ENTREVISTA CON FLORENCIA SEGAL, RESPONSABLE DE DESARROLLO INSTITUCIONAL DE FUNDACIÓN EMPUJAR
La desocupación juvenil es una de las problemáticas más urgentes del mercado laboral argentino. Frente a esta realidad, Fundación Empujar, una red creada por un grupo de empresarios, impulsa un modelo que conjuga formación y acompañamiento para ayudar a conseguir el primer empleo.
En la Argentina actual, más de siete millones de jóvenes enfrentan un contexto adverso para su desarrollo personal y profesional. Las cifras son elocuentes: alrededor del 62% de quienes logran acceder al mercado laboral lo hacen en condiciones de informalidad. Esta situación plantea un desafío urgente y estructural, no sólo para los propios jóvenes, sino para el futuro del país en su conjunto.
Frente a este panorama, diversas organizaciones de la sociedad civil están desarrollando estrategias concretas para revertir esta realidad. Una de ellas es la Fundación Empujar, creada en 2013 por un grupo de empresarios y empresarias comprometidos con la inclusión social y laboral. Su misión: tender puentes entre jóvenes de contextos vulnerables y un entramado empresarial dispuesto a generar oportunidades reales.
En esta entrevista, Florencia Segal, socióloga y responsable de Desarrollo Institucional de Fundación Empujar, explica el trabajo que realizan desde la organización, las barreras que enfrentan los jóvenes, el rol de las empresas en la transformación social y la importancia de generar espacios de formación con foco en las habilidades socioemocionales.
Más del 62% de los jóvenes que logran acceder al mercado laboral, lo hacen en condiciones de informalidad.
¿Cuál es el trabajo que realizan desde Fundación Empujar?
Empujar, es una fundación que tiene la particularidad de haber sido creada por un grupo de empresarios y empresarias de Argentina que identificaron una problemática: el gran desafío para la población juvenil, especialmente para aquella que proviene de contextos vulnerables, en relación al acceso a un primer empleo. Esta problemática se relacionaba también con la realidad de muchas pymes, que tienen dificultades para incorporar perfiles de primer empleo o junior a sus compañías.
Decidieron construir un puente de oportunidades entre las empresas y los jóvenes, que tienen motivación para salir adelante, pero que enfrentan obstáculos vinculados a su entorno, a estos ciclos de reproducción de la pobreza.
Lo que les impide avanzar, en muchos casos, es no tener modelos cercanos dentro de su familia o barrio con experiencia en el mercado laboral formal, y también, una brecha de formación muy significativa.
Desde Fundación Empujar, recibimos a estos jóvenes, los impulsamos a que crean en sí mismos, a que se autoconozcan y descubran todas esas habilidades que tienen y que, quizás no saben pero que son muy valiosas. Por eso, realizamos un proceso de formación con un enfoque especial en el desarrollo de habilidades blandas y socioemocionales.
Una vez que los jóvenes finalizan esta etapa formativa, pasamos a una segunda instancia: la intermediación laboral. A través de un portal de empleos, conectamos a los egresados con oportunidades concretas de contratación que nos acercan las empresas aliadas.
¿Cómo abordan ustedes ese “desbloqueo” emocional para que puedan avanzar en su formación?
La población con la que trabajamos tiene entre 18 y 24 años y proviene de familias que viven en contextos de vulnerabilidad socioeconómica. Cuando hacemos el proceso de selección, priorizamos no solo que sean jóvenes sin experiencia en el mercado laboral formal, sino también que sus familias tampoco la hayan tenido. El perfil de estos jóvenes suele presentar niveles muy bajos de autoestima.
Impulsamos a los jóvenes a que crean en sí mismos, a que se autoconozcan y descubran todas esas habilidades que tienen y que no saben, pero que son muy valiosas.
