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Crisis del agua

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Se realizó la Conferencia Mundial sobre el Agua, con el objetivo de encontrar soluciones innovadoras y reforzar la colaboración internacional ante la crisis mundial sobre este recurso. Como resultado, un plan con casi 700 compromisos y 300.000 millones de dólares en proyectos para su protección y asegurar su sostenibilidad.

El agua es esencial para el bienestar humano, la producción de energía y alimentos, la salud de los ecosistemas, la igualdad de género, la reducción de la pobreza y mucho más. Sin embargo, décadas de mala gestión y uso indebido han intensificado el estrés hídrico, amenazando los muchos aspectos de la vida que dependen de este recurso crucial. El mal funcionamiento de todo el ciclo del agua socava el progreso en todos los grandes problemas mundiales, desde la salud hasta el hambre, desde la igualdad de género hasta el empleo, desde la educación hasta la industria y desde las catástrofes hasta la paz.

Este recurso forma parte de todos los aspectos de la vida. Está inextricablemente vinculada a los tres pilares del desarrollo sostenible e integra valores sociales, culturales, económicos y políticos. Es una cuestión transversal y favorece la consecución de muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible por su estrecha relación con el clima, la energía, las ciudades, el medio ambiente, la seguridad alimentaria, la pobreza, la igualdad de género y la salud, entre otros. Si bien el cambio climático está afectando profundamente a las economías, sociedades y al medio ambiente, el agua es el verdadero obstáculo para alcanzar los objetivos y metas relacionados con el agua convenidos internacionalmente, incluidos los enunciados en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

En este marco, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 2018-2028 como la Década Internacional para la Acción “Agua para el Desarrollo Sostenible” buscando catalizar las acciones necesarias para cumplir el ODS 6.  

En el ámbito económico, es necesario desarrollar objetivos políticos claros y estrategias de financiación que tengan en cuenta las necesidades de las diferentes regiones y grupos de población, aumentar el gasto público e impulsar a los proveedores a mejorar el rendimiento de sus servicios.

Con el objetivo de acelerar el progreso hacia el acceso universal al agua potable y el saneamiento para 2030, del 22 al 24 de marzo el se llevó adelante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua 2023 en la ciudad de Nueva York. Se trató del primer evento de este tipo desde la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua de 1977 realizado en Argentina, es decir, hace 46 años. 

Un papel vital

Días previos a la reunión, el Secretario General de la ONU se refirió a esta conferencia como “un momento crucial para que los Gobiernos nacionales, las autoridades locales y regionales, las empresas, los científicos, la juventud, las organizaciones de la sociedad civil y las comunidades unan sus fuerzas y para que diseñen conjuntamente soluciones destinadas a obtener agua limpia y saneamiento para todos e inviertan en ellas”.

Durante la sesión de inauguración, António Guterres destacó el papel vital del agua para procurar “la supervivencia y el bienestar humanos y para el desarrollo económico y la prosperidad de cada país”, un preciado recurso cuya disponibilidad va en disminución.

Guterres destacó cuatro medidas a tomar en cuenta para asegurar el acceso universal al agua: políticas públicas eficaces y colaboración intergubernamental; invertir masivamente en sistemas de agua y saneamiento; y la resiliencia e innovación, dando con soluciones e infraestructuras resistentes y adecuados para la conservación del medio ambiente y la protección del agua. 

Nuestras esperanzas dependen de compromisos innovadores y orientados a la acción para poner el agua y el saneamiento al alcance de todos los habitantes de la Tierra de forma segura y sostenible.

Finalmente, el jefe de la ONU hizo referencia a las consecuencias del cambio climático y sus efectos sobre el ciclo natural del agua, asegurando que agrava las catástrofes, la escasez y las sequías, al tiempo que causa daños a las infraestructuras, la producción de alimentos y las cadenas de suministro.

El plan a futuro

Como resultado de la reunión, los participantes acordaron adoptar un plan con casi 700 compromisos recogidos tanto en las sesiones oficiales como en los actos paralelos. Según informaron desde ONU, la plataforma en línea que alberga la Agenda seguirá abierta a la presentación de propuestas y estará a disposición de todos a través del sitio web de la Conferencia.

Por su parte, el secretario general adjunto de Asuntos Económicos y Sociales, Li Junhua explicó que los compromisos abarcan una amplia gama de acciones, “desde la creación de capacidades hasta los sistemas de datos y seguimiento, pasando por la mejora de la resiliencia de las infraestructuras”.

A su turno, el presidente de la Asamblea General, Csaba Körösi, destacó que 300.000 millones de dólares prometidos para impulsar la transformadora Agenda tienen el potencial de desbloquear al menos un billón de dólares de beneficios socioeconómicos y ecosistémicos. “Hoy tenemos en nuestras manos la oportunidad de construir un mundo con seguridad hídrica y más pacífico”.

En este sentido, las agencias de la ONU han asegurado que se disponen de soluciones viables y de una oportunidad histórica para convertirlas en acción y han instado a los gobiernos a adoptar algunas medidas con el apoyo de los organismos de la ONU, los asociados multilaterales, el sector privado y las organizaciones de la sociedad civil.

Según las agencias, es esencial impulsar el cambio a través del liderazgo gubernamental, desarrollando planes para aumentar el compromiso político y que incluyan la participación de la sociedad civil. Esto debe ir acompañado de estrategias que refuercen la gobernanza y la rendición de cuentas de instituciones que presten los servicios de agua y saneamiento.

Los 699 compromisos asumidos abarcan una amplia gama de acciones, desde la creación de capacidades hasta los sistemas de datos y seguimiento, pasando por la mejora de la resiliencia de las infraestructuras.

En el ámbito económico, es necesario desarrollar objetivos políticos claros y estrategias de financiación que tengan en cuenta las necesidades de las diferentes regiones y grupos de población, aumentar el gasto público e impulsar a los proveedores a mejorar el rendimiento de sus servicios.

Estas políticas deben ir acompañadas de planes para crear una mano de obra fuerte, diversa y equilibrada entre hombres y mujeres, con competencias más sólidas y capaz de ofrecer servicios profesionales, especialmente en comunidades rurales.

Acelerar estos cambios depende en gran medida de recoger datos y hacer un seguimiento a nivel nacional de forma institucionalizada, utilizando metodologías coherentes. Compartir y utilizar de forma transparente la información recopilada para tomar decisiones más efectivas.

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