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Identidad Marrón: militancia para visibilizar el racismo estructural en Argentina

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¿Qué formas toma la discriminación en Argentina y por qué nos cuesta asumirnos como un país racista? Estas son algunas de las preguntas que intenta responder el Colectivo Identidad Marrón, un espacio donde reflexionan y cuestionan las prácticas estructuralmente instaladas en la vida cotidiana. 

El crimen de Fernando Báez Sosa encendió una alerta sobre la discriminación estructural en Argentina.

Aunque el tema no fue abordado directamente, ni con demasiado énfasis en medios de comunicación, el gran componente de violencia racial que tuvo el asesinato, se filtró en algunos debates.

Bruno Bazán, periodista e integrante del Colectivo Identidad Marrón, explica que la resonancia del caso permitió hablar racismo y clasismo desde una mirada interseccional (enfoque que contempla las desigualdades sistémicas que se configuran a partir de la superposición de diferentes factores sociales).

“A partir de esa mirada interseccional, primero se piensa en clasismo, porque los que atacaron a Fernando fueron un grupo de rugbiers, con una pertenencia a un sector económico, en un lugar de veraneo, donde también se reproducen ciertas lógicas clasistas. Luego, cuando se conoce que existió la expresión ‘negro de mierda’ como un insulto, aparece la idea de que eso forma parte de un sentido común racista, por lo que es una oportunidad para que la Justicia pueda pensar la pena y la condena, también en términos antiracistas”, explica Bazán.

En esa línea, el propio Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) calificó el hecho como un crimen racial, que se da en el marco de “la violencia sistemática de la cual son víctimas las personas racializadas –indígenas y afrodescendientes- en nuestro país”.

En el mundo -y particularmente en Argentina- ser blanco implica tener una serie de privilegios que muchas veces son negados o reducidos para las personas que no lo son.

Lo cierto es que, aunque el racismo no es un tema prioritario en la agenda del gobierno, el Mapa Nacional de la Discriminación (2019), del INADI, advierte que la dimensión étnico-racial, a la que categorizan como racismo estructural, aparece como el principal tipo de discriminación (40%) que sufren las personas por su color de piel, su nacionalidad, su situación socioeconómica, su lugar de origen y su pertenencia étnico-cultural, entre otras.

Manifestación del racismo en nuestro país

Una de las formas más visibles que toma el racismo en nuestro país es la estigmatización y el estereotipo, explica Sandra Hoyos, integrante del Colectivo Identidad Marrón y docente e investigadora UNGS.

Y añade que, en el mundo y, particularmente en nuestro país, el hecho de ser blanco implica tener una serie de privilegios que muchas veces son negados o reducidos para las personas que no lo son.

“Esto está presente en el acceso al trabajo, a la salud, a la educación, en el estereotipo que se pone de manifiesto cuando se señala quiénes son lo delincuentes, los pobres, en la subestimación por el color de piel o en la persecución policial a los pibes marrones en los barrios. Pero no solo se limita el acceso a derechos básicos, sino también al disfrute o a formar parte de otros espacios habitados por lo que llamamos la blanquitud”.

El racismo está presente en el acceso al trabajo, a la salud, a la educación, en el estereotipo que se pone de manifiesto cuando se señala quiénes son lo delincuentes, los pobres, en la subestimación por el color de piel o en la persecución policial a los pibes marrones en los barrios.

Para Bazán, la construcción del racismo y el posicionamiento de la identidad marrón en la Argentina se ve representado muy claramente, por ejemplo, en las ficciones audiovisuales. Allí, aparecen cuerpos racializados que representan a ladrones o empleadas domésticas, mientras que los protagonistas de esas mismas ficciones suelen ser blancos, cis, heterosexuales y con una belleza hegemónica.

“Ese es el universo de representación. Que también está impregnado en la educación, en las estructuras estatales, en la percepción social, y a su vez se refleja en los medios de comunicación que -como sucede con las perspectivas de género- no contribuyen a repensar la lógica con la que se construyen los sentidos, sino que los reproducen”, enfatiza Bazán.

Alejandro Mamani es abogado e integrante del Colectivo Identidad Marrón, y explica que, si bien aumentaron los casos y las denuncias sobre racismo, no sucede lo mismo en cuanto a la efectividad judicial.

En ese sentido, Mamani opina que es difícil para las personas que reciben un trato discriminatorio entenderse en ese lugar y denunciarlo en el INADI, pero mucho más en la justicia ordinaria donde el racismo no está presente en el imaginario de lo jueces y donde ser marrón no tiene el mismo valor que ser blanco.

La discriminación no solo se limita el acceso a derechos básicos, sino también al disfrute o a formar parte de otros espacios habitados por lo que llamamos la blanquitud”.

“Casi la mitad de la población en las cárceles está privada de su libertad sin sentencia firme. Esto sucede sobre todo con personas de sectores populares que, oh casualidad, también tienen rasgos indígenas y pieles de color marrón en su gran mayoría, aunque estas personas en general no se identifican ni como marrones, ni como indígenas, a pesar de ser una población racializada. Esto quiere decir que -en términos objetivos- el racismo funciona más allá de la autopercepción. Ese es un gran punto a diferencia, quizá, de la sociedad anglosajona”.

Y añade que el sistema carcelario argentino está poblado de personas marrones de ascendencia indígena, mientras que el sistema judicial probablemente sea el espacio que más personas blancas concentra.

“Cuesta encontrar personas que no sean blancas en lugares visibles, aun en los espacios más progresistas. Entonces, la gran pregunta es: ¿Dónde están los sujetos que no son blancos en estos lugares? Y si es que existen, ¿Dónde está esa Argentina que hoy intentamos ocultar y por qué queremos ocultarla?”.

