nosotros estamos a cinco minutos de ahí. Me duele más la desigualdad que la pobreza. Ese puente fue mirar más allá de Puerto Madero.

Para que la realidad cambie, se necesita, además de la planificación, personas como vos que advierten sobre la realidad. Planteaste problemas y te escucharon…

A Angelelli, obispo asesinado y hoy beatificado por el Papa Francisco, lo mataron porque para él, lo que tiene que hacer un cristiano es defender a los pobres, con un oído en el Evangelio y otro en el pueblo.

No se de dónde nació la iniciativa del puente pero las organizaciones sociales de la Isla y de La Boca nos juntamos con -en su momento- el Ministerio de Planificación Federal y propusimos algunas cosas como un techito para no mojarnos y, con Vialidad Nacional tomé a trabajadores de aquí para la limpieza y la seguridad interna, y nos escucharon.  

Desde la Parroquia crearon la Fundación Isla Maciel, ¿de qué se trata?  

Cuando llegué aquí en 2005, empezamos a ver necesidades que había en el barrio. Y justo me llama un cura para contarme que Alicia Kirchner quería reunirse con los sacerdotes que estaban en los barrios. Fui de cabeza, justo había habido un incendio en el barrio y yo pensaba en las familias que se habían quedado sin hogar. En la reunión, nos dice que querían llegar a todos los rincones del país pero que no podían hacerlo sólo con sus fuerzas y que la idea era unirnos.

No fue un camino de rosas, vimos que faltaba trabajo y empezamos con una cooperativa textil que ya es independiente. Después vimos que ninguno tenía una vivienda digna y pusimos ahí el acento.

La fundación sería como la pata social de la Parroquia aunque no distingo lo social de lo religioso. Si yo corto una ruta porque tengo que reclamar un derecho, eso para mí es tan religioso como un bautismo porque es defender la dignidad de hijos de Dios. Hoy la fundación intenta responder a la realidad de este momento con dos comedores donde cenan unas 700 personas por noche. También tenemos una orquesta infanto-juvenil que se quedó, a partir de 2016, sin financiación estatal, pero que, con esfuerzo propio, logramos encaminarla. Así denunciamos que lo que nosotros hacemos lo debería hacer el Estado, que es como una madre o un padre que cuida de sus hijos, sobre todo a los más pequeños porque necesitan más protección.

¿Cómo ves a la gente de la Isla Maciel?

La veo con mucha angustia y mucha bronca, la gente no es tonta. Acá no compramos dólares pero van al almacén de la esquina y ven que no les alcanza la Asignación Universal por Hijo que reciben. Pero los más pobres tienen muchas fortalezas. Nunca faltaron las manos para ayudar.

La parroquia pertenece al Partido de Avellaneda. ¿Cómo es el vínculo con el Municipio?

Durante las gestiones de Néstor y Cristina Kirchner se hicieron 2 barrios y medio de viviendas, hubieran faltado 10 más por lo menos, pero se pudo avanzar y hoy se avanza gracias a la Municipalidad de Avellaneda que está aquí muy presente. Si no estuviera, esto sería un desastre. La relación con el municipio es excelente.

Hay un programa municipal que entrega a cada niño que estudia en la escuela primaria, y en comodato, una bicicleta fabricada localmente. Es por tres años y luego se la cambian por una definitiva. Con todos los problemas que tenemos, alguien podría pensar que no tiene sentido. Pero los pibes tienen derecho a disfrutar de su infancia.

También llevan a cabo un montón de acciones que son contracíclicas que muestran que si se quiere, se puede de verdad. Además, podemos mantener los comedores, en buena parte, por la ayuda del municipio.

¿Qué te dicen las estadísticas sobre la pobreza?

No necesitamos verlas y conocerlas para saber la realidad que es muy dura. Soy católico pero la Universidad Católica Argentina (UCA) tiene un Observatorio de la Pobreza que mira y después se va a su casa. Vos podes observar o transformar. Yo no soy pobre pero vivo acá, y estamos hartos de que nos estén haciendo encuestas para saber si tenemos esto o aquello. Si el índice es para seguir haciendo lo mismo, entonces no sirve.

¿Cómo ves dentro de la Iglesia al Papa Francisco?

El Papa es hoy alguien muy importante a nivel mundial y nos muestra el camino. Fue a Chile y a Irlanda a poner la cara frente al encubrimiento de los casos de pedofilia. Esto también se ve cuando se reúne con movimientos sociales y les dice que ellos son poetas y que de ellos viene la transformación; o cuando les dice a dirigentes políticos y sindicales que si les gustan los espejos y los autos de lujo, no se metan en política porque van a hacer daño. También cuando manifiesta que cuidar al mundo es cuidar al pobre. Y en “La Alegría del Evangelio”, del número 50 a 62, habla de que el mercado nunca resolvió nada, que el derrame nunca existió, y que no compartir con los pobres los propios bienes es quitarles la vida y robarles. Y todo esto se lo dice a los gobiernos. Pero después tengo miedo de que venga un Benedicto XVIII. Pero en la Iglesia siempre apareció un Francisco de Asís. Hay un germen revolucionario en el Evangelio que nadie puede apagar.


