La trazabilidad se consolida como una herramienta clave para garantizar procesos productivos éticos, sostenibles y alineados con los nuevos estándares regulatorios y sociales. Europa lanzó el Pasaporte de Producto Digital una herramienta revolucionaria que promete cambiar la forma de interactuar con los productos a lo largo de su ciclo de vida.
Demostrar el recorrido completo de un producto a lo largo de toda su cadena de suministro se ha convertido en una herramienta clave para fortalecer la transparencia y generar confianza en consumidores cada vez más exigentes. La trazabilidad no solo permite verificar que los productos minimizan su impacto ambiental, sino que también garantiza el cumplimiento de criterios éticos, como la ausencia de trabajo infantil o forzado. Además, esta práctica facilita la gestión interna para optimizar procesos, reducir desperdicios y mejorar el uso de recursos. Regulaciones como el Digital Product Passport, impulsadas por la Unión Europea, marcan un camino hacia una economía más circular y sostenible, donde cada producto cuenta con una identidad digital que certifica su origen y recorrido. En este contexto, empresas y consumidores encuentran en la trazabilidad una herramienta estratégica para impulsar la responsabilidad social y ambiental.
La trazabilidad, según explica Raluca Cocuz, manager de sostenibilidad y especialista en normativa internacional de Accenture, permite saber qué hay detrás de lo que consumimos, de dónde vienen las materias primas, cómo fue el proceso de producción, si se respetaron criterios éticos o ambientales, pero también si el almacenamiento, el transporte y disposición final, siguieron pautas de sostenibilidad.
Esta práctica cada vez más extendida responde a la demanda de transparencia más extendida y firme de parte los consumidores, de los estrictos estándares de los reguladores y a la exigencia de los inversores que apuestan a empresas comprometidas con la sostenibilidad.“Esto no solo fortalece la confianza de los destinatarios finales, sino que también mejora la gestión de riesgos, facilita auditorías y permite a las empresas optimizar sus procesos y reducir impactos”, añade Cocuz.
Natalia Carpio, cofundadora de CR Consultora en Sustentabilidad, explica que ya no alcanza con decir que un producto es sustentable o se generó de manera responsable, sino que cada vez más se espera que las empresas puedan demostrar, con evidencia concreta, cómo hacen lo que dicen que hacen y, en ese objetivo, la trazabilidad es una parte esencial.
“Si una empresa dice que su producto es circular, o regenerativo, o bajo en carbono, tiene que poder demostrarlo. No alcanza con buenas intenciones o con una narrativa cuidada. Trazabilidad es mostrar con datos lo que una empresa dice que es. En un mundo que exige evidencia, es una herramienta de coherencia y de confianza”, puntualiza Carpio.
Trazabilidad es mostrar con datos lo que una empresa dice que es. En un mundo que exige evidencia, es una herramienta de coherencia y de confianza.
Más allá de la obligatoriedad de cumplir con determinadas normativas, para la ejecutiva, la trazabilidad también abre oportunidades concretas para mejorar procesos, reducir desperdicios, optimizar el uso de recursos y tomar decisiones con más información.“En muchas industrias, implementar trazabilidad permite ver con claridad dónde están los cuellos de botella, dónde se pierde valor, qué se puede hacer mejor. Por eso digo que ya no se trata solo de mostrar hacia afuera, sino de gestionar mejor hacia adentro. Y cuando una empresa empieza a mirar sus operaciones con esa lupa, aparecen oportunidades que antes ni siquiera estaban en el radar”, puntualiza.
Un DNI ambiental
Varios países y estados están tomando acciones concretas y adoptando regulaciones para abordar el problema del cambio climático, que incluyen la trazabilidad como una obligatoriedad. Por ejemplo, en julio del año pasado la Comisión Europea puso en marcha el Reglamento de Ecodiseño para Productos Sostenibles (ESPR), que establece una serie de normas que apuntan a mejorar la sostenibilidad ambiental.
En este marco hará obligatorio el uso del Digital Product Passport (DPP), para industrias claves de la economía como la textil, electrónica, muebles y automotriz, entre 2026 y 2030. El DPP es una herramienta digital – algo así como un DNI ambiental- que acompaña a un producto a lo largo de todo su ciclo de vida, recopilando información clave sobre su composición, incorporando datos que incluyen desde su origen, hasta impacto ambiental, reparabilidad, reciclabilidad, entre otros.
De esta manera, cada producto cuenta con un identificador único, por ejemplo, un código QR, que permite acceder a un perfil digital con información estructurada y actualizada, explica Cocuz.
Este perfil está alojado en plataformas seguras y puede ser consultado por distintos actores -desde consumidores hasta recicladores-, lo que facilita la toma de decisiones más sostenibles en cada etapa: compra, uso, reparación, reventa o disposición final.
