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Parar para pensar la Responsabilidad Social

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Si la década que comenzó en el año 2000 puede ser reconocida como un periodo de gestación de la Responsabilidad Social -el cual marcó el rumbo de este concepto tal como lo concebimos hoy- los siguientes diez años no siguieron un curso tan lineal. Por aquellos tiempos, a inicios del nuevo siglo, el término “RSE” era prácticamente desconocido y la palabra “Sustentabilidad” no estaba instalada en nuestro vocabulario. Todavía no podíamos identificar aquellas acciones que tenían perspectiva de género, el liderazgo y el gerenciamiento se regía por otros parámetros, la rendición de cuentas estaba destinada a ser materia prima solamente de contadores, llena de números y alejadas de las personas. Aun, teníamos la suerte que el cambio climático no era una amenaza para la continuidad -nada más ni nada menos- que de la humanidad. Hoy, mucha agua corrió bajo el puente en todos los aspectos que conforman esta nueva forma de organización social. Algunos fueron consolidándose y otros no tanto. Por eso, en las siguientes páginas, el equipo de Fonres -especialistas en diversas áreas- realiza un análisis de los últimos diez años en cada una de las esferas de su expertise y describen los avances conseguidos y los desafíos por delante. Como señala Alessandra Minnicelli en su articulo de esta sección- todavía quedan muchas barreras por sortear.  

¿Cómo evolucionó la Responsabilidad Social Ambiental?

Por:  Dra. Mariana Galli Basualdo, Asesora y Consultora en temas ambientales de FORS

Resulta innegable que el concepto de responsabilidad social ambiental hoy día tiene una amplia aceptación y penetración tanto en las organizaciones del sector público como privado.

Recordamos que, la responsabilidad social, dentro de ella la ambiental, exige un plus de cumplimiento legal a los fines -no sólo de reducir o minimizar sus externalidades negativas e impactos ambientales- sino que también, debieran estar orientadas al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). 

Podemos afirmar que existe una mayor conciencia global ambiental por parte de todos los sectores y actores. Si bien sus acciones muchas veces van orientadas a programas  netamente ambientales, como pueden ser la reducción de consumo de energía, menor emisión de dióxido de carbono, reciclaje y reutilización de productos, por citar las más frecuentes; en términos de disposición final observamos una incipiente concientización adoptando la incorporación del concepto de Economía Circular, es decir, extender la responsabilidad de las organizaciones en todo el ciclo de vida del producto y/o servicio. Ello obedece a la inmensa cantidad de residuos generados por los altos niveles de consumo, que acarrean inmensas cantidades de desechos plásticos en océanos, basurales a cielo abierto, residuos textiles, por mencionar sólo algunos ejemplos.

Los avances en ciencia, tecnología e innovación contribuyen a paliar los impactos ambientales negativos, pero, aisladamente no han logrado frenar las diversas crisis ambientales.

Sin lugar a dudas los avances en ciencia, tecnología e innovación contribuyen a paliar estos impactos, pero, aisladamente no han logrado frenar las diversas crisis ambientales.

Hoy no existen dudas que la disciplina ambiental debe ir acompañada de una dimensión social; el incremento de la temperatura y el cambio climático azota a todo el mundo, impactando fuertemente en todas las economías, sobre todo en las menos desarrolladas y vulnerables.

Al cumplirse 50 años de la Primera Cumbre de la Tierra, celebrada en Estocolmo (Suecia 1972), en la que ya se advertía a la comunidad mundial, no sólo las catástrofes ambientales que hoy vemos, sino también el impacto del consumo exacerbado, las brechas entre ricos y pobres y el aumento de estos últimos; se formularon -con el propósito de evitarlos- numerosas recomendaciones, principalmente a los países más desarrollados y sus gobiernos; como al conjunto de las naciones.