Intentamos desmitificar muchos de los prejuicios con los que llegan, que son consecuencia del entorno en el que viven, como creer que no van a poder. Les mostramos un abanico de empresas comprometidas, no solo con su formación -son más de 1600 voluntarios profesionales que participan del proceso educativo- sino también dispuestas a abrirles la puerta laboral para que trabajen.
¿Qué aspiraciones tienen los jóvenes en el marco del contexto tan complejo actual?
En nuestro país y en la región también hay un prejuicio muy fuerte sobre la población juvenil. Se dice: “No quieren hacer nada, quieren estar jugando con videojuegos o el celular”. Nosotros trabajamos con cifras concretas de la realidad. El año pasado, una organización que se llama Argentinos por la Educación, realizó una investigación en donde entrevistaron a muchísimos jóvenes de distintos barrios de Argentina que arrojó que el 85% de los jóvenes entrevistados tenía alguna motivación, ya sea formativa, para hacer alguna carrera universitaria, terciaria, algún curso de formación, y vocación por encontrar un trabajo que le dé cierta estabilidad.
Esto a nosotros nos indica que, si tenemos una brecha tan grande entre los jóvenes que quieren acceder a un empleo o a una oportunidad de formación, y el deseo efectivo de estos jóvenes, el problema social está en ese puente de oportunidad para que puedan concretar esos deseos.
Con respecto a las expectativas, intentamos generar con los chicos instancias de intercambio real y les decimos que el recorrido, en el 90% de los casos, empieza en una posición más administrativa o más operativa, y después, a partir de ahí, pueden crecer dando el 110%. Nosotros detectamos que hay muchísimos chicos que tienen ganas de salir adelante pero también que hay un sector de la población, que es la más baja en términos socioeconómicos, que dejó de tener una narrativa de ascenso social. Esa narrativa, de que el trabajo es un puente para ascender socialmente, hoy está rota. La realidad efectiva ha dejado de demostrarles que esto es posible. Eso creo que es lo que socialmente tenemos como desafío para adelante.
La narrativa, de que el trabajo es un puente para ascender socialmente, hoy está rota. La realidad efectiva ha dejado de demostrarles que esto es posible. Eso creo que es lo que socialmente tenemos como desafío para adelante
¿Qué tan receptivas son las empresas para incorporar jóvenes?
Así como hay muchos prejuicios sobre la población juvenil, también existen muchos prejuicios sobre la población empresaria. En Empujar contamos con una red de dueños de empresas que están sumamente comprometidos con la causa.
Además, tenemos una red de voluntarios profesionales que muchas veces son equipos que integran esas empresas, y que suman su tiempo para que estos chicos tengan una oportunidad de crecimiento y transformación. Además, Argentina tiene la particularidad de tener un entramado PYME, (pequeñas y medianas empresas) que tienen voluntad de impacto en su localidad. Eso para mí es un punto de partida fundamental, porque muchas veces cuesta saber cómo empezar pero ahí las organizaciones del tercer sector tienen un rol clave, que es básicamente conectar ese compromiso empresarial social, en acciones efectivas y concretas que generen un cambio real en la comunidad.
¿En qué consiste el programa Empujar tu escuela?
Es un programa que lanzamos con una idea que nos venía resonando a muchos y que veníamos leyendo en muchos lados, que tiene que ver con que el último año de las escuelas secundarias no está para nada empapado de las herramientas que los chicos necesitan para salir a buscar un empleo.
El diagnóstico que recibimos de los chicos cuando llegan a la fundación es que en quinto año es que no aprendieron cómo salir a buscar trabajo. Esto no tiene que ver con que los docentes sino que -sabemos- que el sistema educativo tiene sus complejidades.
Nosotros entendemos que ahí tiene que haber una conexión necesaria: que en el último año de secundaria los chicos tengan ciertos bloques formativos para adquirir herramientas vinculadas a su proceso de empleo posterior. Así, generamos un programa presencial que para potenciar sus habilidades y que, cuando salgan a buscar su primer empleo, tengan las herramientas para saber por dónde arrancar.
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