En un mundo cada vez más digitalizado, acompañar a los adultos mayores en la adopción de la tecnología es una tarea urgente, no solo para mejorar su calidad de vida sino para impulsar el potencial de una generación que tiene un gran valor económico y social.
El mundo envejece a un ritmo cada vez más acelerado, donde la combinación de una menor tasa de nacimientos y una mayor esperanza de vida está transformando la pirámide poblacional. Sobre este tema, la Organización Mundial de la Salud, advierte que para 2030 una de cada seis personas tendrá 60 años o más, pasando de 1.000 millones en 2020 a 2.100 millones en 2050. Dentro de este grupo, la población de 80 años o más se triplicará, alcanzando los 426 millones de personas.
El incremento en la expectativa de vida da lugar a un nueva generación de adultos mayores activos y con mayor poder de consumo y, por consiguiente, nuevas oportunidades económicas. En este marco, la barrera tecnológica se ha vuelto decisiva. En un contexto donde las herramientas digitales son indispensables para hacer trámites, acceder a información, comunicarse o incluso sostener vínculos afectivos, una parte importante de esta población queda rezagada, con consecuencias directas sobre su autonomía y su calidad de vida.
Los adultos mayores todavía enfrentan distintos obstáculos, como estereotipos y prejuicios asociados a la edad que limitan sus posibilidades de inserción laboral o de desarrollar emprendimientos. Además, el desconocimiento tecnológico vuelve a los adultos mayores más vulnerables frente a los ataques cada vez más sofisticados de ciberdelincuentes que utilizan técnicas que combinan herramientas digitales y de ingeniería social para estafar.
En América Latina, puntualmente, el envejecimiento poblacional va a transformar la estructura social y económica: hacia 2043, las personas mayores de 60 años representarán el 36% de la población, superando incluso a los menores de 15 años hacia 2037, según estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo. Este cambio va a impactar directamente en el consumo, en la demanda de servicios y en la organización del mercado laboral.
En un contexto donde las herramientas digitales son indispensables, una parte importante de la población queda rezagada, con consecuencias directas sobre su autonomía y su calidad de vida.
La llamada Economía Plateada, que agrupa bienes y servicios dirigidos a personas mayores de 50 años, mueve a nivel global alrededor de u$s22 billones anuales. Mientras que en Argentina, los mayores de 50 años representan el 27% de la población y concentran el 28% del consumo privado, unos u$s203.000 millones, cifra que se proyecta en aumento hacia u$s423.000 millones en las próximas dos décadas.
La brecha digital entre generaciones es particularmente marcada en esta parte de la región. Según datos relevados por Eidos Global, en Argentina, casi siete de cada diez personas mayores navegan por Internet, un número casi insignificante frente al 96% de jóvenes menores de 30 años, según datos del INDEC. Uruguay, por ejemplo, refleja una tendencia parecida: el 90% de la población de 14 años o más está conectada, pero aunque el uso creció entre los mayores de 65 años -del 51% en 2016 al 80% en 2021 (AGESIC)- la brecha generacional todavía es muy grande.
A este panorama se suma el impacto de la digitalización en el trabajo. IBM advierte que, en los próximos tres años, alrededor del 40% de la población latinoamericana tendrá que actualizar o reconvertir sus habilidades para mantenerse competitiva. Es que la irrupción de la inteligencia artificial y otras tecnologías emergentes están acelerando este cambio, forzando a millones de personas a capacitarse en nuevas competencias para no quedarse atrás.
Cecilia Mendieta, Learning Lead de Eidos Global, explica que la brecha digital es “la distancia entre las habilidades y conocimientos que una persona necesita para ser un usuario funcional de herramientas digitales de uso cotidiano, y las que realmente tiene”.
Dentro de esa brecha distingue entre quienes tienen entre 50 y 60 años y quienes están en el rango de 70 a 80. En ambos grupos pesan sesgos y creencias socialmente instaladas que no siempre coinciden con la realidad. “Se suele creer que a los mayores de 50 no les gusta usar la tecnología, que no saben hacerlo o que les cuesta adaptarse. Todas esas ideas se trasladan al ámbito laboral y terminan reduciendo las oportunidades reales de personas que están súper calificadas para ciertos puestos. En realidad, suele suceder todo lo contrario”, señala.