 
Testigo de esperanza

Como referente del Grupo de Curas en Opción por los Pobres, el sacerdote Eduardo de la Serna, busca vestigios de buenas noticas en el ambiente sombrío del presente. El rescate por el otro.

Descubrió su vocación de adolescente, trabajando con el Padre Mujica en la Villa 31, brindando apoyo escolar dos veces por semana. Toda su vida se había proyectado e imaginado como veterinario por un fuerte amor a los animales. Pero en ese trabajo comunitario descubrió otro anhelo: el compromiso de hacer algo por los otros. Y el camino fue el sacerdocio. Hoy Eduardo de la Serna está al frente de la Parroquia de San Francisco, en Bernal, partido de Quilmes en el conurbano bonaerense. Es también uno de los referentes del Grupo de Curas en Opción por los Pobres. Se trata de un hombre crítico frente al sector más conservador de la Iglesia y de las políticas del gobierno nacional.

Te venimos leyendo, vemos tu prédica en línea con la defensa a los más pobres y menos escuchados. Además, tenés una posición muy contestaría hacia la realidad del gobierno actual. Pero, ¿por qué elegiste ser sacerdote?

Fue medio raro, yo soy fanático de los animales y siempre pensé en ser veterinario. En los dos últimos años de colegio, a los 16 y 17 años de edad, trabajé en la Villa 31 con el Padre Mujica haciendo apoyo escolar. Al terminar el secundario pensé en entrar en Veterinaria y de golpe me di cuenta de qué no podía dedicar mi vida a los animales. De repente pasé de veterinario a médico, de médico a sociólogo y de sociólogo a cura.

Fue ese el paso que di porque creo que uno tiene que dedicarse a la gente, desde su lugar y sus posibilidades. No pretendo solucionar, pero sí tener una palabra de esperanza, de vida, de felicidad.

¿Cómo fue tu incorporación al movimiento de Curas en Opción por los Pobres?

Todo comienza con el Movimiento para el Tercer Mundo que nace en 1968 y que se disuelve en 1974 por internas políticas y otros conflictos. Hubo un amago de reconciliación pero luego de la muerte de Mujica lo mejor era guardarse, y más aún cuando después llegó la dictadura. Cuando vuelve la democracia, surgió la idea de algunos de juntarse de nuevo, de ver quienes estaban vivos, y quiénes no. Esto fue en 1986, yo era joven y me sumé.  Hoy somos unos 120 en todo el país pero en realidad no hay nada más inorgánico que el clero, a veces en una reunión somos 20 y en otra oportunidad, 150.

¿Y qué los distingue?

Nosotros tenemos claro que Jesús vino a evangelizar a los pobres. En realidad, deberíamos preguntarnos qué es eso de la no opción por los pobres. Es algo que lo pide Jesús. Y cada uno lo va a ser de acuerdo a sus posibilidades. En algunos casos será permitir el desarrollo de economías campesinas, en otros será el trabajo con indígenas o cooperativas, villas, barrios. En cuanto a mí, además de la parroquia, desde el ambiente académico busco aportar para ayudar al pensamiento.

¿Y cómo se relaciona con la Teología de la liberación?

Mirá, al encuentro que tenemos todos los años, han venido teólogos de la liberación de distintos países. Y la liberación tiene diferentes realidades. En Brasil es distinto que en Chile y que en Argentina o Guatemala. Pero lo que tienen en común es que Jesús quiere una vida digna y feliz para todos y busca esa liberación.

Conceptualmente la Teología de la Liberación, se refiere a que cada pueblo se libera desde su realidad y la buena noticia es ser libre, ser feliz, poder amar, tener independencia. Pero hay situaciones que oprimen como el trabajo esclavo, los grupos rechazados y discriminados, la mujer, el afro, el indígena, el campesino. La experiencia de liberación se hace pensando “yo no puedo entender un Dios que no atiende el sufrimiento injusto” porque supone que alguien lo provoca. Y entonces existen crucificadores y la cruz es perversa y uno debe liberarse de eso.

Analizando la región hoy se ven estas situaciones en México, donde la realidad es espeluznante, aunque pienso que la llegada de López Obregón trae esperanzas. También se percibe en Nicaragua, dónde Daniel Ortega y su mujer se acapararon todo el poder. En El Salvador gana de nuevo el Partido ARENA, en Colombia triunfa el uribismo, acusando a Santos de “castro chavista”, justo a él que pertenece a la familia dueña del Diario El Tiempo. En Ecuador y Brasil están las sentencias a Correa y a Lula Da Silva, con el poder judicial y mediático operando en contra. Creo que lo que está pasando en América Latina es una avanzada del imperio que se encontró con que había un territorio de paz.  Pero debemos conservar la voz y llenar, como decía Libertad de Quino, de ronchas al maquinista.