En esta línea, se conmemoran 20 años de sanción de la Ley General del Ambiente N° 25675, la cual también prevé principios e instrumentos de política y gestión ambiental nacional; con más otras cumbres y conferencias internacionales, que sin lugar a dudas convocan de manera permanente a una mayor conciencia global ambiental; bregamos entonces por la efectiva implementación de los compromisos ambientales que se suscriben y sancionan. Apelando a una mayor responsabilidad social ambiental tanto individual como global, ya que como expresara el Papa Francisco “no hay PLANETA B”.

Liderazgo y Gerenciamiento. Nuevos desafíos. Las mismas convicciones

Por:  Lic. Pablo Lazzari, Coordinador General de Edufors.  

Así como lo hicimos hace 10 años con la responsabilidad social y su novedoso tratamiento más allá del ámbito empresarial y la inclusión de diversos sectores en la conformación de los que llamamos sus “ecosistemas”, hoy -cuando oportunamente nos planteamos abordar esta temática del gerenciamiento- nos enfocamos también más allá de la mirada tradicional y apostamos a reflexionar sobre la dirección y el liderazgo de organizaciones como verdaderos conjuntos sociales que en el marco de sus estructuras productivas sean perfectamente reconocibles, tanto por su impronta interior como por los grupos de influencia e interés con los que se relacionan, léase clientes, proveedores e inversores.

Para ello, entendemos que es fundamental vincular los actores que conforman la organización con sus compromisos y fines determinados, más allá del paradigma de meros recursos productivos, anónimos y sustituibles. De esta forma, e intermediando con líderes competentes en potenciar capacidades humanas en todos los niveles, resultarán organizaciones diferenciables, ya sea desde la mirada interna, como asimismo desde el contexto externo. Por ello, buscamos sostener la idea del “todos ganan”, porque la entendemos como única alternativa sustentable en el marco de un círculo virtuoso que se retroalimenta con beneficios para quienes intervengan.

Crear líderes innovadores que avancen en la puesta en valor de estas ideas invita a re-pensar estructuras de poder o códigos vigentes, pero también realidades organizacionales emergentes que piden ser escuchadas en virtud a los nuevos paradigmas de negocios. 

Sabemos que profundizar en todas estas cuestiones implica ver realidades disímiles y con ellas las gestiones necesarias para administrar sus componentes sociales y culturales que invitan a salir del pensamiento hegemónico de la materia, para poner el foco en el diálogo, la discusión, y el debate de ideas, transitando en consecuencia, una senda de complejidades fructíferas que, conducidas apropiadamente y con una visión de conjunto, harán de aquella característica identificadora una cualidad incontrastable. 

¿Es más difícil este camino? Sí, puede ser. Pero entendemos que las realidades coyunturales invitan a re-pensar contextos cambiantes y con ellos estrategias vinculadas a incertidumbres o comportamientos variables tanto internos como externos de la organización, aunque siempre con eje en las capacidades humanas y las oportunidades que su desarrollo implica.

Crear líderes innovadores en la materia que avancen en el desarrollo y la puesta en valor de estas ideas seguramente invita también a re-pensar estructuras de poder o códigos vigentes, pero también realidades organizacionales emergentes que piden ser escuchadas en virtud a los nuevos paradigmas de negocios. Sabemos del desafío y sabemos cómo hacerlo posible.

El largo camino hacia la igualdad

Por: Prof. Olivia Sokol, Coordinadora del área de Indicadores & Género de FORS. 

En los últimos años el logro de la igualdad entre varones y mujeres se convirtió en un asunto prioritario para la sociedad argentina. Podemos identificar un momento de inflexión en el estallido del “Ni Una Menos” en 2015. A partir de ese momento comenzamos a tomar acciones concretas frente un panorama de violencia de género imperante. No obstante, seguimos superando la media global en este tipo de crímenes y estamos lejos de cumplir con todos los objetivos propuestos por el flamante Ministerio de Mujeres y Géneros. En este sentido, además de los aspectos no resueltos en torno a las violencias, continuamos sin lograr la igualdad en diversas áreas. Por un lado, mujeres y hombres no nos encontramos con una representación equitativa en el mercado de trabajo. Sigue habiendo diferencias en la tasa de ocupación, además de menores ventajas de contratación para las mujeres. Tampoco hemos resuelto la desigual distribución de tareas de mantenimiento y de cuidado. 

