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La noción de trabajador cobra relevancia a partir de la Revolución Industrial y la proliferación de los establecimientos fabriles, al punto de establecer la imagen clásica del trabajador vinculada a la del obrero industrial. La misma evolución del orden industrial fue generando transformaciones que a su vez generaron nuevas exigencias. La maquinización y la automatización generaron una mayor demanda de conocimiento técnico, tecnológico, que transformaron los puestos de trabajo. En términos generales, se entiende como trabajador a aquel que se integra en relaciones de dependencia. El abuso de posición dominante por parte de los propietarios de los medios de producción dio lugar como reacción a la aparición del movimiento obrero, que recuperó tradiciones gremiales propias de la etapa previa al industrialismo.

Es un término que establece las características que deben primar en una relación laboral, en una economía tanto formal como informal, tanto para hombres y mujeres, asalariados o autónomos, y en todas las áreas en las que se puede desarrollar un trabajador. Propuesto por la Organización Internacional del Trabajo, surgió frente a la sostenida precarización de las relaciones laborales y el franco deterioro de la calidad de vida de los trabajadores, provocado por la implementación de políticas neoliberales que fomentaron la concentración económica a través de la desregulación de los mercados laborales. Es un concepto que establece un umbral por debajo del cual se consideran vulnerados los Derechos humanos del trabajador. El trabajo decente es un derecho que va más allá de la legislación laboral vigente y su base se encuentra en la afirmación de que el trabajo es fuente de dignidad personal, estabilidad familiar, paz en la comunidad, democracias que actúan en beneficio de todos y crecimiento económico, que aumenta las oportunidades de trabajo productivo y el desarrollo de las empresas. En el año 2004, la Argentina decidió incorporar el Trabajo Decente como uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).

Noción que remite a la necesaria transparencia, en el sentido de contar con referencias e información relativa a cada una de las instancias de las cadenas de valor de los productos (habida cuenta de una tendencia marcada en el sentido de la opacidad), que permita verificar estándares similares en las condiciones de producción. Esto se orienta a la eliminación de zonas oscuras en las cadenas de valor que encubran prácticas reñidas con la responsabilidad social, donde las grandes empresas tercerizan condiciones de explotación hacia empresas subcontratadas. Procedimientos que permiten trazar el camino que recorre el producto a lo largo de la cadena de valor, a los fines de establecer las responsabilidades correspondientes a cada instancia en dicha cadena y desde una perspectiva de responsabilidad solidaria a lo largo de ella.

La Triple Cuenta de Resultados o Triple Bottom Line apunta a una nueva manera de medir y reportar el desempeño de las empresas. Ya no se trata sólo de la generación de resultados económicos, sino que comprende también los resultados obtenidos en las dimensiones sociales y medioambientales de su gestión. Utilizado por primera vez por John Elkington, este término se sustenta en el hecho de que una organización sólo puede sobrevivir a mediano y largo plazo si resulta económicamente viable, medioambientalmente sostenible y es socialmente responsable.