“El objetivo central es impulsar una economía más circular, transparente y eficiente. La Unión Europea lo propone como parte de su estrategia para combatir el cambio climático, reducir residuos, optimizar el uso de recursos y facilitar el cumplimiento de normativas ambientales”, suma Cocuz.
Mientras reguladores y estados endurecen sus normativas, los consumidores también están más preocupados por el impacto ambiental y social de lo que compran, un elemento más que presiona a las empresas para que sean responsables en el desarrollo de sus productos.
Sin embargo, Daniela Roel, cofundadora de CR Consultora en Sustentabilidad, explica que si bien esta es una tendencia en aumento, no todos los consumidores lo hacen de la misma forma. Por ejemplo, entre quienes eligen alimentos orgánicos, cosmética natural o productos certificados, esa demanda ya es muy clara. Este tipo de consumidor busca activamente información sobre el origen, los materiales, las condiciones de producción, el impacto social y ambiental, datos que definen su decisión de compra, en muchos casos.
“Más allá de ese segmento consciente, lo que estamos viendo es que crece la expectativa generalizada de transparencia. Incluso cuando el consumidor no pide el detalle técnico del origen, sí espera que la marca le cuente qué hace, cómo lo hace y por qué. No es una demanda masiva por trazabilidad en términos normativos, sino por coherencia y credibilidad”, aclara.
Y añade que, aunque el consumidor no exija directamente que se respeten estos criterios, las grandes marcas, los supermercados, las plataformas de exportación, cada vez más están presionando a sus proveedores para que cumplan cierto nivel de trazabilidad y sustentabilidad.
Por último, las redes sociales y el acceso a la información también hicieron que esta demanda se vuelva más horizontal. Hoy, si una empresa dice que su producto es sustentable o local, y alguien descubre que no lo es, esa contradicción se expone y circula rápidamente. Entonces, la trazabilidad también se volvió una forma de proteger la reputación: mostrar con datos que lo que decís es cierto”, añade Roel.
Para las ejecutivas, en Argentina la trazabilidad avanza, sobre todo en sectores vinculados con el agro o a la exportación, donde los requisitos de origen o control sanitario son más exigentes, pero en otras áreas, como industria o consumo masivo, todavía no es algo tan generalizado, y muchas empresas lo ven como un tema complejo, técnico o incluso costoso.
A nivel local no es un requisito obligatorio, aunque muchas compañías están implementando estas prácticas porque entienden que los consumidores valoran esa transparencia y porque se quieren diferenciar. “Las empresas lo están haciendo porque empiezan a tomar conciencia del valor estratégico de rendir cuentas. Y eso abre un camino muy interesante, donde la trazabilidad ya no se ve solo como una herramienta técnica, sino como una forma concreta de construir confianza y fortalecer la propuesta de valor”, señala Carpio.
Origino: identidad digital para cada producto
La startup tecnológica Origino -que nació en 2019 bajo el nombre de Carnes Validadas- ofrece productos de trazabilidad tokenizada y soluciones blockchain para las cadenas de suministro. A través de la utilización de token no fungibles (NFTs) -activo digital único y repetible que se registra en blockchain y que representa la propiedad de un bien- la compañía permite crear gemelos digitales de los productos y trazarlos durante durante la cadena de suministro.
Estos activos digitales facilitan el registro de la historia de vida de ese producto, que incluye desde la forma en la que fue desarrollado, hasta las certificaciones que tiene, y su disposición final. “Es una forma simple y tecnológica que permite darle una identidad a algo que está siendo producido -una tonelada de soja, un animal, una remera de algodón, un auto-, y registrar toda su historia en una plataforma donde se le pueda dar un seguimiento”, explica Nicolás Balestrini, COO y Cofundador de Origino.
El Pasaporte Digital de Producto es una herramienta digital –algo así como un DNI ambiental- que acompaña a un producto a lo largo de todo su ciclo de vida
Balestrini destaca que toda esa información es muy valiosa, siempre y cuando esté organizada y sistematizada, para poder hacer la trazabilidad. Sin embargo, para muchas empresas esto no es fácil de resolver, porque les cuesta reunir la información ya que muchas veces no saben como qué prácticas utiliza cada eslabón de la cadena de suministro.
“En general conocen a su proveedor directo, pero a los que siguen atrás no. Las empresas van a tener que trabajar muchísimo para poder ordenar la información de ese material de proveedores para después poder gestionar los productos que van a tener que cumplir con exigencias. Esto permite gestionar toda la cadena productiva y automatizar la emisión de certificados, en una sola plataforma. Pero hay que trabajar mucho primero para obtener esos datos y hacer ese mapeo de proveedores”.