A pesar de lo mencionado y a modo de balance, podemos ofrecer contrapuntos para reflexionar sobre la última década en materia de igualdad de género. No todo ha sido retrocesos, sino que hemos estado a la vanguardia de los cambios necesarios para lograr un mundo más igualitario. En este sentido, podemos destacar propuestas de avanzada en materia de Educación Sexual Integral, planificamos programas para equiparar la vida de varones y mujeres en relación con las tareas de cuidado. Además, creamos registros administrativos (por ej. la URSSF o los registros de la Oficina de Violencia Doméstica) para conocer y recabar información sobre la desigualdad, y sancionamos diversas leyes para mejorar este panorama. Entre estas normas podemos enfatizar la Ley Micaela N° 27.499 (2018) que establece la capacitación obligatoria en género para todas las personas que integran los tres poderes del Estado. Otra destacada es la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo Nº 27.610 (2020), que otorga el derecho al aborto en todos los casos hasta la semana catorce inclusive, manteniendo la vigencia del derecho al aborto en casos de violación y riesgo para la vida o salud de la madre, sin límite de tiempo. 

En consonancia con esto, múltiples instituciones y organizaciones se han ocupado de llevar adelante registros estadísticos de la violencia de género. Todo esto tuvo fuerte impacto en el cambio del MAM (mecanismo para adelanto de la mujer) que paso de ser una oficina dependiente del poder ejecutivo nacional, a convertirse en un Ministerio que lleva a cabo la política de género del país.

En este contexto es necesario que reflexionemos sobre los aportes de diversos actores sociales en el compromiso para la promoción de los derechos de las mujeres argentinas. De este modo, podemos decir que las políticas públicas han sido relevantes, sin olvidar que en muchos casos esto estuvo acompañado por el sector privado y la sociedad civil en su conjunto. Esta ultima fue indispensable para lograr gran cantidad de las transformaciones mencionadas. Es crucial que todos estos actores sigan situándose de cara a los problemas de desigualdad de género para continuar en un camino de más y mejores derechos para las mujeres.

Comunicación y Responsabilidad Social

Por: Victoria Jasler. Lic. En Comunicación y Magister en RSC. 
Editora de la Revista Fonres.

Hablar de comunicación y Responsabilidad Social (RS) no genera grandes debates y todo indica que -entre los profesionales del área- existen más consensos que disidencias en la mayoría de las aristas que este binomio presenta. Sin embargo, esto no siempre fue así. Diez años atrás estábamos frente a un término complejo, que generaba reticencia en muchos casos, y que todavía, estaba siendo sometido a un juego de prueba y error para acordar su alcance dentro y fuera de las organizaciones. 

Fue entonces que, desde 2008, Fonres, en decidimos formar parte activa de esa construcción colectiva y comenzamos a tender canales de diálogo entre diversos actores con un objetivo: acordar cuál era la mejor manera de entender y de hacer RS en Argentina. Así, organizamos jornadas de sensibilización a lo largo del país, participamos de espacios académicos, propusimos legislación, organizamos tres Congresos Internacionales (CIRS) con figuras de talla mundial y creamos Edufors, nuestro instituto de capacitación donde volcamos todo ese caudal de nuevo conocimiento. 

En paralelo, conscientes que la RS era una temática que excedía las puertas institucionales, y que era necesario que cada ciudadano hiciera suyo el concepto, decidimos alcanzar a un público más amplio. Por eso, creamos el programa de televisión “40 Minutos de RSE” y la Revista Fonres, que hoy cumple 10 años. 

Superada la etapa de discusión que confrontaba si era mejor comunicar o no la RS, la transparencia fue la indiscutida vencedora. Pero con este nuevo entendimiento teoríco, los vicios comenzaron a aparecer en la práctica, bajo lo que hoy conocemos como “greenwashing” y demás artilugios que intentan encubrir impactos negativos o embellecer acciones a través de la comunicación.  