En este cambio de un modelo nacional y popular a uno conservador, ¿cómo ves a la gente?

A algunas personas les han metido en la cabeza la idea de que unos nacen con estrella y otros estrellados, y que no se puede salir de ese destino. Otros creen que lograron cosas con su propio esfuerzo sin que nadie les diera nada. Y eso es mentira porque el país te dio una oportunidad. En el barrio veo mucha tristeza, y bronca, que se hace más visible en los cortes de ruta, donde la gente dice basta. Son piquetes espontáneos donde los vecinos hacen una manifestación exterior de su bronca. Yo los felicito, tienen razón en protestar.

¿Por qué tenés una visión contraria a las políticas del gobierno? ¿Es por tu formación, por tu ser contestatario, o porque viste lo que se hizo desde el gobierno anterior nacional y social?

Creo que cada cosa que se analiza tiene que tener su propio método, si lo analizo como cura, tendré una mirada de un cura, desde el evangelio. Pero si la miro desde la política, la miro desde esa perspectiva. Supongamos que yo fuera de izquierda, ahí entonces me da la sensación de que los “Gobiernos K” eran lo más a la izquierda que la Argentina puede tolerar. Lo otro sería irreal, en un país dónde ganaron Bussi, Rico, Patti, o que no denunció el acuerdo eclesiástico militar. Tengo miles de cosas para criticar al gobierno anterior pero estaban más cercanos al evangelio. Hoy todo está más cerca del infierno, pero encima un infierno donde hace frío, porque no te alcanza la plata para calefaccionarte.

¿Qué acciones concretas del gobierno anterior las consideras así, acciones que hoy están desapareciendo? ¿Tus fieles pudieron valorarlas?

Creo que fue un acierto el hacer una muy buena explicación de lo que significó la dictadura en tema de Derechos Humanos y entonces todo el mundo salió a la calle cuando la Corte Suprema quiso aplicar el 2×1. Pero creo que no fue tan evidente en mostrar que el modelo económico de la dictadura es el mismo que impera hoy. Esa es la gran crítica que les hago para cuando vuelvan, porque es fundamental que haya conciencia.

En cuanto a las acciones, recuerdo el programa Enamorar, del que fui asesor. Y la idea de que la “Patria es el otro”. Ahora han buscado la frase de Borges de que la patria no es de nadie, pero lo somos todos. Borges habrá sido buen escritor pero en lo político estoy en sus antípodas.

Desde tu función como cura ¿Cómo manejas el que la gente te comunique su falta de trabajo, de dinero, de posibilidades?

Como cristiano, mi desafío, es anunciar el evangelio. Tengo que dar una buena notica, que debe ser concreta y real. El desafió está ahí, en encontrar vestigios de buenas noticias en la vida de la gente como la solidaridad, que uno le ponga el hombro a otro, que haya un comedor, aunque sabemos que son paliativos. Porque es el Estado el que debería estar presente, con justicia social, independencia económica. Y la primera buena noticia es que juntos logramos cosas, y así si no tenemos luz, cortamos la calle y podemos hacer algo, aunque a veces puede haber excesos en los cortes. Y acá traigo de nuevo el dicho de Libertad de Quino, que reza: “No puedo detener una locomotora pero sí llenar de ronchas al maquinista”. Cuantas más ronchas, más feliz me siento.

 

¿Crees que permea en las comunidades el pensamiento del Papa Francisco?

Sus documentos en general son muy buenos y sus gestos habitualmente son excelentes. En mucho ha acertado, con el nombramiento de obispos proféticos. Creo que es bueno que insista en algunos temas sociales, sobre todo como en Santa Cruz de la Sierra, dónde rescata mucho a Pablo VI y la Doctrina Social de la Iglesia, que no hicieron los otros papas. Él hablaba de San Ambrosio, obispo de Milán que en el año 300 decía que “no des parte de tus bienes a los pobres porque te pertenece sino porque lo que fue dado a todos les pertenece todos”. Creo que hay que discutir de nuevo el concepto de propiedad privada, no con una postura marxista sino cristiana. La propiedad privada no es un absoluto, primero está la propiedad social. El pobre que roba recupera lo suyo. Es un planteo que nos debemos.


 

Desde Adentro

El Grupo de Curas en Opción por los Pobres surgió en 1986 y se consideran herederos del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo de la mano de aquellos que sobrevivieron a las persecuciones de la Triple A y de la posterior dictadura militar. A ellos se les sumaron otros más jóvenes. Hoy se trata de un conjunto heterogéneo en cuanto a número (son aproximadamente 170) origen y pensamiento, pero que tienen en común el corazón puesto en los pobres y el hacer oír su voz. Está compuesto por presbíteros de todo el país y tienen especial predicamento en zonas vulnerables.

 

 

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