Primer acercamiento y motivaciones
Desde ClicMayores coinciden en que la situación es heterogénea: hay adultos mayores que sí están actualizados, pero otros no tuvieron conectividad o incentivo para aprender. En todos los casos el primer acercamiento de los mayores a la tecnología suele estar vinculado con la necesidad de sociabilizar y comunicarse. También aparece la curiosidad por aprender cosas nuevas: sacar y editar fotos, hacer videos y descubrir que pueden crear contenidos propios, algo que los empodera. El aislamiento es otro factor clave: a partir de los 70 u 80 años, el vínculo social y la espiritualidad son vitales, y la tecnología puede ayudar a mantenerlos, prolongando la vida activa y cognitiva.
Sin embargo, Virginia Tejada Andrade, fundadora y docente de la organización, advierte también que la brecha no es exclusiva de los mayores: “Muchos jóvenes tampoco saben usar una computadora. Se manejan solo con el celular y carecen de habilidades básicas como trabajar con un Excel o una caja chica”.
Más allá de la edad, lo que prima es el miedo. Juan Manuel Zupelli, también fundador y docente de ClicMayores, agrega que “la primera gran barrera es el miedo a equivocarse, un temor que muchas veces impone la propia familia con frases como ‘no toques que lo vas a romper’”.
Riesgo de exclusión y estafas digitales
En este escenario, el riesgo no solo está en quedar afuera del mundo digital, sino también en ser víctimas de delitos. Mariana Segulin, periodista y divulgadora en ciberseguridad, explica que la falta de experiencia digital abre la puerta a vulnerabilidades. Además, enfatiza que la escasa capacitación tecnológica se combina con la ausencia de ciertos reflejos de desconfianza: “Alguien con poca experiencia puede creer que todo correo con un logo del banco es auténtico. Y de esa falta de desconfianza es de lo que se aprovechan los estafadores”. Lo mismo ocurre con los llamados telefónicos o las comunicaciones falsas, donde los adultos mayores cuentan con menos herramientas para detectar irregularidades.
La concientización de los adultos mayores es indispensable para los tiempos que se vienen. Ya era importante antes, ahora se vuelve imprescindible.
Mendieta remarca que este desafío trasciende edades y fronteras: es una problemática global. Según el Foro Económico Mundial, el 44% de los trabajadores deberá adquirir nuevas habilidades de aquí a 2030 para mantenerse vigente. Ese proceso puede implicar profundizar en las competencias actuales (upskilling) o reconvertirse hacia otras nuevas (reskilling). En paralelo, la OCDE advierte que la mitad de los adultos necesitará algún tipo de formación adicional a lo largo de su vida para conservar su empleabilidad, mientras que Deloitte proyecta que el 30% de las competencias laborales cambiará drásticamente en los próximos años.
Frente a este panorama, la ejecutiva de Eidos Global subraya que las empresas tienen que contemplar comenzar a invertir en la educación continua de sus talentos. “Hoy no existen suficientes propuestas de capacitación y aprendizaje continuo que acompañen a las personas en la etapa previa al retiro. Sería clave contar con espacios que me permitan planificar qué quiero hacer después, qué recursos necesito para lograrlo y cómo organizarme, incluso financieramente. Aunque muchos se jubilen a los 60 o 65 años, gran parte sigue trabajando, y se podrían impulsar muchas iniciativas para acompañar esa transición. Es un tema urgente”, señala.
Inteligencia artificial: entre el riesgo y la oportunidad
La irrupción de la inteligencia artificial suma un nivel extra de complejidad. Para Segulin, “si ya es difícil detectar las señales que indican que una comunicación -escrita, oral o por video- es falsa, con IA esto se hace aún más difícil”. La capacidad de los modelos para imitar el estilo de escritura, clonar voces o generar deepfakes eleva el riesgo. “Estas señales pueden hacer dudar hasta a los más entrenados. Por eso, la concientización de los adultos mayores es indispensable para los tiempos que se vienen. Ya era importante antes, ahora se vuelve imprescindible”, subraya.
