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¿Cómo impacta la crisis por el COVID-19 en el mundo del trabajo?

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El coronavirus está golpeando la economía global y, aunque todavía no pueden evaluarse los daños en su totalidad, ni el tiempo que llevará recuperarse de esta crisis, su impacto en el mercado laboral ya es devastador. En términos generales, la actividad laboral afectada por la pandemia ya supera lo vivido durante la crisis financiera de 2008, por lo que estamos situados en el peor escenario económico desde 1945. Quienes más acusan el golpe son los países en desarrollo obligando a los gobiernos, empresas y sociedad en general, a repensar los vínculos, las estrategias y los modos de operar para adaptarse a esta nueva realidad.

En su tercera edición del  “Observatorio de la OIT: El COVID-19 y el mundo del trabajo”, el organismo califica esta pandemia como la peor crisis mundial desde la segunda guerra mundial.

Roger Gomis, economista de la OIT y uno de los autores del informe, advierte que esta situación pone en máxima tensión a las empresas de los sectores más afectados. “Las caídas de ventas e ingresos no pueden ser compensadas por reducciones de costes, de modo que la supervivencia de buena parte del tejido productivo está en juego. Hay que destacar además que la mayoría de las compañías (utilizando como medida a empleadores) se encuentran en los 4 sectores identificados como de mayor riesgo, por ello, el impacto allí es muy pronunciado”.

La caída de la actividad laboral es uniforme a nivel global, en tanto el factor principal que causa la disrupción en el mercado del trabajo es la incidencia de la pandemia y la toma de medidas para contenerla, explica Gomis e identifica al menos 4 sectores como los más golpeados: hotelería, restaurantes, comercio y manufactura.

El estudio advierte que 1.600 millones de trabajadores de la economía informal (casi la mitad de la población activa mundial), corre peligro de sufrir la desaparición de sus fuentes de sustento, por la caída constante de las horas de trabajo a raíz del brote. Más de 2000 millones de personas en el mundo trabajan en la economía informal y se encuentran en situación de vulnerabilidad porque no cuentan con la protección básica que ofrece un empleo en el marco de la formalidad.

El deterioro de los empleos de tiempo completo será del 10,5% (305 millones de empleos). Las estimaciones indican una pérdida de horas de trabajo equivalente al 12,4 % en el segundo trimestre en las Américas, en comparación con los niveles registrados antes de la crisis, y del 11,8 % en Europa y Asia Central. Las estimaciones para el resto del mundo superan el 9,5%.

Por otra parte, el estudio señala que las empresas también atraviesan una situación de riesgo por las medidas de confinamiento y paralización de las actividades. Cerca de 47 millones de empleadores, que representan el 54% de todos los empleadores en el mundo, operan en los sectores más afectados, a saber: la industria manufacturera, la hostelería y la restauración, el comercio al por mayor y al por menor, las actividades inmobiliarias y las actividades comerciales.

En todo el mundo, más de 436 millones de compañías afrontan el riesgo de interrupción de la actividad, de las cuales 232 millones pertenecen al comercio mayorista y minorista, 111 millones a las manufacturas, 51 millones a servicio de alojamiento y comida, y 42 millones al sector inmobiliario y otras actividades comerciales.

“Actualmente a escala global la caída de la actividad laboral por la pandemia ya supera a la crisis financiera, por lo que estamos en la peor crisis desde 1945. En economías en desarrollo el impacto en la actividad laboral está siendo claramente más pronunciado que en 2008. Además, en economías desarrolladas, en poco más de dos meses se han superado caídas de la actividad que en el caso de la crisis financiera tardaron varios trimestres o años en materializarse, dependiendo del país. Latinoamérica en general y Argentina en particular también están en una situación similar, debido a la toma generalizada de medidas para la contención del Covid-19”, opinó Gomis.