¿Por qué a Argentina le cuesta asumirse como un país racista?

A diferencia de otros países como Estados Unidos donde la noción del racismo está presente desde la llegada de la esclavitud, en Argentina el tema parece estar totalmente desdibujada.

Hoyos explica que la matriz cultural europeizante de nuestro país, formulada desde la construcción del Estado Nación, consolidó un imaginario social donde las poblaciones afroargentinas y afrodescendientes están invisibilizadas.

En cambio, sí se ha instalado una cuestión de clase, añade Hoyos, donde está bien claro quiénes son los pertenecen a los sectores mas empobrecidos, sin mencionar el componente racial y étnico. 

En ese sentido, explica que es el propio Estado el que invisibiliza esta cuestión, en tanto en la Constitución Nacional todavía está presente la promoción de la inmigración europea, en lugar de referirse a la inmigración, en general, como el derecho fundamental y humano de las personas de transitar de un lado a otro.

En Latinoamérica el problema es una cuestión económica y de clase, por eso hablamos de clasismo”.

“Esta es una de las cuestiones en las que hay que hacer foco. El propio Presidente menciona en un discurso que la Argentina viene de los barcos, a diferencia de otros países de la región que tienen ascendencia indígena, cuando eso también sucede en nuestro país. Hay una negación de esa identidad, que sí se reconoce cuando socialmente se utiliza la expresión boliviano o peruano de mierda como un insulto y nadie dice francés o italiano de mierda”.

Además, se ha construido una idea de racismo asociado únicamente a personas afrodescendientes y personas que fueron esclavizadas. “Se utilizan los extremos blanco o negro. Como identificamos que eso mayoritariamente en Argentina no existe, entonces se niegan los cuerpos racializados que no solo están presentes en nuestro territorio y son parte de la argentinidad, sino que tienen una gran presencia”.

Por su parte, Mamani agrega que la complejidad para hablar de racismo no es exclusiva de Argentina, sino que sucede en toda la América latina hispanoparlante, en tanto no solo hay instalado un pensamiento “afrocentrado” sobre el racismo, sino que también abona esta dificultad el preconcepto de los estados latinoamericanos sobre los pueblos indígenas.

“En el precepto del Estado los pueblos indígenas están alejados de las sociedades, detenidos en el tiempo. Sin nombrar que, además, deben cumplir con ciertos requisitos como estar inscriptos en el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), en el caso de Argentina, y deben ser validados por los Estados. Fuera de ese lugar es como si lo indígena no existiera, como si los hijos o nietos de las personas que, en su momento fueron parte de las comunidades originarias, hubieran desaparecido. Ese es el gran problema, no nos encontramos en ningún lugar y nos cuesta hablar de que esta discriminación que es racismo.  En Latinoamérica el problema es una cuestión económica y de clase, por eso hablamos de clasismo”.

Colectivo Identidad Marrón

El Colectivo Identidad Marrón tuvo su primera aparición pública en 2015 en una marcha del orgullo LGTBIQ+, y hoy está integrado por más de 100 personas, artistas y profesionales racializados, que se proponen reflexionar sobre la identidad y cuestionar las prácticas racistas.

“Nuestro colectivo surge porque muchos de nosotros -a su vez- somos parte de otros espacios de activismo y militancia. Yo soy una activista feminista, mi trayectoria tiene que ver con haberme vinculado con espacios que no suelen estar presentes para las personas marrones de los sectores populares como la universidad, la posibilidad de tener una profesión o cierta pertenencia a un espacio político”, explica Hoyos.

El activismo y la militancia les permitió encontrarse, conformarse como colectivo y comenzar nombrar el racismo, en particular en el contexto argentino, y llevar adelante un camino donde, además, se empezaron a visibilizar otros espacios. “El activismo antirracista conjuga todas esas experiencias activistas que dan cuenta de las desigualdades, pero con mayor complejidad”, añade Hoyos.

Por su parte, Mamani agrega que la existencia del Colectivo podría explicarse en el intento de responder a la pregunta: “¿Dónde está esa Argentina que hoy intentamos ocultar y por que intentamos ocultarla?”.

En ese sentido, Identidad Marrón intenta visibilizar el racismo estructural en Argentina y en Latinoamérica, desde una perspectiva local, pero también desde la conciencia de clase. “Nosotros entendemos que pertenecemos a la clase popular y la mayoría de nosotros somos  primera generación de universitarios”, dice Mamani.

Desde el Colectivo realizan intervenciones en medios masivos de comunicación, piezas audiovisuales, encuentros culturales y puestas en museos nacionales e internacional, pero también hacen acciones con universidades locales y del exterior.

“Nuestro objetivo es poder articular con diferentes entes y organismos internacionales para poder visibilizar, porque el racismo es un tema mucho mas complejo de Hollywood puede mostrar. Encontramos que muchas empresas como Netflix o Amazon en Latinoamérica abordan temas de diversidad e inclusión, pero les cuesta entender como funciona el racismo en nuestros contextos”, enfatiza Mamani.

Por último, Bazán añade que para que los temas sobre racismo puedan tener injerencia en la agenda de los medios, hace falta retomar las políticas públicas referidas a discriminación en comunicación, y repensar seriamente algunas cuestiones.

“No es que no se hace nada, pero hay un sentido común vinculado a ciertas prácticas que tienen que ver con el activismo a nivel internacional, y sus muchísimas configuraciones como el Black Lives Matter, y lo que falta es poder linkear eso el racismo en Argentina. En nuestro país hay racismo estructural y tenemos que combatirlo, pero para eso hay que deconstruirlo y eso supone, primero, aceptarlo”.

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