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No dejar a nadie atrás

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Se trata de una tendencia mundial: el envejecimiento de la población. ¿Qué efectos trae? Un escenario que inclina la balanza de las sociedades de cara a la Agenda de Desarrollo 2030.

América Latina y el Caribe se encuentran en la antesala de un cambio sin precedentes en su historia: en 2037 la proporción de personas mayores sobrepasará a la proporción de menores de 15 años. Si bien este cambio en la población resulta sorprendente, es un fenómeno que ya ha sido anunciado con prudente anticipación desde distintos organismos.

Este escenario fue el foco de un trabajo de inviestigación, publicada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), donde se reflexiona sobre la manera de incorporar a las personas mayores en la implementación y el seguimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible desde la perspectiva de derechos humanos. El libro se titula “Envejecimiento, personas mayores y Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: perspectiva regional y de derechos humanos” y según plantea en sus páginas, “desde  el punto de vista de sus implicancias económicas y sociales, se trata quizás de la transformación más importante de esta época”.

Los datos que presenta la publicación permiten visualizar en números lo que le espera a las distintas regiones en torno a esta situación. “A nivel mundial, entre 2015 y 2030 la población de 60 años y más se elevará de 900 millones a más de 1.400 millones de personas. Ello supone un incremento del 64% en tan solo 15 años, siendo el grupo de edad que más crece. En términos relativos, el porcentaje de población de 60 años y más pasará del 12,3% en 2015 al 16,4% en 2030”.

Aunque la situación de las regiones es marcadamente distinta, -y Europa es y seguirá siendo el continente más envejecido del mundo- el documento explica que en nuestra región el proceso de envejecimiento se produce de manera más rápida, pasando de 70 millones de personas mayores a 119 millones en el mismo período, lo que supone un aumento del 59%.

Desde  el punto de vista de sus implicancias económicas y sociales, el envejecimiento de la población se trata quizás de la transformación más importante de esta época.

Más allá de las cifras, lo más inquietante para la región -sagún indican los especialistas- es el escenario en el que ocurre el envejecimiento poblacional, caracterizado por la desigualdad, la pobreza, el agotamiento de un modelo de crecimiento económico insostenible, y el avance del desempleo y del empleo de baja productividad. De allí, que desde CEPAL resaltan la importancia de la planificación basada en los escenarios demográficos, dado que eso lo que generará un marco que permita adotpar decisiones trascendentales para el desarrollo de los pueblos.

El envejecimiento y la situación en que se encuentran las personas mayores, se traduce en un factor relevante en la consecución de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 para el Desarrollo creada por Naciones Unidas. Pero esto no siempre fue así. Tal como explican en el documento, En la agenda internacional, y pese a su importancia,

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), predecesores de los ODS, hicieron caso omiso de estos datos y se concentraron unicamente en  la transición demográfica y epidemiológica. “Su omisión limitó su inclusión en las metas e indicadores para medir el éxito de los ODM y, como corolario, el tema fue excluido de las prioridades de apoyo técnico y financiero de varios fondos y programas de las Naciones Unidas. Esto influyó en que, durante los primeros 15 años de este siglo, los asuntos de las personas mayores transitaran un camino distinto, a veces paralelo, con logros importantes referidos a la visibilidad de sus derechos humanos”. Ejemplo de lo anterior fue la aprobación de la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores en 2015 y su ratificación, hasta ahora por seis países: Argentina, Bolivia (Estado Plurinacional de), Chile, Costa Rica, El Salvador y Uruguay.

En este marco, desde CEPAL llaman a los Estados a “trabajar para generar los mecanismos que garanticen las libertades y los derechos consagrados en el instrumento regional y crear las condiciones para que la discriminación de las personas mayores no impida su participación en la sociedad y el desarrollo. Una tarea que exige, entre otros requisitos, innovación, transparencia, personal calificado y presupuesto gubernamental”.