Por su parte, Mauricio Vázquez, director de la consultora Consiliari, señala que los adultos mayores sí enfrentan barreras de acceso a la tecnología, pero no siempre por falta de conocimiento. Muchas veces se trata de cuestiones técnicas o biológicas, como el uso del teclado, la dificultad para leer letras pequeñas o el deterioro de la vista con el tiempo, lo que representa un obstáculo inicial. Además, agrega que también existe desconocimiento e incluso cierta resistencia frente a lo nuevo.
Sin embargo, Vázquez plantea que, a diferencia de lo que podría pensarse, los adultos mayores tienen más competencias para usar inteligencia artificial que los jóvenes. “La IA no será necesariamente aprovechada más eficientemente por los jóvenes. Al contrario, puede que los adultos tengan ventajas para usarla”.
La clave es el lenguaje. Para Vázquez, los centennials y millennials tardíos suelen manejar un vocabulario más limitado, lo que dificulta su capacidad para formular buenos prompts y aprovechar al máximo estas herramientas. Mientras que un adulto mayor, con más bagaje lingüístico y experiencia profesional, puede lograr que la IA se convierta en un asistente mucho más eficiente. “Además, estas herramientas requieren paciencia y tolerancia a la frustración para entrenarlas y obtener buenos resultados. Ahí también los jóvenes tienen un déficit comprobado”, remarca.
Los adultos mayores tienen más competencias para usar inteligencia artificial que los jóvenes. La clave es el lenguaje. Llegan con más bagaje lingüístico y experiencia profesional por eso pueden lograr que la IA se convierta en un asistente mucho más eficiente.
En términos de manipulación digital, un adulto mayor, con referencias culturales e históricas, tiene más capacidad para detectar mejor información falsa, comparado con un joven que sin esas referencias resulta más permeable a la propaganda. “Esta podría ser la primera vez en décadas en que una tecnología de vanguardia no favorezca automáticamente a los más jóvenes. En cambio, un adulto con conocimiento específico y mayor capacidad de comprensión lectora puede armar equipos de trabajo apoyados en bots y sacar mucho más provecho de la IA que otras generaciones”, enfatiza.
Cerrar la brecha digital: programas que acercan la tecnología a los adultos mayores
Desde Eidos Global impulsan el programa EsencIA, diseñado para acompañar a la población mayor de 50 años y a trabajadores en contextos de vulnerabilidad en su adaptación al mundo digital y a los cambios que trae la IA. La formación incluye alrededor de 12 horas de capacitación en base a dos ejes centrales: alfabetización en IA y fortalecimiento de habilidades socioemocionales.
A través de este programa la organización busca, por un lado, formar a 1.000 instructores (850 en Argentina y 150 en Uruguay) que a su vez brindarán sus conocimientos impactando de manera indirecta a unas 66.000 personas mayores de 18 años. Por otro lado, se capacitará directamente a 3.900 adultos mayores de 50 años, con el objetivo de promover su inclusión digital y laboral.
Eidos es una organización fundada en 2008 en Buenos Aires por jóvenes con visión social. Desde entonces crecieron hasta convertirse en una empresa social global, con un equipo de más de 30 personas que impulsan programas en 82 países y colaboran con agencias de la ONU y socios internacionales.
Con un objetivo igual de desafiante y altruista, ClicMayores nació en 2007, primero en zonas rurales de Ecuador y luego en Argentina, con una meta clara: ofrecer clases gratuitas de tecnología a personas mayores.
Hoy ofrecen múltiples modalidades de aprendizaje como talleres virtuales, un canal de YouTube, charlas en instituciones y congresos de tecnología dirigidos tanto a adultos mayores como a profesionales. Además, desarrollan juegos cognitivos y publicaron un libro para acompañar el aprendizaje digital. En 2022, su trabajo fue reconocido con el premio Sadosky a la Inclusión Digital.
Los contenidos de los talleres van desde la alfabetización digital básica, enseñando cómo usar un celular con ejemplos de la vida cotidiana, cómo comunicarse por WhatsApp, interactuar en redes sociales y ver videos. Los participantes más avanzados aprenden edición de video y herramientas de inteligencia artificial.
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