Panorama local

“La Argentina ya venía atravesando una situación crítica antes de la crisis del coronavirus. La ociosidad de capacidad instalada, los bajos niveles de consumo, los problemas de competitividad, inestabilidad política y macroeconómica, oscilaciones bruscas en la política sectorial, y un estrangulamiento fiscal y financiero (alta presión impositiva y tasas de interés impagables) describen sintética y dramáticamente la crisis argentina antes del “apocalipsis” importado”, señala la consultora Invenómica en relación al escenario local previo a la llegada de la pandemia.

Además, advierte que, pese a las medidas compensatorias del Gobierno y el levantamiento de algunas de las restricciones laborales,  durante este año los empleos privados registrados serán menor que en 2012 y se observará una caída del 2%, mientras que el empleo del sector público crecerá un 0,5%.

Para analizar los sectores de la economía argentina más golpeados por la crisis del coronavirus, se puede trazar una división entre los sectores que fueron exceptuados de la cuarentena y los que no. En esta línea, aquellos que no pueden trabajar son los que más sufren esta coyuntura, y dentro de este grupo puede ubicarse a los trabajadores  de los sectores informales, como cuentapropistas, servicio doméstico, construcción, vendedores ambulantes, etc.

En el otro bando se nuclean los trabajadores de la industria alimentaria, bebida, limpieza e higiene, que mantuvieron su actividad, y otros sectores que tuvieron la capacidad de implementar el trabajo remoto y garantizar el ingreso a sus empleados.

“No es lo mismo el sector formal donde, dependiendo de la actividad económica, se puede pensar en trabajo a distancia, con condiciones laborales garantizadas y salarios relativamente altos, donde  los efectos de la cuarentena en términos económicos son menores, que en los sectores informales donde hay una mayor concentración de trabajadores en condiciones más vulnerables”, explicó Sergio Rottenschweiler, investigador del Instituto del Conurbano de la UNGS.

Los sectores de trabajo intensivo y con expectativas de recuperación a largo plazo como el área de turismo, restaurantes, espectáculos masivos y hoteles, donde la posibilidad de hacer trabajo remoto son reducidas, también se vieron fuertemente afectadas.

En este sentido, algunas medidas de gobierno entre las que se cuentan los subsidios al sector privado para el pago de salarios, pagos extras para beneficiarios de AUH, jubilaciones y pensiones y la creación del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), son instrumentos acertados en un contexto de elevada informalidad (35% del sector asalariado), más el sector cuentapropista que no es alcanzado por la seguridad social.

“El IFE es una herramienta novedosa y lógica en un escenario donde los ingresos de la población caen, sobre todo en aquel sector que vive el día a día, perdieron sus ingresos y no tuvieron capacidad de ahorro. La cantidad de personas inscriptas superó las estimaciones oficiales. Por otra parte, el subsidio a empresas para el pago salarios y la postergación del pago de contribuciones patronales, también es una medida interesante porque muchas empresas dependen de la facturación y de la capacidad de trabajo para pagar sueldos. Estamos en un contexto de crisis donde, al shock de oferta de trabajadores que no pueden trabajar, se suma el shock de la demanda”, enfatizó Rottenschweiler.

La seguridad social tiene un rol central para la contención de la crisis del coronavirus, en tanto la mayoría de las medidas se orientan a garantizar un cierto nivel de ingreso a la población más vulnerable. La diferencia con otras medidas que se han tomado en países más desarrollados es que en esos lugares el seguro de desempleo tiene un lugar de relevancia que en Argentina no tiene.

“El seguro de desempleo no es un instrumento que tenga mucha injerencia en América latina, sobre todo en aquellos países que tienen altos niveles de informalidad. En 2019, en Argentina había 110.634 beneficiarios con una prestación promedio de $4.405. Es un beneficio que  cubre a los trabajadores formales del sector privado y en un contexto con trabajadores con altos niveles de desprotección como el nuestro, se necesitan instrumentos como el IFE para llegar a esos sectores, si no, no hay chance”, opinó Rottenschweiler.

