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Theresa Kachindamoto: En contra del matrimonio infantil.

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Según las Naciones Unidas, el matrimonio infantil, precoz y forzado pone en riesgo las vidas y futuro de mujeres y niñas. En todo el mundo, alrededor del 21% de las niñas se casan en la infancia. 

El sur de Asia alberga el mayor número de niñas casadas, con más del 40% del total mundial, seguido del África subsahariana, con el 18%. Las tasas de matrimonio infantil han disminuido en Asia y África durante la última década, pero en América Latina y el Caribe no ha habido avances desde hace 25 años, según la ONG Girls Not Brides.

En Malaui, un 46% de las chicas son casadas antes de cumplir los 18 años y un 9% antes de los 15.

De este modo, esta situación se traduce en una violación grave de los derechos humanos. El matrimonio precoz priva a las jóvenes de tener poder de decisión sobre sus vidas y cuerpos, interrumpe su educación, y les hace más vulnerables a la violencia, discriminación y abuso. 

En este contexto, en un pequeño país ubicado en el sureste de África, una mujer valiente, decidió hacerle frente a este flagelo y luchar abiertamente para que a ninguna a niña le sea arrebatada su infancia. Se trata de Theresa Kachindamoto, la jefa suprema o Inkosi de Dedza, una distrito de alrededor de 900.000 habitantes en Malaui, cerca de la frontera con Mozambique. 

Impulsó una ley en su país que prohíbe el matrimonio antes de los 18 años. 

Una radiografía económica y cultural 

Para entender esta práctica, que puede resultar tan lejana a países occidentales desarrollados, resulta importante mirar de cerca las circunstancias económicas y pautas culturales que rigen las conductas en Malaui. 

Este país presenta un bajo índice de esperanza de vida y una tasa alta de mortalidad infantil. Se encuentra entre los países menos desarrollados y más densamente poblados del continente, mientras que su economía está basada en la agricultura, sobre todo de subsistencia, con una población altamente rural. La elevada prevalencia del matrimonio infantil en Malaui, entonces, se ve impulsada por una profunda tradición cultural y religiosa, así como por la pobreza. Según datos de UNICEF, aproximadamente un 46 por ciento de las chicas son casadas antes de cumplir los 18, y un nueve por ciento antes de los 15 años.  Las adolescentes suelen también ser expuestas a ceremonias nocivas de iniciación, con el objetivo de informar a las chicas y chicos sobre sexo y sexualidad. 

Su intención es ir un paso más allá y retrasar la edad de casamiento hasta los 21 años.

Una lucha que aún no termina 

Alarmada por los altos índices de matrimonios infantiles en su distrito, desde que asumió en su cargo, Kachindamoto se puso sobre sus hombros la misión de prohibir el matrimonio infantil y que estuviese regulada en el código civil. En 2015, Malaui hizo aprobar una ley que prohíbe el matrimonio antes de los 18 años. Sin embargo, la constitución y las autoridades tradicionales todavía autorizan todavía el matrimonio infantil si los parientes están de acuerdo. Tuvo que sortear la resistencia de los padres y de las propias parejas, ya que cada matrimonio significa un ingreso monetario para las familias, atravesadas por la pobreza. 

Si bien el camino recorrido por Kachindamoto ha sido fructuoso, logrando cancelar cientos de matrimonio, su intención es ir un paso más allá y retrasar la edad de casamiento hasta los 21 años.

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