Afortunadamente hoy, a diferencia de 10 años atrás, luego de mucho trabajo colectivo, se han desarrollado innumerables herramientas que contrarrestan esas maniobras, porque logran poner blanco sobre negro y permiten visibilizar las distancias entre lo que se hace y lo que se dice que se hace. 

Indicadores, estándares que organizar y medir la información asi como corregir rumbos, nuevas legislaciones y marcos normativos que aceleran procesos, son elementos que conforman el abanico de instrumentos que tienen a disposición las organizaciones para fortalecer su gestión. No se puede dejar de mencionar, el paraguas que representan los 17 ODS.  

Con todo lo anterior, queremos decir que no existe una comunicación fiable, organizada y relevante si no va de la mano de una estrategia de sustentabilidad con las mismas características. La comunicación es, ni más ni menos, que el reflejo de esa estrategia plasmada en una nota periodística, en una campaña de marketing o en la plataforma comunicacional por excelencia: el Reporte de Sustentabilidad. 

Sin una buena planificación estratégica en materia de RS, sin la medición de cada acción, no hay insumos suficientes para rendir cuentas -o al menos- no aquellos que como profesionales de la comunicación anhelamos generar o que como consumidores y ciudadanos merecemos recibir. 

EL LUCRO Y LA RESPONSABILIDAD SOCIAL 

Por: Alessandra Minnicelli. Presidenta de Fonres, FORS y Edufors

Pasaron diez años desde la primera edición de la revista, a través de la cual buscamos ser en todo tiempo comunicadores, difusores y protagonistas en la temática de la Responsabilidad Social (RS).

A diez años y viendo la evolución del concepto –que ciertamente evoluciona y ha evolucionado en cada momento histórico – podemos decir que, en nuestro presente, en el Siglo XXI, el lucro y la Responsabilidad Social se mantienen divorciados por parte de las Empresas, pero que en una mirada abarcativa de la RS, esta ha permeado o lo ha hecho incipientemente en otro tipo de organizaciones.   

En cada entrega de nuestra revista, pusimos a disposición de nuestros lectores, y mostramos,  en el marco de lo que construimos como el Ecosistema de RS, como cada tipo de organización (las Empresas, los gobiernos locales, las universidades, las cooperativas, los sindicatos), miraban y reflexionaban sobre el tema, miraban y reflexionaban sobre el impacto negativo de la actividad de ellos y de los otros sobre las comunidades, y de una forma u otra, convergían en ejercer alguna acción responsable.

El debate sobre que es la RS, o como incorporar los ODS a nuestra agenda, mirando nuestra realidad como País, y adaptando los 17 objetivos en cada diversa región, no se ha instalado con la intensidad y la discusión necesaria que permita plasmarla en hechos. Sin embargo, creemos que el conocimiento teórico sobre el tema, la conceptualización llegara un día al conjunto de la sociedad, para entender y definir roles y acciones precisas, concordantes, convergentes y complementarias entre sí, entre el sector público y el sector privado para que la dinamización de la economía sea posible, entendiendo así a la RS como una nueva forma de organización social que equilibre, competitividad y desarrollo económico con sustentabilidad ambiental y cohesión social.    

 Entendemos a la  RS como una nueva forma de organización social que equilibra, competitividad y desarrollo económico con sustentabilidad ambiental y cohesión social.    

Las barreras a sortear son muchas, la más importante y que muchos autores señalan es la “complicidad estructural” de la sociedad capitalista, que condiciona que la comunidad pueda encontrar esa otra forma de crecer y desarrollarse priorizando a la naturaleza, priorizando a las personas y respetando sus derechos. Porque la responsabilidad social no es más que eso: el darnos cuenta de nuestros actos y del impacto que producen en terceros desde la mirada de las implicancias sociales que siempre van más allá de las exigencias legales.

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