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Negacionismo climático y cómo impacta en la agenda global sobre el ambiente

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El planeta atraviesa una crisis climática que necesita atención urgente. Sin embargo, los movimientos negacionistas del cambio climático, asociados a los gobiernos de ultraderecha y financiados por los grandes grupos petroleros, atentan contra el avance de la agenda ambiental mundial.

La postura del presidente argentino Javier Milei, confeso negacionista del cambio climático, es un factor de alerta y preocupación para ambientalistas locales y países miembros de las distintas cumbres, acuerdos y organizaciones globales por el clima, que temen que Argentina retroceda en sus compromisos para reducir el impacto ambiental.

Tal como lo hicieron en su momento sus pares, Donald Trump, ex presidente estadounidense, y Jair Bolsonaro, ex presidente de Brasil, el mandatario argentino manifestó abiertamente su posición en relación al tema ambiental durante toda su campaña.

Además, entre las primeras medidas de reforma de estado, el reciente electo presidente despojó a Ambiente de su rango ministerial, y lo transformó en una Subsecretaría bajo la órbita del Ministerio del Interior, que conduce Guillermo Francos. Otra señal del lugar que ocupa esta temática en su gestión.

Para anticiparse a las consecuencias que puede traer para la evolución de la agenda ambiental, es necesario entender cuál es el impacto del negacionismo del cambio climático, sobre todo si es encarnado por el presidente de un país, la máxima autoridad a la hora de tomar decisiones, definir políticas ambientales y adherir a pacto globales.

En este momento hay una nueva versión de ese negacionismo:  el retardismo. Una corriente que no niega que existe el cambio climático, ni que tiene que ver con lo que hacen los humanos, pero que no sucede tan rápido. Dicen que hay que atender otras prioridades que las políticas climáticas, como una crisis económica, energética o una guerra.

Solo por nombrar algunos ejemplos, en una entrevista con el youtuber Julián Serrano, el reciente presidente electo de Argentina, Javier Milei aseguró que: “El calentamiento global es otra de las mentiras del socialismo. Hace 10 o 15 años se discutía que el planeta se iba a congelar. Ahora discuten que se calienta, aquellos que conozcan cómo se hacen esas simulaciones van a ver que las funciones están sobresaturadas en determinados parámetros a propósito para generar miedo”. 

Mientras que, durante el debate presidencial, ante la pregunta de la candidata Myriam Bregman, volvió a afirmar su posición: “No niego el cambio climático. Lo que yo digo es que existe en la historia de la Tierra un ciclo de temperaturas. Es decir, hay un comportamiento cíclico y este es el quinto punto del ciclo. La diferencia con los cuatro anteriores es que antes no estaba el ser humano y ahora sí está. Por lo tanto, todas esas políticas que lo culpan del cambio climático son falsas y lo único que buscan es recaudar fondos para financiar vagos socialistas que escriben papers de cuarta”. 

Negacionismo del cambio climático: qué es y qué argumentos lo sostienen

Cristina Monge, politóloga, explica a Fonres, que el negacionismo climático es tan viejo como el propio debate sobre el cambio climático, solo que tuvo diferentes momentos a lo largo del tiempo.

Al principio, quienes defendían esta postura, negaban directamente la existencia del cambio climático. Más adelante hubo un reconocimiento de este fenómeno como una evolución natural de la tierra donde las acciones humanas no tenían ninguna responsabilidad y, luego admitieron que efectivamente existía, que sí tenía que ver con el desarrollo, pero que no causaba problemas o no podían hacer nada para revertirlo.

“En este momento hay una nueva versión de ese negacionismo, que es el retardismo. Es una corriente que no niega que existe el cambio climático, ni que tiene que ver con lo que hacen los humanos. Afirman que genera problemas y que se puede hacer cosas para solucionarlo, pero que no sucede tan rápido y que hay que atender otras prioridades que las políticas climáticas, como una crisis económica, energética o una guerra”, explica Monge.

Enrique Viale, presidente de la Asociación Argentina de Abogados/as Ambientalistas, suma que el negacionismo del cambio climático nació con la derecha republicana en Estados Unidos, en la década del 80.

“Fue una corriente financiada por grandes corporaciones, entre ellas las compañías petroleras, que tienen un interés muy concreto de que se niegue la existencia del cambio climático provocado por el ser humano, a partir de la emisión de gases de efecto invernadero, porque afecta a la industria del petróleo”, explica Viale.

El presidente Javier Milei está alineado en esta misma corriente que, según Viale, no es una creencia, ni una postura inocente, sino que responde a una línea muy concreta, que seguirán sosteniendo, a pesar de toda la evidencia científica que prueba, justamente, todo lo contrario.

Los negacionistas buscan poder seguir sosteniendo la industria de los combustibles fósiles, tal como se viene desarrollando desde hace cientos de años. Hay teorías conspirativas, tan locas, circulando por doquier, que los negacionistas climáticos podrían asimilarse a los terraplanistas

En la misma línea, Silvia Vázquez, presidenta del Partido Verde argentino, añade que esta corriente se difunde a través de papers a lo largo del mundo, financiados con el poder económico que tienen estos grupos empresarios, que pagan a seudocientíficos para que respalden esta teoría. 

“Lo hacen para poder seguir sosteniendo la industria de los combustibles fósiles, tal como se viene desarrollando desde hace cientos de años. Hay teorías conspirativas, tan locas, circulando por doquier, que los negacionistas climáticos podrían asimilarse a los terraplanistas. La tierra es redonda, el hombre no llegó a la luna y la quema de combustibles fósiles no es responsable del calentamiento global y la desaparición de tantas formas de vida, todo es un montaje de Hollywood”, enfatiza Vázquez.

