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Trabajo doméstico: feminización del sector y doble jornada laboral

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La desigualdad continúa siendo un problema central de la Argentina y las tareas de cuidado están en su base. Pero, ¿Cuántas personas brindan servicios domésticos? y ¿Qué tan feminizado está el sector?

La desigualdad continúa siendo un problema central de la Argentina y las tareas de cuidado están en su base. Los cuidados son todas las actividades que llevan adelante a diario para asegurar nuestra subsistencia y la de otras personas. Cocinar, limpiar, ordenar, hacer las compras o estar al cuidado de niños, personas mayores o personas con discapacidad que requieran apoyos de algún tipo. Estas acciones contribuyen a la reproducción, el bienestar y el sostenimiento de la vida.

En la pandemia, de acuerdo con el Estudio del INDEC sobre el impacto de la COVID-19 en los hogares del Gran Buenos Aires, la carga de cuidado aumentó y fue absorbida sobre todo por las mujeres (65% de los casos). Esa feminización del trabajo gratuito de cuidado impactó en la vida de las mujeres, afectando sus vidas laborales y la situación de sus familiares. Para el año 2021, según los resultados de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, el 91,6% de las mujeres realizó las tareas domésticas de sus hogares, mientras que en el caso de los varones lo hizo el 73,9%. Es interesante pensar esto a la luz de la labor de las empleadas domésticas, un sector altamente feminizado ya que, de un total de alrededor de 730.000 personas inscriptas, el 98% son mujeres.

Las trabajadoras comparten momentos relevantes de la vida de una familia, en un formato de relaciones que fluctúa entre la confianza y el negocio. Por la magnitud que representa, y su vínculo con la histórica división sexual del trabajo y la feminización de este sector, es relevante atender las condiciones, acceso a derechos y bajos ingresos que perciben a cambio de su trabajo.

Según el INDEC las trabajadoras que realizan tareas domésticas y de cuidado en hogares particulares representan casi un 13% del total de mujeres ocupadas. Esto implica que una de cada ocho ocupadas en la Argentina trabaja en este sector. Al mismo tiempo, estas trabajadoras representan un 17,2% dentro del total de ocupadas-asalariadas. Así, una de cada seis mujeres que trabaja en relación de dependencia tiene como ocupación principal el trabajo en hogares particulares.

Si bien existieron distintas iniciativas, como exenciones económicas de distinto tipo para aquellos empleadores que registraran a sus trabajadoras domésticas a lo largo del tiempo. El trabajo doméstico es una de las ramas con tasa de no-registro más altas, y los ingresos promedios más bajos, tanto de bolsillo como por hora trabajada. Considerando los últimos aumentos las trabajadoras del sector perciben ingresos que -eºn promedio- rondan en unos $526 por hora, aunque un gran porcentaje cobra menos de esta cifra (en el primer trimestre de 2022 el 50% cobraba menos del suelo estipulado por hora para ese momento). 

Por su parte, en términos del mercado laboral, el sector de servicio doméstico es uno de los más importantes. Cabe destacar que, entre las mujeres ocupadas en este tipo de trabajo, un 41,1% se conforman como el primer sostén económico del hogar. Sumado a ello e independientemente de si son el sostén o no, casi un 80% de ellas cuando llegan a su hogar son quienes realizan las tareas domésticas. La doble jornada laboral se materializa como doble jornada de tareas de cuidado y mantenimiento, una remunerada pobremente, o no registrada, y otra no remunerada. 

El cuidado y mantenimiento en agenda

En mayo de este año se anunció el proyecto de ley “Cuidar en igualdad”. No obstante, a principios de septiembre, el Sistema Integral de Cuidados (SINCA) con perspectiva de género que propone dicha Ley todavía no fue discutido ni siquiera en comisiones de las legislaturas. El SINCA se trata de “un conjunto de políticas y servicios que aseguran la provisión, la socialización, el reconocimiento y la redistribución del trabajo de cuidado entre el sector público, el sector privado, las familias y las organizaciones comunitarias y entre todas las identidades de género para que todas las personas accedan a los derechos de cuidar y ser cuidados en condiciones de igualdad”. 

El proyecto fija objetivos que deben seguir las políticas de cuidos en general, promueve la ampliación de la oferta de servicios e infraestructura de cuidados destinando un porcentaje del presupuesto a la tarea. Además, promueve la adaptación de las jornadas laborales a las necesidades de cuidado en el sector público y privado. Un punto muy relevante es el reconocimiento y promoción del trabajo de cuidados no remunerado en los hogares tanto como en el ámbito comunitario. Y por último, reconoce el tiempo de cuidado a través del régimen de licencias, estos períodos pasarían a ser cubiertos por la seguridad social y no por la parte empleadora, a la vez que extiende las licencias por embarazo tanto a la mujer gestante como a su cónyuge, o personas adoptantes. 

Invertir en políticas de cuidado permite alcanzar mayores tasas de empleo femenino estimula la autonomía económica de las mujeres generando acceso a derechos y mayor igualdad para todos y todas. 

Otro punto relevante es que establece estos regímenes de licencia para  -entre otros- el personal de casas particulares. Reconoce de esta manera una tarea que es crucial para el sostenimiento de la vida. 

Se sabe que los países que más invierten en políticas de cuidado alcanzan mayores tasas de empleo femenino, generando resultados positivos en términos económicos. Pero, sobre todo, este tipo de iniciativas estimulan la autonomía económica de las mujeres generando acceso a derechos y mayor igualdad para todos y todas.

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