Cambios demográficos y los ODS

Para subsanar la ausencia del factor de envejecimiento de la población en los ODM, en 2015, con la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, las personas mayores, la edad, o ambas, se incluyeron explícitamente en algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

En 2037 la proporción de personas mayores sobrepasará a la proporción de menores de 15 años

Así, los primeros seis ODS y el octavo abordan asuntos que son fundamentales para la vida de las personas mayores en cuanto individuos, y los Objetivos 7, 11,12 y 16 facilitan la creación de un entorno que les favorece, como ocurre con otros grupos desfavorecidos. Los Objetivos 10 y 17 guardan una relación directa con asuntos estructurales e institucionales que dan una mayor visibilidad a los asuntos que les afectan directamente a ellas y a sus familias. Además, hay metas específicas que son de suma importancia para las personas mayores.

Pero esta incorporación no fue al azar. Según explican los autores “fueron las mismas organizaciones de la sociedad civil, que están trabajando en favor de los derechos humanos de las personas mayores, las que generaron un debate y propuestas para incluirlas en la Agenda 2030. Su acción permitió que la consigna de que “nadie se quede atrás” comprendiese a las personas mayores.

Lo más inquietante para la región es el escenario en el que ocurre el envejecimiento poblacional: desigualdad, pobreza, modelo de crecimiento económico insostenible y el avance del desempleo.

Pero no todo es negativo en torno a esta nueva situación que indefectiblemente está azorando en casi todos los rincones del planeta. Algunos factores tambien se pueden transformar en oportunidades inéditas para que varios países de la región aprovechen como impulsor del desarrollo.

El aumento de la esperanza de vida para una cantidad considerable de personas en edad avanzada, “puede redundar en un mayor ahorro durante el ciclo vital —en particular en las edades en que se produce más que lo que se consume—, para financiar el consumo en la vejez, lo que a su vez se traduciría en una capacidad superior de inversión productiva y social” explican. Por otro lado, “con la disminución del tamaño de la fuerza laboral, los países tendrían que apoyarse más en la productividad y en fomentar una mayor participación de grupos específicos de población en el mercado del trabajo, como las mujeres y los jóvenes” reza el informe. Destacan asimismo, el vínculo con el fortalecimiento y desarrollo de la educación, ¿De qué manera? “Habría una menor presión para financiar la educación, lo que representa una oportunidad única para mejorar tanto la enseñanza en todos sus niveles como la formación en el puesto de trabajo. La reducción del tamaño de la población más joven (15 a 24 años) facilita el financiamiento de políticas destinadas a mejorar sus calificaciones, lo que favorece la transición de la escuela al trabajo, y el aumento de su productividad en el futuro” amplían.


Por los Derechos Humanos

La Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, es un instrumento legal valioso para la comunidad de los países de las Américas, sobre todo porque permite que las personas de ese grupo etario, defiendan y hagan respetar sus derechos en el marco más amplio de la responsabilidad internacional de los Estados.

El documento resalta que la persona mayor tiene los mismos derechos humanos y libertades fundamentales que otras personas, y que éstos, incluido el de no verse sometida a discriminación fundada en la edad ni a ningún tipo de violencia, “dimanan de la dignidad y la igualdad que son inherentes a todo ser humano”. Además, reconoce que la persona, a medida que envejece, debe seguir disfrutando de una vida plena, independiente y autónoma, con salud, seguridad, integración y participación activa en las esferas económica, social, cultural y política de sus sociedades. Reconoce las valiosas contribuciones que éstas pueden aportar al bienestar común, a la identidad cultural, a la diversidad de sus comunidades, al desarrollo humano, social y económico y a la erradicación de la pobreza. Desde Naciones Unidas, declararon el 1º de octubre como el Día Internacional de las Personas de Edad.

 

 

 

One comment

  • Alicia

    marzo 2, 2019 - 5:32 pm

    Buen artículo considerando que la OMS ya lo tiene en cuenta al envejecimiento de la población mundial, donde ya no hay lugar para las almas jovenes, pero si tiene en cuenta a las personas para darle vida eterna, sin tener en cuenta muchas veces la calidad de vida de esas personas muy longevas…muy seguramente cansadas de vivir, tristemente olvidadas por sus familiares, con pocas prespectivas de futuro, mirando siempre el pasado…pero manteniendo un sistema de obras sociales, con grandes gastos médicos.

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