¿Al servicio de quién opera el negacionismo climático?

Detrás del negacionismo del cambio climático hay intereses económicos, mayormente de la industria petrolera, explica Monge. Aunque también los hay por parte de los estados que tienen una gran dependencia de los combustibles fósiles, aunque están comenzando a tomar conciencia.

“Pero también hay cierta necesidad de distinguirse en la industria académica, de hacer ver que esto es algo distinto, y diferenciarse de la masa y la opinión pública abrumadoramente mayoritaria, entonces aparecen ciertas posiciones negacionistas que responden a esto”, agrega Monge.

Además de que existe un interés muy concreto de favorecer a las grandes corporaciones para que sigan su proceso contaminante, para Viale algunos medios de comunicación se dedican a “embarrar la cancha”, tal como denuncia la escritora e investigadora, Naomi Klein, en su libro, “Esto lo cambia todo”.

El negacionismo afecta en tres sentidos: 

  • Genera dudas y confusión en la gente. 

  • Impiden avanzar en acuerdos que son necesarios para moverse rápido en relación al cambio climático. 

  • Paralizan políticas o las echan atrás.

Cómo impacta el negacionismo climático

Para Monge el negacionismo afecta en tres sentidos. En primer lugar, generando dudas en la gente. Aunque sean posiciones minoritarias y tengan tan poco sustento, igualmente generan confusión. En segundo lugar, impiden avanzar en acuerdos que son necesarios para moverse rápido en relación al cambio climático. Y, por último, paralizan políticas o las echan atrás. 

“No obstante, hay que decir, que el mayor de los negacionistas, que es Donald Trump, lo primero que hizo cuando llegó a la presidencia fue querer salirse de las COPs y no lo consiguió, porque cuando llegó el momento de hacerlo efectivo ya no era presidente y su sucesor, Biden, se mantuvo dentro del protocolo”.

En la misma línea, Viale opina que el negacionismo salió de muchos de los debates que se están dando a nivel internacional sobre el cambio climático, que no son discusiones netamente ambientales, sino también económicas. “En el seno del FMI son temas de relevancia. También en la ONU, desde donde le están gritando a la comunidad internacional sobre la urgencia de tomar medidas concretas y reales contra el cambio climático”, afirma.

Y añade que, tener un presidente abiertamente negacionista, “nos deja afuera de estos debates, además de ridiculizarnos. Porque negar el cambio climático es ridículo. Es perder una agenda climática que no es demasiado pujante, un retroceso enorme de medidas muy concretas. Pero, además, Argentina puede quedar afuera del financiamiento de fondos internacionales o de los canjes de deuda por acción climática y por naturaleza”. Entre las consecuencias más graves, es la de seguir apostando a las mismas fuentes de combustibles fósiles, de producción de energía, de movilidad, opina Vázquez.

“Hasta ahora los dueños de las empresas petroleras no han disminuido su patrimonio. A partir de que la humanidad, con lógica, decida que hay que abandonar los combustibles fósiles, en un plazo que no puede ir más allá del 2030. Esto sería una pérdida incalculable en términos de dinero. Estamos hablando justamente de la membrana más sensible de la economía mundial, que es la producción y la energía”.

Argentina, sin embargo, tiene un sólido sistema institucional y legal para respaldar los avances en la protección y el cuidado del ambiente. “Hay un sólido sistema legal, con 519 leyes nacionales en línea con la lucha de cambio climático. Además, hemos suscripto la Convención Internacional de Cambio Climático, el Acuerdo de París, el Protocolo de Kioto. Habrá que seguir de cerca lo que vaya haciendo el presidente”, señala Vázquez

Desde el partido que preside impulsan la adopción de modelos de desarrollo económico sostenible en todo el país, donde abundan todos los recursos naturales. “Argentina es un país que depende de sus recursos naturales y cuidarlos con políticas activas de mitigación y adaptación al cambio climático, es central para que el desarrollo de la agricultura, la minería y la industria sea sustentable y limpia. Tenemos una gran oportunidad porque más temprano que tarde, el mundo va a apostar a poner su dinero y tecnología en países como el nuestro, con la posibilidad de desarrollar nuevos mercados como el litio, las energías renovables, la producción de manufacturas a partir de nuestros recursos naturales”.

Consecuencias negativas del DNU sobre el ambiente. 

De momento el Gobierno aseguró que Argentina seguirá comprometida con el Acuerdo de París y cumplirá sus obligaciones climáticas, algunos de los puntos incluidos en el DNU generaron rechazo entre ambientalistas.

En ese sentido, la Asociación Argentina de Abogados/as Ambientalistas (AAdeAA) y el Colectivo de Acción por la Justicia Eco social (Caje) difundieron un comunicado repudiando el Decreto de Necesidad y Urgencia presentado por el actual presidente a mediados de diciembre, al que calificaron de “inconstitucional” y pidieron su suspensión.

“No existe rigurosidad técnica ni argumentos jurídicos sólidos que justifiquen mínimamente las reformas postuladas”, señala el documento. Y denuncia “los efectos regresivos en materia socioambiental, la pérdida de soberanía y control público sobre nuestros bienes comunes”.

Los especialistas destacan al menos tres leyes que, de derogarse, tendrían un grave impacto: Ley de Manejo del Fuego, Derechos colectivos y propiedad privada y Minería, donde podrían eliminarse los registros de extracción de los recursos naturales que hoy tienen acceso público.

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