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ODS2

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Para alcanzar el objetivo de un mundo con “Hambre Cero”, la tecnología es un aliado fundamental. Innovación y trabajo conjunto para luchar contra un enemigo que amenaza a todo el mundo.

Con el objetivo de concentrar los esfuerzos de los gobiernos y organizaciones para hacia un mismo horizonte, en el año 2015, la Organización de las Naciones Unidas lanzó la Agenda 2030 para el Desarrollo. Esta propuesta se integra por los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que -en palabras simples- configuran una guía de las principales problemáticas que atraviesan transversalmente a todos los países del globo.

El segundo de ellos, es -sin duda- apremiante, ya que propone “Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible”, una cuestión que no pasa desapercibida en ningún rincón del mundo. Según informa el Pacto Global “se estima que 821 millones de personas padecen hambre en el mundo, y un 22% de la población mundial menor de 5 años presenta una nutrición insuficiente”.

Como otra cara de la misma problemática, aparece la obesidad, que tal como explican, sigue aumentando en todos los grupos de edad y todas las regiones, impulsada en gran medida por el consumo de dietas poco saludables y por un claro mal reparto de los alimentos. Estos datos destacan el inmenso desafío que supone lograr el objetivo del hambre cero para 2030.

Analizando en más detalle esta situación, una de las primeras cuestiones que merece la atención, es el desperdicio de alimentos. Entre el 25% y el 30% del total de alimentos producidos en el mundo se pierde o se desperdicia, según el IPCC, el panel de científicos de expertos de la ONU en cambio climático.

Y este dato no es menor si se considera que las emisiones del sistema alimentario en su conjunto, incluida la producción y el consumo, representan hasta el 37% del total de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero inducidas por el ser humano. De tal modo, existe una estrecha relación entre este sector y el calentamiento global que actualmente estamos atravesando. “Solo el desperdicio de alimentos es responsable de entre el 8% y el 10% de todas las emisiones de efecto invernadero que genera el ser humano” explican desde el Pacto Global. Entonces, si comprendemos que todo está conectado, esta situación vuelve como un boomerang hacia el punto de partida, empeorando cada día más y más.

De este modo, el IPCC alerta de que el cambio climático está teniendo ya impactos en la seguridad alimentaria debido al cambio en los patrones de precipitación y el aumento de la frecuencia e intensidad de fenómenos extremos que dañan los cultivos.

Tecnología contra el hambre

El hambre y la desnutrición siguen siendo grandes obstáculos para el desarrollo económico y social de los países a los cuales afecta. En este marco, a diferencia de décadas atrás, los avances tecnológicos están haciendo una gran diferencia en esta lucha contra el reloj, porque -no hay que olvidar- que las estadísticas son más que números, son personas que padecen día a día este flagelo.

Hoy, la tecnología es un aliado imprescindible para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, porque ofrece un gran potencial para acelerar su cumplimiento y reducir el costo de sus procesos de implementación. ¿De qué manera? Principalmente dando soporte a uno de los retos que se presenta en casi todos los ODS: facilitando el análisis y recolección de datos (Big data). La tecnología digital permite aplicar métodos innovadores de recolección de datos para medir y monitorear información que facilite la toma de decisiones.

Las empresas, por su parte, también pueden hacer su aporte. Más allá de aquellas cuyo núcleo de negocio está más directamente ligado a este objetivo, como las del sector agroalimentario en sus 3 eslabones (producción, industria y distribución), todas ellas e independientemente de su sector, pueden tomar medidas para contribuir. Esto se puede canalizar a través de la inversión en tecnología e I+D+i que posibilite procesos más eficientes y sostenibles que garanticen a largo plazo cumplir con la demanda creciente y a corto plazo aumentar el acceso a alimentos a personas en situación de malnutrición.

 

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