Bosque Gin: triple impacto desde el origen hasta el cliente
Bosque es una empresa argentina que fabrica Gin artesanal en la Patagonia, a través de un proceso cuidado y respetuoso, que contempla la preservación del medio ambiente, la cosecha a mano y a pequeña escala de los ingredientes que utiliza, el comercio justo y el respeto por las comunidades locales.
Concebida como una empresa de triple impacto desde su nacimiento en 2018, obtuvo su certificación de Empresa B en 2022, el sello VEG Argentina en 2024 y lleva plantados 2530 árboles desde 2022 junto a la organización Reforestarg. En Bosque, la forma en la que desarrollan su producto es la identidad de la marca. En ese sentido, Juan Augusto Chereminiano, socio fundador, explica: “Desde el proceso productivo tenemos un registro de insumos, sus lotes, la materia prima de cada temporada identificada y luego del empaque el recorrido comercial hacia cada cliente. Lo mismo para exportación. Cada embarque lleva un detalle de lotes. Es importante para el control de calidad en la cadena de suministro. Estamos comenzando a trabajar con empresas de logística que además nos ayudan a medir la huella de carbono y a establecer objetivos de reducción. Ellas, por lo general, son también empresas B”, puntualiza.
Trabajar de esta manera les permite generar transparencia y confianza con quienes consumen sus productos, además de impulsar el desarrollo de las economías regionales y la regeneración de los bosques nativos.
Carne: cuando el negocio no es solo un negocio
Para los fundadores de Carne, la trazabilidad no es solo una herramienta técnica, sino un compromiso ético. La empresa -que en 2026 cumplirá su primera década- construyó su identidad sobre la transparencia hacia el consumidor. “Para mí la trazabilidad es importante en un montón de aspectos, sobre todo en el de transparencia frente al consumidor”, señala Carolina Colagreco, especialista en desarrollo de proveedores con triple impacto y cofundadora de CARNE hamburguesas. Y agrega: “Nosotros lo hacemos fundamentalmente porque hemos asumido el compromiso de conocer cómo se produce el alimento que comemos”.
En la mirada de Carne sobre la trazabilidad la estrella es el productor. Sin embargo, reconoce que ese recorrido no siempre fue siempre tan evidente. “La traza no era tan directa, o tan clara, sobre todo después de la pandemia, al menos masivamente. No obstante, ese mismo contexto ayudó a acelerar ciertos procesos.”
La elección de los proveedores es uno de los pilares centrales de su modelo. “Nuestro fuerte es elegir los productores con los que queremos trabajar. La materia prima la elegimos desde el modelo de producción, con criterios de inocuidad, calidad y excelencia, pero sobre todo porque nos convoca su proyecto productivo. Por el impacto social, cultural, medioambiental. Ese es el corazón de Carne”, resume.
En muchos casos, esa trazabilidad es casi artesanal, porque conocen personalmente los proyectos productivos. “Muchos tienen certificaciones que avalan su manera de producir, y otros no, pero igual conocemos todo en profundidad. Verificamos cada etapa, desde el campo hasta el consumidor, incluyendo los procesos intermedios, explica Colagreco.
La ejecutiva define a su empresa como “militante”, entendida como un impulso rector que busca “lo mejor y la potencia de todo a favor de un cambio que haga un futuro posible para los hijos”. En ese sentido, se pregunta: “¿Qué es una empresa? Porque pareciera que hay dos éticas: la humana, que tenés con tu familia y amigos, y la de los negocios. Pero la ética de la vida tiene que impregnar todas las áreas, mucho más la de los negocios, por la potencia transformadora que tiene el capital en nuestra sociedad”.
Crece la expectativa generalizada de transparencia. Incluso cuando el consumidor no pide el detalle técnico del origen, sí espera que la marca le cuente qué hace, cómo lo hace y por qué.
Desde Carne entienden que si una empresa no es rentable, se muere. “Pero no puede ser su propósito. Si seguimos pensando en planes de negocios con la rentabilidad como norte, vamos a terminar haciendo lo que sea más rentable, no lo mejor para la comunidad”.
Por último, Colagreco sostiene que la gastronomía es la clave, porque juega un rol clave en la solución de muchos problemas sociales y medioambientales. “El 70% de la actividad humana está vinculada directa o indirectamente a la industria agrícola ganadera. Los problemas de desertificación, pérdida de biodiversidad y distribución de alimentos están profundamente ligados a ella. Entonces también tenemos la llave para la solución”, afirman.
Desde ese lugar, la empresa se propone cuestionar el paradigma actual de la producción masiva de alimentos y empoderar al consumidor con información veraz. Están convencidos que el cambio cultural ya está en marcha: “Yo creo que no falta mucho para que la gente deje de consumir lo que no puede verificar de dónde viene. Cada vez hay más etiquetas, más información. En muchos países, hasta en una verdulería todo tiene un cartelito que dice de dónde viene”.
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