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Proyecto Solidario: +D2 Enredados.

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Relato en primera persona de una experiencia de solidaridad, empatía y compromiso, con planificación del triple impacto.

Por: Dra. Mariana Galli Basualdo, co fundadora +D2 y Fundadora de Enredados

En Mayo de este año, a unos meses de iniciado el ciclo de aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) -decretado por el Poder Ejecutivo Nacional, a través de su decreto N°297/2020-, lo primero que recordamos fue el invierno anterior, donde por desidia absoluta del entonces Presidente Mauricio Macri, hubo 5 muertos de hipotermia próximos a la Casa Rosada. El impacto que causó fue tal, que generó una inmensa campaña solidaria de donaciones de alimentos, artículos de higiene y ropa, liderada por Juan Carr y Red Solidaria con la consiguiente apertura del estadio de River Plate para dar cobijo a miles de las personas en situación de calle.

Previendo aquella situación, a la que se le sumaba esta guerra invisible que es el COVID2019 pensamos junto a una amiga, Alejandra Duchini, de qué manera podíamos ayudar. Fue así, como a través de las redes y/o de amigos nos fuimos contactando con actores de la sociedad civil que de a poco se estaban involucrando en construir lo que también seria “la primer línea de fuego”: ollas populares, clubes de barrio, comedores y merenderos. Fue entonces que decidimos pasar un invierno en medio de una guerra invisible, distinto, especial, fundamentalmente bajo el lema del Santo Padre Franciso “Nadie se salva solo”. Candelaria, mi hija, un ángel, tenaz -al igual que Bautista su hermano mellizo de 14 años- ambos con valores inclaudicables, diseñó el primer logo, +D2.

A medida que íbamos conociendo gente, fundamentalmente a través de las redes, el proyecto fue creciendo y decidimos dividirnos. Conformamos una red, que se llamó Enredados Ollas y Comedores – +D2. Conocer personas, sus realidades, tomar contacto, ver situaciones desesperantes nos llamaba a ser más socialmente responsables.

Armamos un equipo de logística integrado por amigos y amigas voluntarios, donde cada uno desarrolló diferentes tareas: relevamiento de datos, difusión, búsqueda de precios, gráfica, sponsors, donaciones y/o atención de situaciones de emergencia que fueron surgiendo, entre otras variables del proyecto.

Fue así que en medio de la pandemia intentamos identificar nuestro propio ecosistema. Buscamos en primer lugar nuestros aliados estratégicos: familia, amigos y compañeros de trabajo con quienes podíamos contar, ya que lo inminente durante esos meses de confinamiento obligatorio era, por lo menos, obtener donaciones para proveer de alimentos (fundamentalmente) a la mayor cantidad de personas. De este modo sumado al aporte del Estado Nacional que cada uno percibiera y lo que cada actor de la red a su vez adquiría, se lograba mayor impacto social, ello medido en término de eficacia económica y social – ya que al ser un proyecto solidario no busca ser rentable sino llegar a la mayor cantidad de gente y cubrir de la mejor manera sus necesidades -a fin de que cada uno tuviese acceso a su ingesta diaria. Así lo hicimos, con las complejidades y restricciones que se iban dando en los ingresos a los barrios vulnerables, ya que algunos proveedores venían de la Provincia de Buenos Aires y necesitaban permiso de acceso a CABA.

Conocer personas, sus realidades, tomar contacto, ver situaciones desesperantes nos llamaba a ser más socialmente responsables.

Buscamos también nuestros aliados estratégicos, algunos de ellos eran a su vez proveedores y nos acompañaron con sus logos, difusión, acopio y logística.

Enredados, por otra parte, actuó en varias ocasiones como mero articulador, ya que los reales actores fueron y son los miembros de la red y quienes ellos representan, sus comedores, merenderos, ollas, barrios y/o clubes, quienes apalancan muchísimos más aún, son ellos, ellas y elles lideres sociales,  barriales y territoriales: Viki Cáceres, Leo Militello, Joaquina Nuñez,  Juanca Reyes, Ana Rodríguez, Andrea Russo y Florencia Sinisi.

Intentamos también hacer compras sustentables y con precios justos sin intermediarios; a pequeños comercios, para también mantener fuentes de trabajo que podían ser más afectadas  frente a la baja de consumo, en idéntico sentido su cadena de proveedores.

Dentro de este panorama y siempre al tanto de la redes imaginamos que varios y varias personas y organizaciones estábamos trabajando en la temática y fue así que tomamos contacto con distintas organizaciones y referentes barriales a fin de saber y conocer de qué manera estábamos trabajando, en dónde y georeferenciarnos (comunas y barrios).

El desafío más grande del proyecto fue y es pensarlo como tal. Es decir, que el mismo no quede en actos aislados o meramente filantrópicos, los que siempre cuestionamos desde la responsabilidad social, sino en acciones que perduren en el tiempo. Y pasar del asistencialismo a generar otro tipo de proyectos, los que van surgiendo de las propias necesidades de los actores, amigos, compañeros y vecinos que conformamos Enredados entre ollas y comedores +D2.

Esto gracias a distintos actores públicos y privados de la sociedad civil lo podemos seguir realizando, como por ejemplo: más de 600 regalos para el “Día de las Infancias”, capacitaciones para la creación y reorganización de ONGs  (clubes de barrios, merenderos y comedores), en idéntico sentido cooperativas; provisión de materiales para el mural de conmemoración de los “30 Años de la Relocalización del Albergue Warnes al Barrio Ramón Carrillo” con más la problemática social, económica y ambiental que al día de hoy continúan padeciendo; gestión para la erradicación de un basural a cielo abierto en Villa Lugano (comuna 8), colaboración en la adquisición de mochilas sanitizantes y así seguiremos nuestro proyecto, convencidos que #NadieSeSalvaSolo #+D2 #Enredados.

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