Trabajo remoto

La cuarentena cambió la forma de trabajar. Si bien algunas empresas ya tenían alguna experiencia en la modalidad de trabajo remoto, la prohibición de salir de casa obligó al resto a adecuar sus sistemas para poder seguir desarrollando su actividad.

Los expertos sostienen que una vez transitada la pandemia, muchas compañías acelerarán los tiempos de transformación digital y automatización de procesos.

“La crisis por el coronavirus obligó a las empresas a repensar la situación de su negocio, adaptarse o dejar de existir, y creo que es una oportunidad para plasmar esta transformación digital tan esperada e impulsada por las áreas de TI en los diferentes verticales”, opinó Fernando Zerbini, co-fundador y CFO de Nubiral.

Sin embargo, la adecuación del trabajo físico a remoto no es una tarea lineal, ni igual para todas las empresas. La posibilidad de adaptarse a esta modalidad dependerá del cash flow y la espalda financiera de cada una de ellas.

Por otra parte, no todos los verticales tienen la posibilidad de implementar el teletrabajo porque, en muchos casos, su actividad no lo permite. En ese sentido, Zerbini agregó que incluso dentro del área de las empresas de tecnología, algunas pymes tuvieron dificultad para avanzar en este sentido.

“En áreas administrativas o de capital humano, el trabajo remoto a veces es un poco tabú y se piensa que no existe la posibilidad implementarlo. El de comercio es uno de los sectores que  se vio afectado de manera relevante, pero en muchos casos están analizando o poniendo en práctica el e-commerce o, incluso, utilizar Mercado Libre como vidriera para sus productos”, explicó Zerbini.

Con la pandemia, en Nubiral se incrementaron la cantidad de consultas y solicitudes sobre la nube, la migración y la digitalización de algunos procesos y aunque muchas empresas son reacias a la tecnología, esta situación no les dejará opción ahora o en el futuro. “Son oportunidades para crear nuevas maneras de trabajar y tratar de arraigar a las diferentes industrias en esta nueva cultura de transformación digital”.

Por su parte, Gomis opinó que para una parte importante del mundo del trabajo, el Covid-19 precipitó un experimento a gran escala sobre el trabajo remoto del cual habrá que evaluar los resultados. “En todo caso, es importante que las decisiones respecto al trabajo remoto, se tomen desde la opcionalidad y para aumentar la flexibilidad”, agregó.

Escenario post pandemia

Las estimaciones acerca de la actividad económica no hablan de una reactivación rápida. El coronavirus provocará una recesión superior a las del 2008-2009 y los niveles previos a la crisis no se recuperarán hasta 2021, en algunos casos.

“El mercado laboral va a quedar debilitado, pero algunos sectores se van a fortalecer cuando termine todo esto. Probablemente se de una migración al teletrabajo y actividades económicas que se van a apoyar en los digital y en los envíos online”, opinó Rottenschweiler.

En la misma línea, el ejecutivo de Nubiral agregó que a las empresas de tecnología y software se les presenta un escenario de negocios y oportunidades en la tarea de apuntalar a las empresas en sus procesos de transformación digital.

Para Gomis, es demasiado pronto para analizar las consecuencias que la pandemia tendrá a largo plazo porque, en gran parte, dependerán de las políticas que se tomen para mitigar las consecuencias económicas.  “Sin embargo, es claro que hay que tomar medidas de mitigación ambiciosas para evitar que las graves consecuencias de la pandemia en el mundo del trabajo se amplifiquen y perpetúen”.

En ese sentido, desde la OIT recomiendan la implementación de una política monetaria y fiscal expansiva, al mismo tiempo que se proporcionan ayudas de soporte directas dirigidas a trabajadores y empresas y, especialmente, medidas de mantenimiento de puestos de trabajo.

 

 

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